PAGINA EN CONSTRUCCIÓN...

PUNTADA CON HILO, COMUNICACIÓN DE MUJERES, fue un periódico en papel que circuló en los años '90. Nos definimos feministas y "con perspectiva de clase".

Salíamos mensualmente en todo chile, también llegábamos a otros países latinoamericanos. A organizaciones de base, tanto de mujeres como mixtas, llegábamos sin costo alguno o hacíamos un trato: una sola suscripción a cambio de varios ejemplares cada mes. Las ONGs e instituciones en cambio debían pagar sus suscripciones completas.

PUNTADA CON HILO se destacaba por un lenguaje directo, cercano, claro y por manejar como sus fuentes primarias los testimonios de las propias mujeres, sus experiencias, sus formas de evaluar los acontecimientos políticos y sociales, sus denuncias, sus ideas y elaboraciones políticas y culturales. Las "autoridades" en diversas materias, no pasaban de ser un apoyo secundario -tal como las estadísticas e informes oficiales-.

Denunciamos la falsedad de la llamada "vuelta a la democracia", las manipulaciones de los partidos políticos, rechazamos la instrumentalización de la lucha popular que hicieron -y hacen- la mayoría de las ONGs e instituciones -con honrosas excepciones-. Destacamos el feminismo popular, la mirada de clase y nos esforzamos por no caer en la sobreideología que daña -desde nuestra perspectiva- las luchas sociales. Hablamos mucho desde lo íntimo y desde los procesos que hacemos las mujeres en lo personal que es lo que realmente -estamos seguras- construye lo político cuando hay organización.

miércoles, 31 de diciembre de 2014

POR UN 2015 DE LUCHA SIN OLVIDO NI PERDÓN

Saludos, y que tengan un año pródigo y fructífero, Marta Zabaleta, poeta

"BUENOS HOMBRES, BUENOS MUCHACHOS QUE QUIEREN SER PADRES Y NO LOS DEJAN..."...


Pobres varones. Pobres hombres. Los 4 mitos de “Borrando a papá”

X Claudia Hasanbegovic*/Enviada X Claudia Hasanbegovic
El documental “Borrando a papá” pone la narrativa de sus seis protagonistas - todos varones padres alejados por orden judicial de sus hijos - en el contexto cultural de los prejuicios de género que ensalzan lo masculino, desvalorizan lo femenino y minimizan la violencia de los hombres hacia las mujeres, niñas y niños.
Buenos hombres, buenos muchachos “que quieren ser padres y no los dejan”, que se sienten  tratados como cajeros automáticos: solo tienen derechos si dan dinero a mano llena. Malas madres que le dicen a sus hijos: “mirá a papá porque es la última vez que lo vas a ver”. Pobres hombres a los que no se les toman las denuncias cuando intentan ejercer sus derechos en la comisaría o en la  Oficina de Violencia Doméstica. Padres que son discriminados en los juzgados “por ser varones”. 


*Claudia Hasanbegovic, abogada y profesora  de  la Maestría  y  Especialización  en  Estudios  de  la  Familia  de  la  UNSAM, desmitifica con datos y cifras contundentes los argumentos de una película que tuvo limitada exhibición en cines por la resolución de un juez pero amplia difusión y debate en la web.


Fuente: Revista Anfibia, de la UNSAM  

CONTRA EL ACOSO CALLEJERO EN TODO EL TERRITORIO

En América Latina, mujeres crean grupos para combatir el acoso callejero
X Bia Rodrigues
Perú, Chile, Colombia y Brasil ya tienen iniciativas que piden el fin de los piropos y del asedio sexual en espacios públicos. La frase “usar un espacio público no hace que mi cuerpo sea público” muestra lo que reivindican las mujeres.

