El Martes 9 De Diciembre En Tecka
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Se Completa La Restitución De Los Restos De Inacayal A Las
Comunidades Indígenas De Chubut.
El martes 9 de diciembre los últimos restos de
Inakayal (Modesto Antonio, como lo llamaron los blancos) que estaban expuestos
en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata regresarán al oeste de Chubut,
129 años después del viaje del lonko (jefe) mapuche a la capital de la
provincia de Buenos Aires, prisionero del Ejército argentino.
Inakayal era hijo de padres de distintas etnias, tehuelches
y mapuches. Fue uno de los últimos jefes de pueblos originarios en resistir a
la campaña militar a la Patagonia comandada por el general Julio A. Roca. En
1885 acordó un parlamento con el general Conrado Villegas, que lo traicionó y
ordenó emboscarlo y apresarlo la noche anterior a la del encuentro.
En lugar de trasladar al grupo –de unas 20 personas- a
alguno de los fortines en donde concentraban a los prisioneros, a solicitud del
perito Francisco P. Moreno fue llevado al Museo de La Plata. Allí Inakayal y
los demás fueron obligados a trabajar como ordenanzas y peones.
En 1888 Inakayal murió –al caer por unas escaleras, según la
versión oficial, muy discutida-, con más de 50 años de edad, luego de lo que
fue diseccionado y expuesto en partes separadas en vitrinas del Museo.
El histórico operativo nace en la ley nacional 25.517,
impulsada por el ex presidente Néstor Kirchner en 2006, que ordenó la
restitución de los restos mortales de museos a los pueblos indígenas que los
reclamen.
Ya el 20 de abril de 1994 habían restituido restos óseos de
Inakayal a las comunidades indígenas de Chubut, para un enterratorio
ceremonial. Esta semana la restitución se completará con su cerebro y cuero
cabelludo, y los restos de su mujer y de su sobrina, Margarita Foyel, reclamada
formalmente por la Comunidad Mapuche Tehuelche Nahuelpan.
"Esta restitución cierra un proceso muy complejo, no
sólo referido al manejo de colecciones antropológicas en los museos, sino sobre
la construcción del Estado argentino en relación con los pueblos
originarios", explica el historiador Wálter Delrio, investigador del
Conicet y docente de la Universidad Nacional de Río Negro.
Delrio investigó la toma de prisioneros aborígenes y su
disposición como esclavos para familias e industrias de todo el país, además de
entregas para prostitución, y también el uso de los restos para investigación
científica sin ningún tipo de escrúpulos.
"Decenas de miles de grandes y chicos fueron
trasladados hacia fortines que funcionaron como centros de concentración para
la distribución posterior a las ciudades. Iban a curtiembres, industrias
vitivinícolas, molinos, zafra, obras públicas; a familias como criados, y
también reclutados en el Ejército y la Marina", añadió.
El investigador define que se trata de "políticas y
prácticas genocidas, tanto del gobierno como de la sociedad civil: la
distribución de los chicos era encargada a damas de beneficencia, la iglesia
Católica los bautizaba cambiándoles los nombres, y los padrinos eran los
presuntos adoptantes".
"Luego de la muerte de miles de indígenas, se
disolvieron los vínculos familiares de los sobrevivientes y dentro de la
estructura estatal se buscó desarticular a los pueblos. No sólo se buscó su
desaparición física sino que se intentó hacer desaparecer a los pueblos
completos, por eso hablamos de genocidio", define.
Moreno había antecedido a la conquista con cinco viajes a la
Patagonia, definidos como exploratorios y naturalistas, en los que contribuyó
con datos a acuerdos de frontera con Chile. Creó el Museo de La Plata y
propició su primer contenido, proceso en el que exhibía y describía a los
prisioneros vivos y luego diseccionados.
Se decía "amigo" de Inakayal y otros jefes, y fue
en función de eso que pidió que sean llevados a La Plata, supuestamente para
poner a salvo sus vidas y destinos.
Los procesos revisionistas críticos tienen distintos
matices, algunos como los de Osvaldo Bayer lo señalan como parte de la
organización y ejecución del genocidio, y otros documentan el aporte
informativo esencial que brindó al Ejército sobre los pueblos originarios y su
geografía.
Recién en la década de 1980, a partir de la militancia
indigenista, comienza un replanteo de la sociedad civil en conjunto: se instala
la temática y se amplía la discusión.
En 1992, con la conmemoración de los 500 años del
descubrimiento de América por parte de Colón, surge un fuerte revisionismo en
todo país, que se hace fuerte en la academia y sectores intelectuales. Además
generó legislación de avanzada a nivel mundial, que entre otras se tradujo en
el Convenio 169 de la OIT, vigente en Argentina por la Ley. 24.071.
En 1994, la nueva Constitución Nacional incluye el artículo
75, que establece la preexistencia de los pueblos originarios al Estado
argentino.
A partir de 2003 y el impulso que el gobierno nacional le
dio a la recuperación de derechos y a la discusión historiográfica, tres años
después se promulgó la ley de Restitución.
Entre esos años, fue esencial la creación del Grupo
Universitario de Investigación en Antropología Social (Guias), en el ámbito de
la Universidad Nacional de La Plata, cuya investigación y trabajo se focalizó
en el Museo y la colección antropológica.
Guias estableció que en la entidad hay 10.000 restos
humanos, de los que están identificados apenas 30, y comenzó a militar por la
aplicación de la ley en todo el país, educar y concientizar, y terminar con el
concepto de que la cuestión indígena es un elemento de museo.
Delrio sostiene que "la restitución es muy importante
como emblema del cambio, termina con el legado de un genocidio del Estado y la
sociedad argentina".
"Les devuelve la condición de personas, no elementos de
colecciones, los reconoce víctimas del proceso genocida y se transforma en los
primeros pasos de una reparación real. Su derecho pasado y también el presente
porque allí están sus deudos reclamando y recibiendo los restos, y
reconstruyendo lazos de parentesco".
Fuente: Originarios.org.ar
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