Nueva Mayoría, reformismo y conformismo.
X Ricardo
Tras las elecciones presidenciales, la oposición se jactaba
de haber logrado un excelente resultado, desconociendo que mas del 60% de los
inscritos NO se había molestado en acudir a las urnas.
En realidad eso no me extrañó por cuanto es la repetición de
casi todos los procesos electorales globales. El ciudadano y la ciudadana, no participan,
no votan, no creen, no actúan porque no desean avalar con su participación la
legalidad del sistema.
Un cumpa me escribía desde Santiago
mencionando que la abstención nunca había cambiado el curso de la historia y
que en el país si había una realidad, una propuesta y un deseo de cambiar las
cosas. Me hubiera reído en su cara si hubiese podido, pero que
triste hubiera sido recordarle que solo las revoluciones producen el cambio y
si no se defienden se burocratizan y se pierde todo lo logrado. La toma
del palacio de invierno significó la toma del poder por la fuerza, con fusiles
no con votos, el cambio sustancial, un giro en 180 grados que tan solo en un
par de años se transformó en el apoderamiento por la burocracia arribista y el
adueñamiento de todas sus conquistas.
Pero la degradación teórica de los que sustentan el cambio
con el voto –posible hasta el siglo pasado-, se empantanan sin poder entender
las implicaciones de estas aseveraciones en el compromiso y engranajes
institucionales e ideológicos con el sistema. El sistema los ha absorbido
hasta el grado de no darse cuenta que este los usa y los ata de pies y manos manteniéndolos
en el estrecho espacio colaboracionista. La mal llamada transición se
eternizó y esta colaboración no les permitió hacer los cambios sustanciales que
querían, todo lo contrario, reafirmaron la continuidad del sistema y se
transformaron en los nuevos Pinochet. La degradación se reafirmó a tal
grado que fue capaz de llevar incluso al PC y a las otras organizaciones que
pugnaban por ser diferentes. Así de Concertación pasaron hoy a
Nueva Mayoría con el apoyo entusiasta aun de cerca de un cuarto de los
votantes.
El sistema no ha cambiado, ni cambiará, con este
entendimiento que solo ha logrado continuar la desmovilización y el
desmembramiento de los activistas militantes que hoy, como dije, supera ya el
60%. Este accionar solo ha permitido al sistema consolidarse,
apernarse y desclasar un alto porcentaje de obreros.
Si no hubiesen decidido participar, las luchas populares de
los ciudadanos y la juventud habrían
echado al dictador y otros cambios habrían
prosperado. Pero la historia, una vez mas, es precisa y cuando la
escriban dirán quienes y como traicionaron al país y su pueblo. Si no hubiesen
participado no continuaría el pinochetismo disfrazado de democracia
burguesa. Este continuismo es solo atribuible a los partidos de
izquierda, pues sin esa participación la DC no habría podido gobernar y se
hubiera visto obligada a rayar la cancha de otra manera.
De tal suerte que hoy ni siquiera podemos hablar de una
democracia formal ni de izquierdas decentes o representativas de los
ciudadanos. Por eso los ciudadanos se disocian de las votaciones
porque no les representan. Por un lado los partidos políticos
siguen insistiendo en reformas que consolidan el régimen sin la menor intensión
de cambiarlo y los ciudadanos insisten en cambios reales imposibles o
irrealizables por los partidos políticos que se turnan en un binominal que los
amarra. Mientras los ciudadanos no entiendan que apoyando a los
partidos políticos hacen fracasar sus aspiraciones y las de futuras
generaciones, continuaremos inconscientemente sirviendo de soportes al servicio
de los intereses del sistema.
Por eso, mientras no se entiendan las razones teóricas de
este continuismo, para poder luchar contra el sistema, tendremos que
desempolvar los planteamientos políticos de partidos y organizaciones
pre-Unidad Popular para poder unir, aglutinar, sustituir lo existente por una
confrontación mas real y constitutiva de otras aspiraciones, las de clase.
En un país donde no existe la democracia, la oposición al
margen del régimen, se une en torno a un proyecto unitario de mínimos que
puedan representarlos a todos. Esta oposición que no esta con el régimen sino
contra el, no participa de sus elecciones ni de sus instituciones, pues en su
último objetivo estará por la sustitución de lo conocido y por la calificación
de una democracia representativa real. Cuando se entiende que el
objetivo es distinto y concreto no participará en sus elecciones ni votará en
los comicios. No participará en sus gobiernos, sean estos de pensamientos
progresistas, liberales, nacionales, o conservadores, de derechas o de
izquierda. Por eso se esta con el régimen o se esta contra el
régimen. Se apoya y participa con el régimen o se decide romper con
el propiciando la ruptura, la no colaboración y la actuación en contra o al
margen de los cauces establecidos. En este último tiempo hemos visto
claros ejemplos de lo que afirmo: las revoluciones primaverales, de colores,
árabes, de terciopelo….
Los que están con el régimen, lo apoyan, lo sostienen y lo
conforman, se denominen como se denominen con todas las justificaciones que
quieran, no le abandonarán y sus reivindicaciones propugnadas a través del
régimen no tendrán ningún final feliz para nosotros sino que conformarán el
sistema mismo mas consolidado.
Una oposición reformista contra el régimen tiene que
necesariamente darse desde afuera. Es imposible desde dentro del
sistema. Defender las reformas se dan con la clase y no contra la clase y
para ello hay que confrontar el régimen, no mejorarlo, sino destruirlo.