Desde muy pequeñas, las mujeres pasan por situaciones de acoso en las calles y en otros espacios públicos o privados. Por mucho tiempo, las iniciativas contra ese tipo de situación fueron pocas y siempre esfuerzos individuales, pero cada vez más surgen grupos que luchan contra esto en diversos países. Actualmente, Perú, Chile, Colombia y Brasil ya tienen iniciativas que piden el fin de los piropos y del asedio sexual en espacios públicos. La frase “usar un espacio público no hace que mi cuerpo sea público” muestra lo que reivindican las mujeres.

Para eses grupos, los piropos y el asedio que la mujer enfrenta cotidianamente no permite que las mujeres disfruten los espacios públicos de la misma manera que lo hacen los hombres. El asedio se puede entender como un conjunto de acciones cotidianas, “como frases, gestos, silbidos, sonidos de besos, tocamientos, masturbación pública, exhibicionismo, seguimientos (a pie o en auto), entre otras, con un manifiesto carácter sexual”, explica la socióloga peruana y fundadora de “Paremos el acoso callejero”, Elizabeth Rocío Vallejo Rivera. Además, esas acciones revelan relaciones de poder de género, puesto que las realizan hombres contra mujeres desconocidas. “No se trata de una relación consentida, sino de la imposición de los deseos de uno por sobre los de la otra”, agrega Vallejo Rivera.

La iniciativa peruana fue la primera creada, en 2011. Vallejo participó de un concurso de responsabilidad social de profesores de la PUC Perú y su propuesta fue la ganadora. Según ella, “Paremos el acoso callejero” surgió “frente al vacío de información y propuestas sobre el tema. Se trataba de un tema cotidiano y real, pero, pese a eso, no había ninguna investigación ni proyecto al respecto en Perú”.
Vallejo tuvo financiamiento para empezar las actividades en 2012 y, el año pasado, pasó a recibir apoyo de algunos municipios peruanos. Cuando empezó, participó de diversos programas en los medios de comunicación peruanos e internaciones para hablar sobre el tema.

En 2013, “Paremos el acoso callejero” abrió un mapa en una plataforma virtual, Datea, para registrar los casos de asedio. Las víctimas de este tipo de violencia pasaron a registrar relatos sobre lo que sucedió y clasificaron el asedio en 13 categorías, desde silbidos hasta masturbación pública. Este año el grupo organizó la primera semana de América Latina contra el acoso callejero, un iniciativa del grupo norteamericano “Stop Street Harassment”.

El grupo peruano inspiró mujeres en otros países, como en Chile y en Colombia. En noviembre de 2013, un grupo de sociólogas chilenas crió el “Observatorio contra el Acoso Callejero Chile” (Ocacchile). “La iniciativa empezó porque creímos necesario visibilizar este problema como una forma de violencia de género no reconocida en el país”, explica María Francisca Valenzuela, una de las fundadoras de Ocacchile.
Desde su creación, la página en Facebook ya tiene más de 24 mil seguidores, y es en la red social donde el grupo cuenta sus historias. “Además de nosotras enviar mensajes claros, ya sea a través de actividades o fotografías, lo realmente importante es mostrar cómo las personas dan cuenta de lo violento que es el acoso callejero en el diario vivir. El mejor proceso para crear conciencia es dar un espacio para que las personas que fueron víctimas o estén de acuerdo con la causa se sumen”, resalta Valenzuela.

En marzo de 2014, el grupo inició una campaña contra el acoso que sufren las estudiantes chilenas. Las fotografías de estudiantes vestidas con sus tradicionales uniformes son acompañadas por relatos.
La versión colombiana. El Observatorio contra el Acoso Callejero Colombia (Ocaccol) fue creado recientemente con la ayuda de los grupos de Perú y de Chile. El grupo es formado por una socióloga, una pedagoga, una psicóloga, una filósofa, una trabajadora social y una directora de cine y TV. “Primero escribimos a los observatorios de Perú y Chile para saber un poco más del asunto y tener una idea de cómo organizarnos acá. Nos parece fundamental visibilizar el acoso callejero como una práctica que es sistemática y naturalizada por muchos, que afecta negativamente a muchas mujeres y que además es una violencia cotidiana a la que no se le presta mayor atención, incluso muchas veces se ve justificada socialmente”, destaca la socióloga de Occaccol Natalia Giraldo Castro, que actualmente cursa una maestría en estudios de género en la Universidad Nacional de Colombia.

