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PUNTADA CON HILO, COMUNICACIÓN DE MUJERES, fue un periódico en papel que circuló en los años '90. Nos definimos feministas y "con perspectiva de clase".

Salíamos mensualmente en todo chile, también llegábamos a otros países latinoamericanos. A organizaciones de base, tanto de mujeres como mixtas, llegábamos sin costo alguno o hacíamos un trato: una sola suscripción a cambio de varios ejemplares cada mes. Las ONGs e instituciones en cambio debían pagar sus suscripciones completas.

PUNTADA CON HILO se destacaba por un lenguaje directo, cercano, claro y por manejar como sus fuentes primarias los testimonios de las propias mujeres, sus experiencias, sus formas de evaluar los acontecimientos políticos y sociales, sus denuncias, sus ideas y elaboraciones políticas y culturales. Las "autoridades" en diversas materias, no pasaban de ser un apoyo secundario -tal como las estadísticas e informes oficiales-.

Denunciamos la falsedad de la llamada "vuelta a la democracia", las manipulaciones de los partidos políticos, rechazamos la instrumentalización de la lucha popular que hicieron -y hacen- la mayoría de las ONGs e instituciones -con honrosas excepciones-. Destacamos el feminismo popular, la mirada de clase y nos esforzamos por no caer en la sobreideología que daña -desde nuestra perspectiva- las luchas sociales. Hablamos mucho desde lo íntimo y desde los procesos que hacemos las mujeres en lo personal que es lo que realmente -estamos seguras- construye lo político cuando hay organización.

jueves, 12 de abril de 2018

CARTA DE FEMINISTA COMUNITARIA ANTIPATRIARCAL SOBRE LA VIOLENCIA VIVIDA DE PARTE DEL “FEMINISMO COMUNITARIO”

Rayado del "Feminismo Comunitario" en La Paz, año 2009 (Foto: victoria aldunate)



PRONUNCIAMIENTO
Enviado y autorizada para publicación x Adriana Guzmán
A quienes firman y se dijeron compañeras y hermanas

Desde Bolivia construimos la propuesta de un feminismo que plantea la comunidad y la comunidad de comunidades como proyecto político de mundo frente a un sistema patriarcal capitalista colonialista y racista. La propuesta fue parida en medio de un proceso de cambio en el que creemos y al que aportamos, por eso, por responsabilidad política con la propuesta y con el proceso que vive nuestro pueblo, a pesar de los dolores y decepciones que causa su comunicado y la forma como ha sido utilizado, respondo en respeto a los momentos y sueños compartidos, los que lastimosamente han sido insuficientes para actuar en consecuencia. No construimos lo suficiente y no podemos seguir llamándonos compañeras y menos hermanas, habitamos la lucha de manera distinta, unas al lado del poder y otras en contra de las relaciones de poder y dominación.

Comparto mi posición y las reflexiones construidas desde mi cuerpo.

No hay destrucción, lo que hubo es una construcción insuficiente
Después de muchos años de lucha, como Tejido Bolivia asumimos un proceso de descentramiento porque reconocíamos el caudillismo de Julieta Paredes que nos estaba consumiendo y que dejaba la puerta abierta para que se reciclen prácticas jerárquicas, soberbias y violentas. Todo encubierto en que era compañera, feminista, y tenía más de 20 años de lucha, es decir, siempre le salíamos debiendo. A pesar de eso y con la esperanza de autocriticarnos y cambiar entre compañeras apostamos por la construcción de una orgánica, un movimiento internacional que recogiendo y alimentando las luchas en distintos territorios nos abrazara como hermanas de un mismo pueblo, el oprimido.

La Orgánica en Bolivia fue pensada también como metodología que fortaleciendo a todas en sus acciones y discursos, en sus procesos personales y públicos, hiciera circular el poder para construir la comunidad. Entendimos y asumimos el Feminismo Comunitario como un Movimiento Orgánico, como un cuerpo, uno en el que cada partecita es importante y vital.

