Caimanes: el pueblo que la minera del Grupo Luksic dejó sin
agua
Enviado X Adolfo Garrido Contreras*/Ciper Chile, Centro de
Investigación Periodística
Caimanes. ¿Qué es eso? Pocos lo saben. Por eso fui junto a
mi hija y unos amigos hasta allá: a Caimanes, un pueblo en la comuna de Los
Vilos, provincia del Choapa, Cuarta Región. Lo que encontramos fue una
comunidad a la que Minera Los Pelambres, del Grupo Luksic, dejó sin agua, como
ya ha pasado tantas veces con este tipo de empresas o con las agroindustrias
que compiten con las comunidades por el uso de este compuesto vital. Vemos que
en Chile son demasiadas las veces que el gallito lo gana la empresa y lo pierde
la gente, la que queda –literalmente– seca y defecando en bolsas de plástico.
El problema adicional de las mineras es que cuando el agua se mezcla con ácido
sulfúrico, ésta es irrecuperable de por vida (el ácido sulfúrico es uno de los
compuestos químicos más corrosivos y tóxicos usados para romper la roca y sacar
el mineral).
Caimanes es hoy una localidad que tiene agua contaminada e
intomable, un tranque de relave que amenaza con derramarse sobre su par de
miles de habitantes y que sufre la típica división social que producen estas
empresas y sus equipos de intervención. Por supuesto, como pasa siempre, nada
se ve del desarrollo y del trabajo que se promete cuando la mega empresa llega
con sus camiones, luces, retroexcavadoras y esperanzas de plástico.
Dinero versus destrucción del ecosistema y la tranquilidad
comunitaria: la gran disyuntiva o el espejismo con el que se hipnotiza a las
poblaciones. Hay una horda de periodistas, sociólogos, antropólogos e
ingenieros que han generado un manual o una rutina para meterse en una
comunidad y fascinarla con un par de brillos o el tintineo de algunas monedas.
Con eso logran enfrentar a hermanos contra hermanos, padres contra hijos o
vecinos contra vecinos y, ya implantado el virus de la desconfianza y el miedo,
el resto se hace solo.
Caimanes logró oponerse desde mediados de la década pasada a
esta invasión sencillamente mortal. Sus habitantes fueron traicionados por unos
cuantos dirigentes, como es habitual, pero lograron reaccionar. Tras obtener
dos resoluciones de la Corte Suprema para restablecer el curso de agua que
abastecía a la ciudad, y ante la negativa por parte de Minera Los
Pelambres a acatar dichas resoluciones, los habitantes se tomaron el camino de
acceso a las faenas hace 62 días. Pero la toma es dura y, por supuesto, la
empresa juega a cansarlos.
¿Cuánto aguantarán bebiendo agua envasada –los que pueden– o
exponiéndose a graves enfermedades –los que no pueden–? ¿Cuánto soportarán
sabiendo que este lago de veneno se construyó justo en el cerro y sobre las
fuentes subterráneas de agua que, probablemente, ya fueron contaminadas? ¿Cómo
seguirán durmiendo, sabiendo que ellos y sus hijos pueden ser arrastrados por
esa riada maldita cuando el cerro que está sobre sus cabezas ceda por algún
terremoto?
Además de aguantar, sólo les quedan dos opciones: alejarse
de sus raíces y lograr una indemnización que nunca va a cubrir el daño real o,
simplemente, cansarse y abandonar. La disyuntiva es brutal. De todas maneras,
el pueblo está condenado. Sus formas de vida tan comunitarias y peculiares ya
han sido arrasadas. Antes de la llegada de la empresa eran un sólo cuerpo: todo
se hacía en familia, las casas y los autos quedaban siempre abiertos, y las
bicicletas y juguetes, tirados en la calle. Podían confiar. Hoy no es así.
Por la población flotante y la división que provocó la
negociación obligada con la empresa, empezaron a conocer las llaves, los
candados, las rejas, la desconfianza, la insidia inyectada por los expertos del
trabajo sucio social y todas las formas de rumor que, simplemente, terminaron
por destruir las bases de su armonía.