El grupo colombiano pretende realizar debates en espacios públicos para explicar cómo el asedio en las calles es un tipo de violencia. “El acoso, contrario a lo que muchas personas consideran, es indeseado por la gran mayoría e impide que el disfrute y tranquilidad de los espacios públicos pueda darse”, afirma Castro. Para ella, no se puede esperar una acción de gobierno para enfrentar ese tipo de violencia. “La acción gubernamental sigue limitada y no trabaja conjuntamente con otras formas de trabajo; las acciones en contra de las violencias de género no son una expectativa de gobierno. (…) Ahora nos preocupa qué podemos hacer como colectividad para y con la gente, para que se dé una construcción colectiva desde diferentes sentires y puntos de vista para empezar a luchar contra el acoso callejero”, explica la socióloga.
Durante toda esa semana, los grupos peruano, chileno y colombiano realizan la Semana Internacional contra el Acoso Callejero. “El grupo Stop Street Harassment, de Estados Unidos, incentiva que durante las jornadas se realicen actividades contra el asedio sexual en las calles; después, ellos organizan todo en una revista virtual y publican lo que pasó en la semana en el mundo”, detalla Valenzuela, de Ocacchile. La programación semanal se puede consultar  en sus respectivas páginas de Facebook.

Campaña brasileña. En Brasil, dos movimientos creados por periodistas trabajan para concientizar la sociedad sobre este tipo de violencia. La iniciativa más reciente es la de la periodista Nana Queiroz, a raíz de una investigación surgida la semana pasada sobre la tolerancia social a la violencia contra las mujeres, publicada por el Instituto de Pesquisa Aplicada (IPEA). Según la investigación, que entrevistó 3.810 personas, 26% (lea aclaración de este dato en el final del reportaje *) de los entrevistados están de acuerdo total o parcialmente con la afirmación: “mujeres que usen ropas que muestran el cuerpo merecen ser atacadas” y 58,5% están de acuerdo total o parcialmente con "si mujeres supieran comportarse, haberia menos violaciones".

Fue entonces que Nana Queiroz publicó una mensaje en Facebook con una foto enfrente al Congreso Nacional sin camiseta y con la frase “No merezco ser estuprada” (violada) escrita en el cuerpo, convocando a una protesta en la red social. Y logró que 44 mil personas adhirieran a la causa. Hombres  y mujeres escribieron para la periodista para contar sus historias de abuso y subieron foto en la página del evento.
Sin embargo, la campaña también recibió críticas. Un joven hasta subió una foto en la página del evento diciendo: “ya he violado y violaré nuevamente”. La periodista fue amenazada. “Tuve una noche agitada. Creí en la investigación de IPEA y experimenté en la piel su furia. Hombres me escribían, amenazando violarme si me encontraban en la calle, mujeres deseando que fuera violada”, dice Nana en su página de red social.
En este lunes (31), la presidenta Dilma Rousseff expresó su apoyo a la campaña. “La periodista Nana Queiroz se indignó con los dados del estudio de IPEA sobre el machismo en nuestra sociedad. Por su manifestación en las redes contra la cultura de violencia contra la mujer, la periodista fue amenazada de violación. Nana Queiroz merece toda mi solidaridad y respeto”, escribió la presidenta en su cuenta personal en Twitter.

Pero fue en el segundo semestre de 2013 que el movimiento contra el asedio sexual en las calles pasó a ser más conocido, con su encuesta “Chega de Fiu Fiu” ("Deja de silbarme"), promovida por el sitio Think Olga de la periodista Juliana de Faria, conjuntamente con la periodista Karin Hueck, el segundo semestre de 2013. El estudio mostró que 99,6% de los 7.762 participantes de la pesquisa ya fueron asediadas; 98% de los asedios ocurrieron en la calle y 64% en el transporte público.