La construcción de la orgánica significó debates internos pues otra vez se repetían las prácticas de Julieta que designa a quienes son o no son representantes, quienes están o no en el movimiento, cuidando siempre de ser ella la voz oficial. Eso fue cuestionado, nos posicionamos y comenzó el ataque a quienes decidimos hacerlo. Lastimosamente no construimos una orgánica capaz de enfrentar el poder ni la manipulación, no logramos profundizar nuestra reflexión sobre la violencia, y haciendo autocrítica, no tuvimos herramientas ni siquiera para reconocerla. Sin embrago el Tejido Bolivia se posicionó, pidió ayuda desesperada a la orgánica, a las hermanas mayores y a cambio fuimos cuestionadas.

No destruimos nada, como dicen ustedes en su comunicado, construimos poco y sobre bases débiles. Mis compañeras me pidieron que resistiera en la vocería para no ceder a las imposiciones y manipulaciones de Julieta, así lo hice hasta que decidimos por mi salud y por cuidado del movimiento acortar mi mandato. Finalmente dos compañeras se fueron porque no existía en Julieta la voluntad para reflexionar ni reconocer sus actos lejos de la justificación y Jimena y yo decidimos quedarnos esperando la Asamblea de Asambleas creyendo que juntas podríamos acompañar una reflexión pero no lo logramos. El Feminismo Comunitario dejó de existir en Bolivia, las que construimos por años, las que pusimos nuestra vida ya no estamos, y no fue una ruptura por un conflicto de pareja, fue una ruptura por posicionarnos desde la vida frente a la violencia que busca la muerte.

Nosotras también nos hicimos cómplices de las sistemáticas rupturas provocadas por Julieta con otras compañeras, no escuchamos las denuncias de acoso sexual, violencia, hechas por organizaciones de lesbianas en La Paz, por Mujeres Creando, por la Asamblea Feminista de Cochabamba, hechas por Lorena Cabnal de Guatemala, Genoveva de Argentina, Victoria Aldunate de Chile, creímos y defendimos a nuestra “líder” que desvirtuó estas denuncias diciendo que ellas eran las violentas, lesbofóbicas, racistas, colonialistas, envidiosas, plagiadoras de su pensamiento.

Un escenario en el que el mundo complotaba contra ella y nosotras teníamos, desde la feminización, que salvarla y defenderla. En todos los casos se victimizó y dijo que ella solamente amó y confió sin medida. Solo las manipuladoras presentan un complot mundial contra ellas. Y eso es Julieta Paredes una hábil manipuladora que usa esos mismos argumentos hoy contra nosotras.

Desde esos elementos y hoy con su complicidad, Julieta ha convocado a otras compañeras, que desinformadas y sin herramientas para enfrentar la manipulación y el machismo deciden seguir su juego y construir una organización sobre nuestro trabajo, sobre nuestros aportes, apostando a un proyecto colectivo que será nuevamente un proyecto personal. Eso traiciona todos los principios que supuestamente se ha planteado el feminismo comunitario. Con dolor hemos aprendido que NO SE CONSTRUYE SOBRE EL DOLOR DE OTRAS MUJERES, no se puede construir desde la complicidad, lo sabemos.

Lo personal es político
Desde el 2003, después de la masacre del gas, con la claridad de que luchar contra el neoliberalismo no era suficiente para las mujeres, y que a eso el feminismo le llamaba patriarcado, fui parte de la construcción de la Asamblea Feminista y del Feminismo Comunitario. El 2013 iniciamos una relación de pareja con Julieta que tenía también un sentido político, alimentar a la organización, hacer comunidad e inventar la crianza comunitaria, haciendo política desde el cuerpo, nuestro cuerpo de feministas comunitarias. Las relaciones de poder se reproducen también en lo privado y en lo íntimo y por eso terminé la relación en marzo del 2015 y decidí seguir construyendo como compañera de lucha, decidí tratar de reconstruir una comunidad que se había convertido más bien en una familia. Eso me permitió aportar con mayor claridad a la organización.

