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PUNTADA CON HILO, COMUNICACIÓN DE MUJERES, fue un periódico en papel que circuló en los años '90. Nos definimos feministas y "con perspectiva de clase".

Salíamos mensualmente en todo chile, también llegábamos a otros países latinoamericanos. A organizaciones de base, tanto de mujeres como mixtas, llegábamos sin costo alguno o hacíamos un trato: una sola suscripción a cambio de varios ejemplares cada mes. Las ONGs e instituciones en cambio debían pagar sus suscripciones completas.

PUNTADA CON HILO se destacaba por un lenguaje directo, cercano, claro y por manejar como sus fuentes primarias los testimonios de las propias mujeres, sus experiencias, sus formas de evaluar los acontecimientos políticos y sociales, sus denuncias, sus ideas y elaboraciones políticas y culturales. Las "autoridades" en diversas materias, no pasaban de ser un apoyo secundario -tal como las estadísticas e informes oficiales-.

Denunciamos la falsedad de la llamada "vuelta a la democracia", las manipulaciones de los partidos políticos, rechazamos la instrumentalización de la lucha popular que hicieron -y hacen- la mayoría de las ONGs e instituciones -con honrosas excepciones-. Destacamos el feminismo popular, la mirada de clase y nos esforzamos por no caer en la sobreideología que daña -desde nuestra perspectiva- las luchas sociales. Hablamos mucho desde lo íntimo y desde los procesos que hacemos las mujeres en lo personal que es lo que realmente -estamos seguras- construye lo político cuando hay organización.

viernes, 29 de marzo de 2013

LA DERECHA NUNCA GOZÓ TANTO EL SEXO-GÉNERO...



La Derecha nunca había gozado tanto el sexo-género.
X Victoria Aldunate Morales
Fin de marzo, las denuncias de violencia hechas por mujeres pueden volver a tratarse como pataletas de locas despechadas –y llamarles SAP, Síndrome de Alienación Parental en lo que a sus hijos e hijas se refiere-, pero demos gracias a María en semana santa que igualmente la muerte por femicidio logra seguir neutralizando aquello de “Violencia Cruzada”; porque si a una la matan, ya no la culpabilizan.

El viernes 8 de marzo la locutora de la radio Bío Bío -muy popular entre movimientos sociales- entrevistó a la ministra de la mujer de Piñera. Esta señora dio algunas cifras y subrayó que el gobierno está integrando una campaña sobre la violencia en los romances de jóvenes. Ella cree que es una medida radical de esta administración política y la compara con su campaña de “maricón es el que le pega a una mujer”, que fue muy exitosa y acogió, desde la Derecha, a la diversidad sexual, especialmente a los hombres homosexuales que ahora ya todo el mundo debe nombrar en inglés: “gays”.
 
Terminó la entrevista, la locutora dijo un lugar común sobre “la fuerza de las mujeres” y un comentarista deportivo que se integró al panel le replicó con un chiste sobre la belleza femenina felicitándola “en este día”. Vino el deporte. Sonaba como algo muy pero muy serio: el desgarro de un jugador. Y luego la noticia que el comentarista deportivo “debe dar”, pero que “no le hace honor a esta sección”: la condena de un futbolista estrella por violencia contra una mujer -al parecer contra su novia-. El equipo radial lamenta que un jugador tan brillante se vea envuelto en una noticia “tan desafortunada”, (sólo desafortunada). Otro locutor dijo que no hay que olvidar “los triunfos que el hombre le ha dado a su país”, la entrevistadora reforzó esta observación y no hizo ningún comentario sobre la violencia contra las mujeres de la que había hablado con la ministra derechista hacía no más de 10 minutos.

La equidad de la violencia machista
La parada estaba solitaria y oscura. Un hombre pasó de largo, llegaron más autobuses, pero ninguno era el mío, vino un tipo caminando en un sutil zigzag, no tan obvio como cayéndose de borracho -más bien par de cervezas- y fue directo a donde estaba yo. Salté como resorte al lado contrario y me puse a maldecir -para mis adentros- al transanfiasco Laguista, esta “Obra Pública” concertacionista que nos hace esperar horas para llegar a destino. El tipo del par de cervezas parecía tranquilo y me avergoncé por haberme escapado de su lado como si oliera mal. Llegó una pareja, el tipo cambió su actitud y me siguió: “Oye!”, “¡Oye a dónde vai tan solita!”… Mi olfato no me había engañado, el tipo sí olía mal. ¡Andate a la mierda!, le dije, y él me insultó amenazante, luego de unos segundos se alejó. Noté que la pareja me miraba extrañada… ¿Sería yo una puta? ¿Sería la mujer del tipo? –esposa o prostituta, ¿cambiaría algo?-... o qué pensarían, no sé, pero no soy pacifista, si volvía el tipo, yo le pegaba. ¿Qué dirían entonces: riña callejera, pelea de pareja, violencia cruzada? ¿O quizás hablarían de una “agresora de hombres?”…

El concepto “violencia de género”, en la vida cotidiana y “ciudadana”, está operando como un tipo de violencia “simétrica”, “neutral”, “equitativa”. Es como en la violencia intrafamiliar o incluso en leyes para combatir la Violencia contra las Mujeres como el proyecto de Ley Integral Contra la Violencia a las Mujeres, de Bolivia, donde las esposas –y demás mujeres- tienen el reconocimiento de agresoras (Art. 6). En $hile, en los medios, ya se habla de “cifras negras de hombres víctimas de violencia”.

El maltrato infantil cada vez se menciona menos y en su lugar se subraya “malos ejemplos” de adolescentes encapuchados y niños delincuentes, niños indeseables que deben ser encarcelados y a los que no debe dejarse salir por la puerta giratoria hasta que maduren. También se habla cada vez más de denuncias falsas de abuso sexual y pedofilia, y se las generaliza como algo que está sucediendo.

La violación que había dejado de ser un delito de honor y habíamos revelado como un crimen contra la libertad sexual y abuso de poder patriarcal, se ha colocado en duda nuevamente porque ¡oh coincidencia!, justo cuando los abusadores estaban sintiéndose señalados y menos campeones que antes, se vuelve a sospechar  -ahora con investigaciones y lenguaje comunicacional siglo 21- de las abusadas.
 Surgen o se subrayan denominaciones institucionales, algunas judiciales y otras psicológicas, como por ejemplo “habilidades parentales” a las que -cómo no- en ocasiones se les aplica el enfoque de género y se pueden nombrar como “marentales”. El diagnóstico de...  SEGUIR LEYENDO 

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