Fue un caso muy divulgado en la prensa brasileña, que involucró a la participante del programa Pânico, de TV Bandeirantes, Nicole Bahls, y al director de teatro Gerald Thomas, lo que incentivó que la periodista empezara la campaña “Chega de Fiu Fiu”, inicialmente con la producción de material ilustrativo contra la intimidación. En un capítulo del programa, el director, durante una entrevista, coloca una mano debajo del vestido de Bahls. Mientras que muchos apoyaron al director, otras personas clasificaron el acontecimiento como asedio sexual y violación.

“Hace ocho meses, colocamos los dibujos en el sitio y ya son virales. Después, abrimos una página para que las mujeres contaran sus historias y mostraran que esas situaciones no pueden ser consideradas normales ni parte de la sociedad. La tercera fase fue la encuesta junto con Karen. Casi ocho mil mujeres contestaron. Los resultados fueron chocantes, pero no una sorpresa para cualquier mujer que anda en la calle”, advierte Faria.

La cuarta fase de “Chega de Fiu Fiu” tiene previsión de lanzamiento en la primera quincena de abril. Es un mapa colaborativo del asedio, así como el mapa del grupo peruano. “La idea es que vea el mapa y participe con su historia o con una que presenció. Si sufre un asedio, puede hacer un reclamo en la policía, aunque muchas veces las mujeres son desestimuladas por la propia policía para no hacerlo. La inclusión de casos en el mapa va a ayudarnos a determinar las áreas más críticas y entender el motivo. En el mapa, tenemos varios tipo de violencia, como el asedio verbal o físico, intimidación, homofobia, estupro, racismo”, cuenta la periodista.

Para Faria, hoy la sociedad está más abierta para discutir el asedio sexual. “Cuando empezamos la campaña, sufrí muchas críticas y amenazas, de violación incluso. Sin embargo, como sociedad ya estamos discutiendo el asedio de manera más clara y directa. Es necesario esperar el cambio, actuando para que ocurra”, concluye.

*El Instituto de Pesquisa Aplicada (Ipea) corrigió los datos de la investigación este viernes. Al princípio, fue divulgado que 65% de los entrevistados estaban de acuerdo total o parcialmente con la afirmación: “mujeres que usen ropas que muestran el cuerpo merecen ser atacadas”. Pero, en realidad, el dato correcto es 26%.

Navegador Semántico
Entidades Mencionadas

Fuente: América Economía

BRASIL: JAIR BOLSONARO, AGRESOR, HOMFÓBICO, FASCISTA...


Jair Bolsonaro, diputado brasileño, un símbolo de bestialidad

Elogio de la violación de la mujer-cosa

X Frederico Füllgraf/ POLITIKA/Enviado X Ricardo
Diputado brasileño escandaliza el mundo, diciendo que no viola a su colega parlamentaria porque ella “no se lo merece”

En el Palacio del Planalto, en Brasilia, la presidenta Dilma Rousseff recibía el informe final de la Comisión Nacional de la Verdad (CNV), constituida en 2012 para investigar los crímenes de violación de derechos humanos (DDHH) cometidos en los calabozos de la dictadura militar, entre 1964 y 1985.
A decir verdad, cuando firmó la ley que creaba dicha comisión, la mayoría de los crímenes y sus autores ya eran conocidos, pero la presidente – ella misma una ex presa política torturada – tenía que exorcizar la omisión de sus predecesores y convertir las denuncias de los organismos de DDHH en memoria oficial de Estado.
Y mientras leía su discurso se emocionó, porque uno de los tres volúmenes del informe de 4.400 paginas contiene relatos sobre los 434 muertos y desaparecidos. La mandataria intentó retener las lágrimas, pero no pudo. Contagiado, el auditorio completo se alzó de sus sillas, le brindó una salva de aplausos y salió a abrazar a la presidente.
A cincuenta años del golpe cívico-militar del 31 de marzo de 1964, por fin el Estado brasileño aceptaba la catarsis. Pero fue necesaria una ex presa política como mandataria para que ocurriera.
En paralelo, algunas horas después, la ex ministra de DDHH y ahora diputada María do Rosario, del Partido de los Trabajadores (PT), ocupaba la tribuna de la Cámara de Diputados, destacando la transcendencia histórica del informe.