El 2016 a casi un año de no ser pareja Julieta en un claro ejercicio de violencia que permanentemente denunciamos como feministas, jaqueó a mi correo personal, Facebook y wasap. Encontró mensajes privados e íntimos de mi relación y los utilizó para empezar una tortura sistemática que buscaba como ella misma lo dijo acabar conmigo, con mi existencia, con mi palabra y con mi vida. Empecé otra relación cuatro meses antes de terminar con Julieta y no se lo dije por miedo, miedo a toda la reacción violenta que desencadenó aún un año después de no ser pareja. Miedo a que destruyera la organización, miedo a que manipulara a mis compañeras como lo había hecho en sus anteriores rupturas, miedo a que atentara contra mi vida como lo hizo. Una tiene miedo, aún siendo feminista, cuando vive en relaciones de poder porque es ahí donde se puede dar el sometimiento y la violencia, yo tenía miedo porque conocía de lo Julieta es capaz escudada en el alcohol, encubierta en el “amor” y protegida por las complicidades que un mundo patriarcal y machista genera.

Me quedé en el espacio que mal llamábamos “comunidad” porque tenía una pequeña esperanza de enfrentar todo políticamente, reflexionar y aprender. Yo no venía del feminismo ni me había definido antes como lesbiana y acepté toda la culpa que Julieta depositó en mi, todas sus imposiciones que supuestamente eran para sanar. Acepté que mi intimidad se discutiera en asambleas, acepté que los mensajes se hicieran públicos, que Julieta se los entregara a Diana que además de ser compañera de la organización es mi hija, acepté que en la comunidad se me sancionara en las muchas formas que ella propuso. Debo decir también que me quedé y acepté muchas cosas porque como les pasa a muchas mujeres no tenía donde ir, no tenía un espacio para vivir con Diana y Julia, hasta que lo encontré.

Fueron meses de tortura inimaginable, noche enteras en las que Julieta me leía los mensajes para que explicara cada una de las palabras, abriéndome los ojos con sus propias manos, haciéndome escuchar audios, se metió en mi intimidad y en mi sexualidad para consolidar la culpa, no la culpa de haberme enamorado de otra persona, sino la culpa de haberla dejado de querer, porque no se puede querer a quien te agrede, te maltrata, te usa y te violenta permanentemente. El 17 de marzo la violencia se profundizó, nuevamente con mensajes en la mano me cuestionó, me golpeó y destruyó el espacio en el que vivíamos. Pedí ayuda a las compañeras, llegó Jimena, nos golpeó a las dos, hecho 40 litros de alcohol por toda la casa, abrió las válvulas del gas y prendió fuego. Eso es un intento de feminicidio, no tiene otro nombre. En medio de todo eso yo fui al cuarto de Julia para sacar sus cuadernos para que no se quemaran, ahí apareció Julieta y me atacó sexualmente diciendo que me haría lo que me gustaba según los mensajes que había encontrado. Jamás lo dije por vergüenza, porque asumí la culpa que ella me asignó. Jimena apagó el fuego cerró el gas y escapamos para salvar la vida. Los vecinos habían llamado a la policía pero nosotras optamos por cuidar la imagen de Julieta y lo que supuestamente ella representa en Bolivia y dijimos que nada pasaba.

Esa no fue la única vez que intentó quemar la casa conmigo dentro, dos veces más tuvimos que salir huyendo con Diana y Julia, incluso por el techo. Haciendo uso de su manipulación Julieta planteó que los conflictos se resuelven en comunidad, dijo que haría terapia y volvimos a vivir en el mismo espacio. Planteo que yo que la había lastimado y que debía reparar ese dolor, la reparación para ella consistía en escucharla días enteros reclamando por los mensajes, por mis sentimientos, planteó una reparación sexual pues debía satisfacer sus deseos en tanto ella encontraba otra pareja. Soporté noches enteras de tortura amenazada con que iba a prender fuego o que iba a gritar y a despertar a Julia, me encerró varias veces y me presionó para que escribiera un email rompiendo mi relación, me obligó a decir que aún la quería.

