Amy Goodman |
Pena de muerte: Cuando el castigo cruel e inusual se
transforma en algo usual
X Amy Goodman y Denis Moynihan/enviado x Democracy Now
Esta semana, el estado de Oklahoma torturó a un hombre hasta
la muerte. El martes 29 de abril, Clayton Lockett fue sujetado a una camilla en
la sala de ejecución del estado. A las 6:23 pm, ante una habitación llena de
testigos entre los que se encontraban doce integrantes de medios de
comunicación, se le inyectó en sus venas el primero de tres fármacos. Ziva Branstetter,
editora del periódico Tulsa World, se encontraba entre los periodistas que
observaban. Relataría luego el suplicio de Lockett minuto a minuto:
“6:29 pm. Los ojos de Lockett están cerrados y su boca
ligeramente abierta”.
“6:31 p.m. El médico revisa las pupilas de Lockett, coloca
su mano sobre el pecho del recluso y lo sacude ligeramente. ‘El Sr. Lockett no
está inconsciente’, dice [la Encargada de la Penitenciaría del Estado de
Oklahoma Anita] Trammell”.
Branstetter continúa el relato de lo que está presenciando:
“6:38 pm. Lockett está gesticulando, gruñendo y levantando
completamente su cabeza y sus hombros de la camilla... Parece estar sintiendo
dolor”.
Repentinamente, se cierran las cortinas, ocultando así la
horrenda situación que se desarrollaba en la cámara de ejecución, y se solicita
a los periodistas que se retiren. La muerte de Lockett fue declarada a las 7:06
pm. Branstetter afirmó durante el programa de noticias “Democracy Now!”: “Como
una de los periodistas que fue testigo de lo sucedido, me gustaría recibir más
respuestas. Tengo planeado solicitarlas hoy. Estoy segura de que el abogado a
cargo presentará varias apelaciones. El Departamento de Correccionales nos dijo
anoche que aún no han determinado si esto podría ser considerado como una ejecución
ya que murió de un ataque cardíaco 43 minutos después". La mayoría de las
ejecuciones de Oklahoma tardan unos seis minutos en concretarse. Robert Patton,
director del Departamento de Correccionales, explicó posteriormente que la vena
de Lockett “explotó”.
El “cóctel letal” que se usó con Lockett no había sido
utilizado nunca antes por Oklahoma. El mismo está compuesto de midazolam, como
sedante, bromuro de vecuronio, para detener la respiración, y cloruro de
potasio, para detener el corazón. Estaba previsto que Charles Warner fuera
ejecutado el mismo día que Lockett. Tras el terrible fallo en la ejecución de
Lockett, la Gobernadora de Oklahoma, Mary Fallin, suspendió por catorce días la
ejecución de Warner. El miércoles, al anunciar una revisión de los
procedimientos con inyecciones letales, Fallin expresó: "No le he fijado
al Comisionado Thompson una fecha límite para la finalización de la revisión.
Si no la completa para el 13 de mayo, se emitirá un nuevo aplazamiento, llegado
el momento. Si el comisionado Thompson precisara hacer ajustes, o resultara
necesario modificar los protocolos de ejecución del estado, dicha tarea será
realizada”. Si bien la revisión que ordenó Fallin incluirá una autopsia de
Lockett que deberá ser llevada a cabo por un patólogo independiente, la
revisión en general estará a cargo de un integrante del gabinete de Fallin, por
lo que su carácter de “independiente” se está viendo cuestionado.
Lockett y Warner habían demandado al estado de Oklahoma
alegando que la confidencialidad respecto a la fuente de los fármacos y al
cóctel a ser utilizado en la ejecución infringía sus derechos constitucionales.
Una jueza de Oklahoma estuvo de acuerdo y emitió un aplazamiento de las
ejecuciones el mes pasado. Los magistrados de la Corte Suprema de Oklahoma
estuvieron posteriormente de acuerdo y emitieron su propio aplazamiento el 21
de abril. El 22 de abril, la Gobernadora Fallin, alegando que la Corte Suprema
no tenía jurisdicción, ignoró los aplazamientos y reprogramó las ejecuciones
para el 29 de abril. Al día siguiente, la Corte Suprema canceló su aplazamiento
argumentando que, en realidad, los reclusos no tienen derecho a conocer los
químicos que serán utilizados en sus ejecuciones.