Pronunciaba sus últimas palabras, cuando fue interrumpida desde el centro de la plenaria. El diputado Jair Bolsonaro pedía la palabra. Cuando ocupó la tribuna, María do Rosario abandonó ostensiblemente el recinto, en reiterada señal de protesta, pues ya sumaban más de dos incidentes en los que el “colega” la insultó con palabras de baja calaña y amenaza de agresión física, toleradas por un Congreso omiso e inoperante.
Entonces Bolsonaro disparó su repertorio, un cóctel indigesto del pensamiento gorila y machista: “¿Por que no te quedas, María do Rosario? Quiero que oigas lo que tengo que decir. El día internacional de los derechos humanos es el día del vagabundeo, el día en que el gobierno celebra la protección a los criminales!”.

Con un ataque frontal al pasado de la presidente, quiso denunciar por enésima vez lo que es público y notorio: que Dilma Rousseff fue guerrillera, que luchó las armas en la mano contra la dictadura, que participó en un asalto a un banco, etc. etc. etc.

Todos actos “criminales”, según la beocia letanía de la ultra-derecha civil y militar, pero desde siempre admirados por el pueblo y explicados por los tribunales internacionales, que hace décadas declararon a las dictaduras como regímenes ilegales y usurpadores.
Pero en la tribuna o donde sea, Bolsonaro no habla como un ser humano normal: el ex capitán del ejército brame, gruñe, ladra y espuma al ritmo de metralleta, mientras su rostro se desfigura con arrugas, ojos hinchados, manías y espasmos.

Bolsonaro sufre de trastorno disocial de la personalidad, el parlamentario es un agresivo sociópata.

¿Pero será posible que el presidente de la Cámara no haya prestado atención a su primera frase? Por suerte, en las dos cámaras del Congreso graban todas sus reuniones, discursos y espectáculos degradantes, y dándole vuelta al video allí está la frase increíble, impronunciable, abominable: “Ud. me ha acusado de violador, y yo le contesté que no la violo porque Ud. no se lo merece!”.
¿Cómo se explica que el presidente de la mesa no le haya quitado la palabra, no le cortase el sonido al micrófono del troglodita abyecto?

El arquetipo del terrorista y golpista

Tenía apenas nueve años cuando sucedió el golpe civil-militar, que lo fascinó en su juventud y lo motivó a engancharse en la Escuela de Preparación de Cadetes del Ejército y la Academia Militar de Agujas Negras, de donde egresó como oficial paracaidista. En 1986, fue arrestado durante quince días por liderar una manifestación no autorizada por la mejoría de los sueldos de la tropa.
No satisfecho, pocos meses después, el paracaidista planeaba una serie de atentados terroristas.
El 28 de octubre 1987, un reportaje de la revista “Veja” denunciaba el plan del entonces capitán de explotar bombas “en distintas unidades de la Villa Militar, la Academia de Agujas Negras, y en varios otros cuarteles”. Detenidos, Bolsonaro y uno de sus cómplices, negaron perentoriamente las imputaciones, pero al ser entrevistado por la revista, el militar cometió un error: había diseñado un croquis de la bomba que sería explotada en la aductora de aguas de Guandu, que abastece Rio de Janeiro.
Se lo mostró a la reportera y olvidó pedírselo de vuelta. Astuta, la periodista escondió el croquis en su cuaderno y la revista entregó la prueba al general Pires Gonçalves, que lo denunció a la Justicia Militar. Empero, contra todas las pruebas, el capitán terrorista – que en su afán de dinamitar cuarteles y la principal aductora de agua de una ciudad con 7 millones de habitantes, incorporó a su cálculo la muerte de decenas de personas – fue absuelto por la Suprema Corte Militar; circunstancia que ilustra la orientación ideológica del tribunal castrense.