Como ustedes saben ella escribió una carta en la que reconoce parcialmente su violencia y la justifica victimizándose, sí seguramente duele que te dejen que querer, pero ahí no asumo ninguna culpa no puedo querer a mi agresora que se esconde en un falso discurso feminista del que muchas se hacen cómplices. En esa carta ella pide perdón, como si de perdonar se tratara despolitizando lo hecho, y algunas de ustedes la perdonan por encima de mi cuerpo, del cuerpo de mis compañeras y del cuerpo de las wawas que habían compartido nuestros sueños. YO NO TE PERDONO JULIETA PAREDES, no somos parte de una iglesia para pedir perdón, trataste de matarme y tienes que enfrentar a la justicia.

Todo esto se los conté en la tan esperada Asamblea de Asambleas a todas ustedes, pues aunque todas decidieron que no se hablara del tema se habló y yo frente a mi agresora con mucha dificultad para hablar y presionada porque varias que ya me habían dicho que mi denuncia era muy grave, me desdije y afirmé que Julieta no era una feminicida. De las 10 personas que estábamos ahí que escuchamos todo esto ninguna pudo posicionarse y reconocer que si le prendes fuego a tus compañeras estas intentando matarlas. Ahí opera el machismo y el miedo generalizado entre todas que fueron incapaces de reconocer la gravedad de la violencia. Solo recibí pronunciamientos de pasillo, casi a escondidas me dijeron que entendían, que sabían, que era grave, que Julieta estaba metida en el amor y odio, que me quería cerca pero que a la vez me atacaba. Eso debió decírsele a Julieta pero nadie tuvo el valor.

Como feminista comunitaria aporte a la construcción de la orgánica, una orgánica donde todas somos un cuerpo. Hoy estoy segura que no lo fuimos, un cuerpo se duele de lo que le pasa y ustedes a pesar de que pedimos ayuda, de haber leído la carta de Julieta, jamás se dolieron de mi dolor, nunca preguntaron cómo estaba yo, o Diana o Julia. Les informamos del acoso obsesivo que Julieta inició contra Diana y contra su camino como dirigenta universitaria, les informamos que a pesar de los acuerdos su acoso y violencia se mantenía en una persecución que nos llevó a vivir casi escondidas y nos enviaron su comunicado de sanción diciendo que se trataba de un conflicto entre partes, al igual que toda la institucionalidad que protege a los machistas cuando una mujer quiere denunciar.
Ni siquiera el hecho de que Patricia Ochoa se saliera del movimiento, siendo una hermana que se posiciona frente a la violencia, que tiene un largo camino de lucha y que fue parte del consejo de hermanas mayores para acompañar a Bolivia, les hizo sentido para reflexionar, como muestra del control que ejerce Julieta nadie, nadie dijo públicamente nada a Patricia ante su retiro para evitar seguro las represiones.

Tal vez si se hubiera tratado de sus compañeras, tal vez si hubiera atentado contra alguien de México o Chile, o si hubiera afectado a las wawitas de otros territorios, que igual que Julia creen y le cantan a la comunidad, la historia hubiera sido distinta, tal vez. O posiblemente hubieran actuado igual doliéndose únicamente por Julieta, cuidándola, eso solo da cuenta de las relaciones de poder en las que todas terminamos metidas y da cuenta de que es mentira, el feminismo comunitario no se posiciona desde la vida.

El uso de su comunicado
El comunicado que enviaron en enero, donde solapadamente nos castigan por querer denunciar a Julieta ante la justicia y nos piden que no nos llamemos feministas comunitarias, es la prueba más clara de su falta de posicionamiento. Nos piden a Jimena, a mí y a Julieta que no “nos nombremos desde el feminismo comunitario” y a la vez organizan giras por distintos países para llevar la palabra de Julieta Paredes, feminista comunitaria, eso supera la complicidad, refleja un seguimiento ciego a la caudilla.

Me cuesta creer que todas las que firman hayan estado informadas de todo, que se hayan hecho informes de la Asamblea de Asambleas en cada territorio, creo que se hizo un pacto de silencio para no decir lo que pasó, pacto que encubre la violencia de Julieta y en el que se recicla una lógica familista y moralista de “cuidar la imagen del feminismo comunitario”, como ustedes mismas dicen.
Su comunicado fue utilizado por Julieta para exigir que nos saquen de espacios donde hemos luchado hace años, ha servido para que cierre el programa de televisión ¡Despatriarcalización Ya! que era una herramienta para profundizar el proceso de cambio desde las mujeres. Ha servido para que nos robe todos los ahorros de la organización, sacando el dinero del banco que manteníamos en una cuenta conjunta pensando que algo de ética tenía.