Madeline Cohen representa legalmente al otro hombre condenado
a muerte, Charles Warner. Cohen sostuvo: “Después de que Oklahoma se negara
durante semanas a revelar información básica respecto a los fármacos que se
utilizarían en los procedimientos de ejecución de hoy, esta noche Clayton
Lockett fue torturado hasta la muerte”. Y agregó: “Creo que intentan ocultar
que todo salió terriblemente mal. Recordemos que la ejecución se lleva a cabo
mediante la colocación de vías intravenosas en ambos brazos al mismo tiempo, y
que se supone que dosis simultáneas e iguales se introducen en ambos brazos, y
que se supone además que deben ser dosis bastante grandes de los fármacos. Por
lo que considero poco realista asumir que las venas de ambos brazos fallaron
simultáneamente o que le haya tomado tanto tiempo al médico actuante constatar
que una vena explotó, incluso después de que declaró que el Sr. Lockett se
encontraba sedado. Tiene que haber una investigación exhaustiva, una
investigación independiente y una autopsia independiente o nunca sabremos lo
que salió tan espantosamente mal”.
El fallido procedimiento de ejecución de Lockett tuvo lugar
poco después de un desastre similar en Ohio. El 16 de enero, a Dennis McGuire
se le aplicó un cóctel de dos fármacos. Su hijo, que también se llama Dennis,
fue testigo de su sufrimiento. “Mi padre empezó a jadear y a luchar para
respirar. Vi cómo su estómago hacía movimientos bruscos. Lo vi intentar
sentarse a pesar de las correas que lo sujetaban a la camilla. Lo vi apretar
los puños varias veces. Me pareció que luchaba por su vida, pero se asfixiaba.
La agonía y el terror de ver a mi padre asfixiarse hasta la muerte duró más de
diecinueve minutos”, sostuvo Dennis.
Hay muchas más historias como estas. Los estados se
desesperan por conseguir los fármacos para las ejecuciones, ya que las compañías
farmacéuticas europeas se niegan a vender a los gobiernos estatales de Estados
Unidos cualquier fármaco que pueda ser utilizado en una ejecución. El sitio web
de noticias Colorado Independent obtuvo documentos enviados por correo
electrónico de los que surge que el Fiscal General adjunto de Oklahoma bromeó
con un colega de Texas respecto a que podría ayudar a Texas a conseguir los
fármacos a cambio de entradas preferenciales para un importante partido de
fútbol americano.
El Centro de Información sobre la Pena de Muerte indica que,
desde 1973, 144 personas que habían sido sentenciadas a pena de muerte fueron
exculpadas y posteriormente liberadas. Se trata de personas inocentes que
podrían haber sido ejecutadas. Un artículo incluido en la prestigiosa revista
de la Academina Nacional de Ciencias publicada tan solo un día antes de la
ejecución de Lockett sugiere que más del 4% del total de reclusos sentenciados
a muerte serían liberados si se dedicara el tiempo suficiente para rever
adecuadamente sus casos. Incluso en aquellos casos en que la culpabilidad no
está en discusión, se podría argumentar sobre una base meramente económica.
Ejecutar a un recluso cuesta entre tres y cuatro veces más que mantenerlo
encarcelado durante toda su vida sin posibilidad de libertad condicional.
La mayoría de los países desarrollados han prohibido la pena
de muerte. Estados Unidos comparte la práctica de esta barbarie con países como
China, Irak, Irán y Arabia Saudita. Dado que muchos estados de nuestro país
llevan a cabo atroces experimentos con prisioneros, como en el caso de Lockett,
resulta de vital importancia recordar que la Constitución prohíbe el castigo
cruel e inusual. Lamentablemente, el castigo cruel e inusual se está
transformando en algo cada vez más usual.
Traducción al español del texto
en inglés: Fernanda Gerpe. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español,
spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero
internacional que se emite diariamente en más de 750 emisoras de radio y
televisión en inglés y en más de 400 en español. Es co-autora del libro "Los
que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en
Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
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