Ignacio Urrutia: Confrontar el horror
X victoria aldunate morales*/El Desconcierto Abril 2018
Me enteré de lo dicho por un tal Urrutia. Un señor que no
ubico (lo que no es raro pues como tanta otra gente hija de vecina, me
agota la política vigente).
En la mañana, cuando supe, me burlé un poco. Me pareció un
tipo básico: típico pinochetista (es lo que hay, no más).
“Terroristas con aguinaldo”, dijo el tal Urrutia, que por lo
que se ve, está en el extremo facho y todo lo que No es facho -para
él- es “terrorista”: le da terror.
Típico de gente que no flexibiliza. Rígido el Urrutia este,
lo que no es un crimen, sólo una limitación que en el caso de un tipo que
legisla igual es peligrosa.
Lo verdaderamente criminal de Urrutia es lo que defiende, su
complicidad con violadores, torturadores, asesinos que se organizaron en el
poder para eliminarnos. Para eliminar a niños, niñas, adolescentes, jóvenes,
gente adulta horrorizada con lo que estaba pasando en Chile desde el 11 de
septiembre del ’73.
Estábamos viviendo el horror. No era necesario conocer
marxismo ni nada, para saber que tanques en las calles, allanamientos, toque de
queda, muertos en el río, no era bueno y había que revertirlo. Y revertirlo no
era pacifista. El pacifismo como estrategia nos colocaba en riesgo de ser
eliminados también como a los cadáveres en la playa, enterrados en hoyos
profundos en el campo, cuerpos ametrallados en cajones…
Crecimos violentadas por el poder dictatorial que les heredó
su plata a los enriquecidos actuales. Y ahí descubro el problemita de Urrutia
con lo que llama “aguinaldo”.
La plata les duele –a todos ellos, los fachos- porque es su
centro, su motivo. Todo su Ser desaparece en su Tener. Lo que defienden por
sobre todo, son sus intereses, su propiedad, ser dueños del fundo,
terratenientes, ladrones con plata que controlan trasnacionales.
Para acumular sus capitales mataron, torturaron, robaron
bancos y depredaron territorios. Lo hicieron desde los resquicios de sus leyes,
no necesitaron encapucharse. Se encapucha el que entendió que el mundo no le
pertenece y debe ocultarse. El que, en cambio, se sabe dueño, actúa a rostro
descubierto y en reuniones de gerencia traspasa capitales hacia sus cuentas en
paraísos fiscales.
Para estar al mando de las patronales persiguieron y desaparecieron
selectivamente a dirigentas, líderes, activistas sindicales, populares. Las
violaron, las amarraron, las tiraron al mar amarradas a rieles. Desataron sus
perversidades sobre la humanidad de quienes luchaban.
Con sus charreteras, asesinos encargados por los patrones y
latifundistas, realizaron su envidia –igual que ahora- en jóvenes que se leían
libros que ellos ni sospechan que existen. Si hay algo que odian los agresores
–lo sé- es que una sepa, porque entonces una responde y actúa.
Así fue la razzia, desde sus frustraciones y al servicio del
poder. Se empoderaron. El empoderamiento lo reconozco bien en la práctica
habitual del(de la) arribista que cree que elevándose en el poder consigue
aquello de lo que carece en su ser, y para realizarlo no trepida en subyugar a
otros y tampoco en borrar su propia historia.
De ese mismo tipo de borrón y cuenta nueva se
construyó la postdictadura, todos sus gobiernos y coaliciones políticas
institucionales.
En la noche, en las noticias, vi el “incidente” en el
Congreso. A Pamela Jiles confrontando a Urrutia, y también a varios hombres
defendiendo al agresor. Aplaudí a Pamela Jiles. Me interpretó amplia y
profundamente. Y los hombres defendiendo al agresor, nada nuevo bajo el
sol. Así nos pasa siempre a las mujeres que nos defendemos y confrontamos a los
agresores (y agresoras), en la familia, en la escuela, el liceo y en la
universidad, en la población, en el trabajo, en las organizaciones, partidos y
movimientos; tenía que pasar también en el Congreso, masculino y
heterosexualizado.
Luego vi a varios derechistas disculpándose por el
agresor ante las cámaras de la televisión abierta, explicando que ellos
no piensan lo mismo… ahí recién pude enfurecerme sin racionalidades ni ironías,
y llorar un rato.
Hiere doblemente que ahora mientan diciendo que “empatizan”
con las víctimas. Pura oralidad. Mientras discursean, destrozan la vida de
inmigrantes con sus nuevas disposiciones y muere una mujer haitiana que no fue
atendida en la salud pública (que ellos proyectaron y los demás gobiernos
estrangularon), por negra y sin manejo del idioma oficial…
Mientras los dere$histas discursean, las adolescentes pobres
están obligadas a parir porque sus médicos objetan conciencia incluso
con el mísero “aborto en tres causales” (que dejó la Nueva Mayoría).
Mientras ellos se limpian de polvo y paja por los dichos del
tal Urrutia, sus policías atropellan a mansalva a jóvenes manifestantes y los
dejan grave (como siempre han hecho).
Mientras posan de éticos, refuerzan policías
racistas al servicio de sus trasnacionales en territorio mapuche.
Mientras ellos, cínicos, se hacen los “pacifistas”, gente
que luchó contra la dictadura envejecemos y el tal Urrutia y sus secuaces creen
que si nos morimos desaparece la memoria y la historia de su crimen. Creen
también que si no nos dan plata, nos van a arrebatar –en su fantasía- la
posibilidad de activismo de la memoria.
Se equivocan porque muchas y muchos de nosotros no luchamos
para obtener gobiernos ni empoderarnos subiendo de pelo y desclasándonos
con “títulos profesionales”; lo que teníamos y hoy persiste, es el sentimiento
honesto de confrontar el horror.
Estos cómplices de violaciones de lesa humanidad, algunos de
ellos, efectivamente torturadores, gobiernan hoy y nos llaman “terroristas” porque
odian la verdad y la memoria que está escrita en los cuerpos y la energía
política de las víctimas de la dictadura, eso es lo que quieren y no pueden
rematar.
*Sobre la autora: Fui presa a los 17 años, me gano la vida
como terapeuta, soy escritora, activista lesbiana feminista antirracista, he
abortado, madre de una hija.