Organizamos la Asamblea de Asambleas prestándonos dinero y se los informamos porque no nos habían pagado aún la publicidad del programa, con esas deudas hemos quedado por creer que éramos un cuerpo.

Con su comunicado, en el que nosotras ya no somos feministas comunitarias Julieta ha cerrado un proyecto en el que trabajábamos las tres, eso aquí en Bolivia se llama acoso laboral. No hay ningún conflicto de intereses, las acciones de Julieta son de acoso y violencia que apuntan al exterminio, porque nosotras somos testigos vivas de sus acciones y porque nos hemos atrevido a decirlo.
Su comunicado no es político pues habla de que no tenemos voluntad para superar la crisis, y acá no hubo crisis hubo intento de feminicidio ¿Cómo supuestamente se supera eso?

Nos dicen que será la última vez que dedicarán tiempo y energía al “conflicto”, pero no dicen que usarán ese tiempo y energía para abrir espacios a quien ha sido violenta, y esperamos no usen ese tiempo y energía para funarnos, como se hizo con Lorena, Victoria, Francesca, por mandato de Julieta.

Por todas esas razones es que hago una ruptura política con el Movimiento Orgánico de Feminismo Comunitario, por la falta de reflexión, posicionamiento y por la complicidad con la violencia.
No pueden ustedes pedirme que deje de nombrarme feminista comunitaria, aporte a la construcción del movimiento con mi cuerpo y casi me cuesta la vida. Creo que el feminismo es el espacio de lucha, creo en la comunidad como alternativa de vida frente al patriarcado capitalista individualista y colonial y me nombro feminista comunitaria hoy antipatriarcal porque mi lucha sí es contra el patriarcado.

Con su comunicado y protegida por la impunidad que le ha otorgado la organización, Julieta persiste en el acoso, la violencia política, la difamación y la persecución. Eso también atenta contra la vida, contra mi vida, contra la vida de la compañera Jimena, contra el camino de todas quienes se han posicionado sabiendo quién es Julieta. De ese atentado que permanece están ustedes informadas.
Adriana Amparo Guzmán Arroyo



[1] Hace referencia al “Comunicado del Movimiento Orgánico de Feminismo Comunitario de Abya Yala, Tejido México, Tejido Chile, Tejido Migrante”, incluidas ahí feministas comunitarias de Chile, México y Suecia, del 17 de enero de 2017 firmado por Erika Enriquez Espinosa (Tejido Ciudad de México, según se nombran), Ericka Espinosa, María Matias, Tranquilina Luisa Guzmán, Zarel León, Mariana Godoy (Tejido Guerrero, según se nombran), Itandehui Santiago, Esther Cruz, Silvia Hernández, Edna Velazco, Lucila Sosa, Marisol (Tejido Oaxaca, según se nombran) , Carmen Gloria Marchant , María José Carrasco, Roxana Peso Delgado, Virginia Toro, Leyla Labrin, Janis Quinchavil , (Tejido Chile, según se nombran), Carolina Pinilla , América (Tejido Migrante, según se nombran).

COMUNICADO AL QUE HACE REFERENCIA EN SU CARTA LA AUTORA:
Chile, México, Suecia 17 de enero de 2017
Comunicado del Movimiento Orgánico de Feminismo Comunitario de Abya Yala, Tejido México, Tejido Chile, Tejido Migrante
Hermanas – compañeras de La Paz, Bolivia.