Psicópata homófobo y defensor de la tortura

Pocos años después abandonó las fuerzas armadas, porque su insubordinación recurrente le indicaba una carrera sin futuro, y apostó a la política, haciéndose elegir, inicialmente, como concejal del inexpresivo Partido Demócrata-Cristiano por el municipio de Rio de Janeiro.
En siete años, de 1988 a 2005, el ahora diputado federal había logrado la proeza de inscribirse y luego desafiliarse de cinco partidos políticos diferentes, minúsculos y conservadores, utilizándolos como la mayoría de sus colegas como meros trampolines para sus intereses personales.
En el Congreso prosiguió con su campaña por mejores sueldos de la tropa y como vocero de los quistes conservadores del law & order, que defienden la tenencia masiva de armas, la pena de muerte, el fusilamiento de criminales por cuenta propia, ejecutables sin proceso ni defensa, y que oponen virulenta resistencia a los derechos de minorías, sean homosexuales o indígenas.
Con los 450 mil votos que obtuvo en las últimas elecciones, Bolsonaro se siente “intocable”, radicalizando aún más su resistencia a la democratización y la liberalización de las costumbres, ya sea el debate sobre la descriminalización de las drogas livianas, las cuotas raciales en la enseñanza pública, o las leyes que reglamentan la vida en pareja, y sobretodo el reconocimiento legal de parejas homo-afectivas.
Y porque una nueva ley autorizaría la adopción de hijos a los homo-afectivos, el ex militar la difamó como “incentivo a la pedofilia” y otros desastres de la civilización.

Su “receta” para tratar con un homosexual en la familia resume la irracional acepción del sentido común, cargada de prejuicios: “¡Rómpase al cabrón de una paliza, a ver si continúa con mariconadas!”
El año 2011, cuando el Congreso discutía el proyecto de ley que criminaliza a la homofobia, Bolsonaro tomó asiento atrás del diputado Jean Wyllys, un periodista gay asumido, y mientras este hablaba, el ex militar lo insultaba en voz baja: “¡Puto sinvergüenza!”.

El Partido Socialismo y Libertad (PSOL), de Wyllys, demandó a Bolsonaro en el Consejo de Ética y Decoro Parlamentario, acusándolo de diseminar el prejuicio y estimular la violencia, al justificar la agresión y el asesinato de homosexuales en Brasil, demanda que quedó sin efecto.
Es más. Sintiéndose “inamovible”, desde la tribuna de la Cámara de Diputados el derechista atacaba a “los gobiernos de izquierda, comandados por terroristas”, a los que imputaba la “destrucción de la familia y de las buenas costumbres”.

La impunidad como estímulo

Mientras el Estado se esfuerza para proteger los DDHH, Bolsonaro reivindica las dictaduras.
En agosto de 2000, en la Cámara de Diputados en Brasilia se celebraba el fallo de la Corte Suprema chilena, despojando el ex dictador Pinochet de su inmunidad parlamentaria. Contrariado, Bolsonaro berreó que “Pinochet debería haber matado más gente”.

En 2012, cuando la presidenta Rousseff instituyó la Comisión de la Verdad, el milico perpetuum causa la provocó, vociferando que “el único error [de la dictadura] fue torturar y no matar”, aullidos que reverberaron por altavoz lo que en los cuarteles se tramaba en voz baja.
Sin embargo, el mismo diputado hace una aclaración. Su predilección por los fusilamientos de presos políticos y criminales comunes no significa que desprecie la tortura. Todo lo contrario: “el objetivo es hacer que el sujeto abra la boca. ¡Hay que reventar a los gallos para que comiencen a hablar!”, declaró en la misma época a la revista “Isto É”.