Como argumentaba este cumpa, hay que mantener la unidad,
conservar la patria, reformar las instituciones y las organizaciones pero sin
destruir lo logrado. Y me preguntaba que es lo logrado, un país
manejado como fundo, una nación que sustenta el libre mercado o la super
explotación de todos los nacionales y las minorías, y el latrocinio
institucionalizado del sistema que nos oprime. Unas organizaciones
políticas que potencian la sumisión y a eso le llaman transición y a ese
engendro se aferran los que pretenden salvaguardarnos, protegernos.
A ese engendro se aferran los políticos que quieren
“sustituirlas” pretextando un practicismo y un realismo entreguista a cambio de
sus particulares promociones neoreformistas, renovadoras,
progresistas. En esto les conoceréis porque su nuevo reformismo no
es nuevo y sus superficiales discursos antisistema es banal, increíblemente
anacrónico, pues se mantiene dentro de lo pactado con sus amos. No existe
diferencia y les mantiene en una alternancia en el poder.
De ahí que, en conocimiento de lo anterior tendremos que
buscar la diferencia, la distinción entre ser o no ser, la alternativa entre lo
que se ha de seguir o lo que se ha de despreciar. Es en la dilucidación
de estas diferencias donde podremos encontrar el significado y las
consecuencias de los éxitos electorales. Es aquí donde podremos entender
si el voto cambiará o no una realidad o la hará imposible de
cambiar. Consolidando el sistema nunca permitirá ganar al ciudadano
y es ahí donde los progresistas socialdemócratas nos han engañado
transformándose en neoreformistas, cara remozada, limpia, con las viejas
envolturas de recetas pro-capitalistas.
El que se ufanen que sus organizaciones cuentan con tal
cantidad de apoyista, o miembros suscritos, y que por lo tanto representan a
…no tiene ninguna significancia en cuanto a que sus estrategias y
planteamientos sean acertados, pues el que el ciudadano se interrelacione con
ellos depende del grado de comprensión o conciencia de clase que ellos
posean. Si estos individuos están alienados solo estarán preparados
para aceptar discursos y propuestas que estén canalizadas ideológicamente al
sistema, dado que en su entendimiento no pretenden salvarse del sistema sino
salvar al sistema para que este les salve.
Sin embargo podremos concordar en que el grado de alienación
llega a la incomprensión de las autoridades cuando constatamos el desarraigo de
identidad del votante trabajador que paraliza y minimiza los procesos
electorales. Para el votante da lo mismo quien sea elegido porque no les
representa. Del mismo modo el que en este tipo de situación una
organización pretendiera un programa confrontacional contra las bases del
sistema, contra las autoridades y contra el sistema capitalista y cuyo
nacionalismo y anticapitalismo supere la verbosidad y superficialidad actual
pudiera ser captada, escuchada y practicada por un número significativo de la
población, sería demasiado utópico o una pérdida de tiempo.
Por eso es de entender y captar que el éxito de la Nueva
Mayoría se enmarca dentro de los límites ideológicos de la izquierda, del
reformismo socialdemócrata y el regeneracionismo chilensis, pues de lo
contrario no hubiesen obtenido los votos que obtuvieron. Esto se puede
comprobar al leer sus aspiraciones y programas, estos no representan
alternativas al régimen sino una pequeña renovación cosmética de la izquierda
del régimen. Es un renovado reformismo populista. Es repetir el mismo
mensaje concertacionista, pero de una manera distinta, nueva, con la certeza de
un cambio dentro del mismo sistema, del mismo régimen, sin cambiarlo. Por
eso la insistencia en que el voto nunca cambiará el curso de la historia, como
insistentemente pregonan los defensores del sistema.
El triunfo de Nueva Mayoría no es una amenaza para el
sistema ni una esperanza de cambio real, ni tan siquiera el sueño de una
transformación de la realidad a corto ni largo plazo.
Intrínsecamente promueven verbalmente propuestas reformistas muy buenas,
sabiendo que ocurrirá todo lo contrario y he ahí las enormes dificultades de
las organizaciones de clase en querer correr con las posibilidades de
transformación.
Mas lo extremadamente confuso y palpable es la inexistencia
de condiciones objetivas y alguna posibilidad de transformación de quienes
entendiendo la problemática se dejan arrastrar por los cantos de sirena del
reformismo, en vez de valorar la realidad rupturista y construir una posición
crítica y combativa que despierte al trabajador, al votante, a la
ciudadanía, a las mujeres. Su ceguera sigue siendo el principal obstáculo.
Así como Camila cambio la posición revitalizada del
estudiantado, habrá que crear una alternativa de cambio que construya un
mensaje inequívoco respecto del régimen en que vivimos y como hemos de
cambiarlo. Habrán de entender que dentro del sistema capitalista no hay
solución y que dentro de este tipo de estado tampoco hay futuro. Que en
lugar de democracias participativas planteen como acabar con esta democracia
burguesa. Que no se hable de economías mas sociables, mas humanas y mas
justas sino de destruir el capitalismo. Que no propongan estados
chilenos, sino librarse de este tipo de estado pinochetista neoliberal. Que … y
entonces se estará construyendo la esperanza de cambios con este tipo de
mensajes y propuestas para que sean escuchados y seguidos por nuestro
pueblo. No será cuando la ciudadanía vote por nueva mayoría sino cuando
les den la espalda y conscientemente les repitan que “nunca se cambió el curso
de la historia con el voto, sino con la revolución.
Lo que ahora
falta aclarar es que estas verdades no se queden distorsionadas por los
vendedores de ilusiones de la izquierda trasnochada, ni ahogada por reformismos
embozados, sino hacerlas llegar al votante, al ciudadano poblador, al
estudiante, al trabajador, a las mujeres y lograr que este asuma su
responsabilidad en el mensaje y lo retrasmita.
De nosotros y solo de nosotros dependerá el que el sol
brille para nuestra clase algún día.
Contra el presente vergonzante
Fraternalmente
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