Pero hay también buenas noticias: el pueblo logró
recuperarse y, después de que unas cinco familias recibieron una jugosa suma
para firmar los acuerdos a espaldas de sus representados, reordenó sus fuerzas.
Muchos rechazaron el par millones con los que la empresa del Grupo Luksic
pretendía cerrarles la boca. Acordaron echarlos transparentemente a un fondo
común y, devolviendo las mismas flechas con las que los atacaban, se tomaron
entre todos el camino a las faenas. Más de dos meses llevan resistiendo sin que
casi nadie sepa, ni de la acción rebelde ni de sus razones.
Las calles se vaciaron en Navidad y en año nuevo: terminaron todos unidos en la toma, como ya no les sucedía hace demasiado tiempo. Estaban
al medio de un camino polvoriento y desolado, pero juntos. Por el tiempo que
les quede, pero intensamente juntos.
Ya fueron vencidos el calor, la tierra, la falta de agua, la
lejanía de la familia, los conflictos artificiales, los miedos, los riesgos
para la salud, las incomodidades, las plagas y lo que se pueda imaginar de un
terreno semidesértico y un sistema que los amenaza como nunca. El resultado
final no depende sólo de ellos, sino de todos los que podamos difundir este aporreo
silenciado y sumarnos a lo que nos afecta o, tarde o temprano, nos afectará
personalmente.
Pensemos: si el pueblo de Caimanes no hubiera estado
emplazado allí, Luksic y sus intereses no habrían tenido una sola dificultad
para plantar un tranque de relaves encima de las fuentes hídricas de esa zona,
cortar sus cursos de agua dulce y llenar de ácido todo lo que hubiera querido.
Todo sin que nadie se hubiera enterado, porque ni siquiera ese humilde y
ensombrecido pueblo hubiera levantado su hilo de voz. Eso está pasando en el
mar, en el desierto, en las montañas y en muchas otras lejanías donde nadie lo
ve aún; por lo que, ahora que lo podemos sentir gracias a esta comunidad
afectada, lo menos que podemos hacer es estar junto a ellos, cuántas veces podamos.
Volver a estar juntos como hace muchos años ya no lo sabemos hacer.
Intensamente juntos, arrinconados y golpeados, pero juntos hasta donde nos sea
posible.
(*) Adolfo Garrido C. es periodista.
Fuente: Ciper, Centro de Investigación Periodística
EL 8 DE FEBRERO DE 2015 LUKSIC QUIEN NO ACATÓ EL FALLO EN FAVOR DE LA COMUNIDAD ENVÍO PAKOS A CAIMANES
El dueño de $hile, Luksic no acata fallo judicial y
mandó a Carabineros a reprimir a la Comunidad de Caimanes
X Radio Francia/Gamba
Un gran contingente de Fuerzas Especiales de
carabineros irrumpió en el sector de acceso del Tranque El Mauro, en donde vecinos
de la localidad de Caimanes mantienen cortes de ruta, esto tras casi 70 días en
donde la comunidad de Caimanes (comuna de Los Vilos) estableció un campamento
para que la Minera Los Pelambres cumpla lo sentenciado por la Corte Suprema.
La acción represiva resultó con 4 personas detenidas,
entre ellas un menor de edad y 2 adultos mayores. También fueron destruidas
varias cosas que mantenían los vecinos incluyendo generadores de electricidad,
televisores, una cocina y la comida que fue botada por carabineros. A pesar de
aquello, la comunidad de Caimanes volvió a recuperar su campamento y mantiene
los cortes de rutas en resistencia para hacer cumplir el fallo de la Corte
Suprema.
(ANDRÓNICO LUKSIC, GRUPO LUKSIC, ENTRE LOS ENRIQUECIDOS DE $HILE, AGRESOR DE LA COMUNIDAD DE CAIMANES, 4ª REGIÓN) |
LUKSIC NO CUMPLE UN FALLO JUDICIAL, ACUSA A LAS
AUTORIDADES QUE UNOS POBLADORES LO ESTÁN MOLESTANDO Y ESTOS MANDAN A
CARABINEROS A REPRIMIR A LOS POBLADORES
CADA DÍA MÁS LINDA LA DEMOCRACIA DE CHILE
Febrero 8, 2015
Fuente: Gamba, La Rebolución de los monos
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