A cada iniciativa de los organismos de DDHH, el propagandista de la tortura y del asesinato respondió con vejación, injuria y ofensa. Para provocar a la agrupación “Tortura Nunca Mais”, que muchos años antes de la Comisión de la Verdad ya buscaba las osamentas de detenidos-desaparecidos, en la puerta de su oficina parlamentaria prendió un dibujo con un cuadrúpedo, que decía: “Quienes exhuman huesos enterrados son los perros”.

En los pasillos del Congreso se divirtieron con la infamante broma, nada más. Y ahora, ante el criminal insulto del ex militar a su colega María do Rosario, la presidenta Rousseff y su gobierno callaron otra vez.
En una nota publicada el 13 de diciembre en el diario “Folha de S. Paulo”, el columnista Ricardo Melo advertía que la “licencia“ del diputado para cometer crímenes execrables, como la defensa de la violación, no existe. "Las concesiones ante un pasado abominable cobran un alto precio en el presente y en el futuro.. El diputado Bolsonaro ahí está para comprobarlo"... "Bolsonaro idolatra el abuso sexual, ofende colegas y, siempre que puede, hace poco caso de los derechos humanos. Un bandido. Sus herederos siguen por el mismo camino, clamando por una intervención militar. Un bello día, la historia pedirá permiso para repetirse”.

Durante dos meses – durante y después de las elecciones de octubre-noviembre de 2014 – Bolsonaro, su hijo y sus páginas en las redes sociales intentaron precipitar la Historia, convocando manifestaciones en São Paulo clamando por el impeachment de la presidenta recién electa y un golpe militar.
El colmo del ridículo fue su petición enviada por internet a la Casa Blanca en Washington, exigiendo una intervención americana en Brasil: la extrema-derecha tropical histérica, llamando a socorrerla a la caballería del General Custer.

No tuvieron éxito, en Avenida Paulista no juntaron más que 5 mil individuos, y la Historia, astuta, no se dejó desviar de su curso democrático.



Brasileñas protestan contra los ataques sexuales en la "Marcha de las vagabundas"
Violación: el arma de los vencedores

Al decir “yo no la violo porque Ud. no se lo merece”, el militar-parlamentario no sólo insultó de modo infamante a la diputada María do Rosario, sino que ofendió el foro íntimo de todo el género femenino sobre la faz de la tierra. En particular la memoria de millones de mujeres cruelmente violadas por ejércitos vencedores y torturadores al servicio de las tiranías, desde la remota Grecia hasta el oprobio de miles de mujeres yazidíes, secuestradas y abusadas por la milicia terrorista “Estado Islámico”.
Con su banalización e incitación al abuso sexual de mujeres, Bolsonaro reitera la continuidad de un acto arcaico hoy tipificado como crimen repulsivo: la posesión violenta de la mujer como “trofeo” de guerra.
En el Occidente, el arcaísmo repugnante tiene sus raíces en la Grecia antigua, en donde la violación de la mujer del enemigo era cláusula de reglamentos militares, considerada conducta socialmente correcta. Tal aberración prevaleció desde la Antigüedad y la Edad Media hasta el siglo XIX.

Y a pesar de ser tipificada como crimen de guerra, la violación masiva de mujeres por los ejércitos vencedores empapó de sangre femenina todo el siglo XX: 2 millones de mujeres alemanas abusadas por el Ejército Rojo de Stalin; 300 mil mujeres y niñas coreanas estupradas por las tropas invasoras japonesas; y según informes de la ONU, “entre 100 mil y 250 mil mujeres de Rwanda violadas durante el genocidio de 1994; 60 mil mujeres abusadas durante la guerra civil en Sierra Leona (1991-2002); más de 40 mil en Liberia (1989-2003); hasta unas 60 mil en la ex Yugoslavia (1992-1995) y al menos 200 mil en la República Democrática del Congo, desde 1998”.

La perversidad del “mérito” femenino

En esa estadística repulsiva se inscribe la violación de miles de mujeres detenidas por motivos políticos en los calabozos de las dictaduras latinoamericanas.
Al declarar el enfrentamiento de la oposición como “guerra interna”, la dictadura brasileña justificó el secuestro y abuso de decenas de mujeres jóvenes, de las que muchas se encontraban embarazadas. Los casos documentados por la Comisión de la Verdad de Brasil superan cualquier imaginario del terror: vejación de prisioneras desnudas, tortura en los órganos genitales, abuso de esposas delante de sus maridos torturados, violación de la vagina y del ano con palos, caños de armas, perros y serpientes, acto seguido abuso por los mismos torturadores. Centenas de sobrevivientes argentinas y chilenas tienen los mismos recuerdos.

La violación es el acto extremo del dominio masculino sobre la mujer y busca su aniquilación. El abuso despersonaliza y deshumaniza a la mujer, en algunos casos para el resto de sus días. Hay mujeres que no resistieron a la humillación extrema, suicidándose. Otras enfrentaron años de terapia para rescatar su alma quebrada, muchas aún vagan por noches de insomnio a más de 40 años del instante de su suplicio.
Y esta obscenidad degradante el parlamentario brasileño la define como “acto meritorio”, o sea, que las víctimas deberían “agradecer” por la violencia sexual sufrida, suposición ciertamente engendrada por la mente enfermiza de psicópatas.

Cada tres minutos, una violación; cada dos horas, un femicidio

La criminal banalización del abuso sexual por el parlamentario brasileño se reviste de ropaje dantesco cuando es proyectada sobre la pantalla de a vida cotidiana brasileña.
Según el 8º Anuario de Seguridad Pública brasileño, en 2013 fueron registrados en todo país 50.320 casos de violaciones, incluyendo hombres. Pero la documentación advierte una circunstancia que agrava todavía más a las estadísticas: "según investigaciones internacionales, apenas 35% de las víctimas relatan los crímenes a la policía, de modo que en 2013 pudiesen haber ocurrido 143 mil violaciones".
El abuso sexual y el femicidio en Brasil provocan el vértigo y buscan un autor capaz de narrar la dantesca carnicería: según ONU Mujer (2014), más de 92 mil mujeres fueron asesinadas en Brasil entre 1980 e 2010. Un operativo de guerra, una ciudad borrada del mapa empapada de sangre femenina. La masacre está en curso, 5 mil mujeres asesinadas anualmente, mujeres violadas, degolladas, hechas pedazos, una cada dos horas.

Expulsión de la vida parlamentaria y penalización criminal

Que un escenario como este vaya de la mano con la democracia distributivista es un espanto. Que sea posible se debe a las raíces culturales del machismo y a la vociferante impunidad: la ausencia del Derecho y del Estado, que excitan y reaniman a sujetos como el ex capitán, hoy parlamentario, a envalentonarse públicamente como violador.
Ela Wiecko, vice-procuradora-general de la República, en Brasilia, demandó al diputado por incitar públicamente a la práctica de crimen de violación. La denuncia (Inq 3932) fue formalizada el 15 de diciembre en la Corte Suprema brasileña (STF) y será analizada por el ministro Luiz Fux.
Decenas de otras demandas – de parlamentarios, agrupaciones de mujeres y DDHH – conmueven la sociedad brasileña indignada.
Habiendo quebrado no sólo el decoro parlamentario, sino ofendido también a miles de mujeres victimadas por la tortura y el irrespeto a su género femenino en escala planetaria, sería de esperar que los Parlamentos y Gobiernos latinoamericanos emitan una nota de repudio, observando que la presencia de Jair Bolsonaro en la vida política del más gran país de la región, y su elogio de la violación, son incompatibles con la construcción de la Paz, la Justicia y la Democracia en el continente latinoamericano.