Saber nuevamente de la situación de la crisis en el territorio de Bolivia, con todo y las implicaciones que ha tenido hasta estos momentos, nos hace una herida honda como compañeras y hermanas, insistir en querer ser orgánicas, en apegarnos a los principios del feminismo comunitario, a la raíz del planteamiento de ser movimiento y ser útiles para las luchas de nuestro pueblos en la región y el mundo, se ha convertido en un discurso rebasado por la realidad, eso nos hiere profundamente.
Creemos que, como feministas comunitarias hemos dejado de ser útiles para la resolución del conflicto con nuestras hermanas en los tejidos en Bolivia, ya que ustedes (Adriana, Jimena, Julieta) no tienen voluntad de superar la crisis, mas al contrario quieren llevarla a sus últimas consecuencias, quieren destruirse, desde sus acciones promueven la muerte de sus tejidos, la desesperanza y el desprestigio a las organizaciones de las mujeres que estamos luchando y no solo al feminismo comunitario.

Como movimiento Orgánico será la última vez que dediquemos tiempo y energía al asunto, aclaramos que no estamos rompiendo con el movimiento, aclaramos que no estamos desesperanzadas en que el feminismo comunitario es una propuesta útil para la luchas de las mujeres y nuestros pueblos, aclaramos que no estamos en contra de las compañeras que se nombran feministas comunitarias y que no estamos planteando una ruptura con ellas en Bolivia. Aclaramos que estamos en contra de que se nombren feministas comunitarias frente a otras organizaciones desde el conflicto – la traición y la violencia política- , que hoy se tiene entre las integrantes en el territorio porque desde el conflicto no aportamos a las luchas de los pueblos, no somos útiles, no tenemos nada en que contribuir, porque como bien lo dicen en uno de sus informes, no tenemos capacidad política - emocional de sostenernos con las organizaciones de nuestro pueblo, y siendo así, no tenemos nada que hacer ahí, en sus espacios. Como medida para cuidarlas - cuidarnos y como reparación del daño al movimiento en general, las compañeras que son de La Paz Bolivia deberán dejar de nombrarse desde el movimiento del feminismo comunitario porque simplemente han dejado de ser orgánicas.
Al tomar la decisión No orgánica de llevar el asunto a un espacio público como lo ha sido en la CONALCAM, de hacer denuncias por redes sociales (facebook), de recurrir a las instancias patriarcales de justicia, de pasar por encima de la palabra del consejo de hermanas mayores, de los acuerdos de la asamblea de asambleas, consideramos que se ha utilizado al movimiento del feminismo comunitario como el ente desestabilizador de los espacios que se coordinan para aportar a las luchas de nuestro pueblo que también es Bolivia y desde ahí hemos abandonado nuestra razón de ser. Vemos con tristeza que con esas acciones han dejado de creer en lo que nos hemos propuesto a construir - la comunidad- han dejado de sentirse comunidad y son ustedes mismas quienes de facto están renunciado al proyecto que nos hemos planteado en su conjunto, de lo cual solo podemos sentirnos tristes y traicionadas políticamente.

Como movimiento orgánico nos vemos en el reto de seguir construyendo para poder nombrar en su conjunto al sistema de las opresiones y no hacernos parte de su juego, para no quedarnos atrapadas en la posición de victimas y victimarias, sino para tener una posición política frente a un sistema de opresiones y no a una relación de conflicto de interés entre las partes como ahora lo vemos claramente.

En ese sentido, así como fuimos convocadas en un primer momento por ustedes y nosotras las hemos escuchado con humildad porque la lucha de su pueblo, la propuesta de proceso de cambio en Bolivia nos hace sentido, les convocamos compañeras, hermanas a hacer un alto en su camino, a ser humildes, ha despojarse de los privilegios que les ha dado ser feministas comunitarias y que hoy se están disputando en su territorio, les convocamos a luchar hombro con hombro en las organizaciones y a aportar al proceso de cambio, a regresar a hacer camino, a mirarse con su pueblo.
Nosotras como compañeras les ofrecemos seguir acompañándolas en la construcción y desde la propuesta, pero no más desde la destrucción, no más porque para la destrucción se necesitan dos o tres… pero no una orgánica completa.

Las firmantes:
Tejido Ciudad de México
Erika Enriquez Espinosa

Tejido Guerrero
Ericka Espinosa
María Matias
Tranquilina
Luisa Guzmán
Zarel León
Mariana Godoy

Tejido Oaxaca
Itandehui Santiago
Esther Cruz
Silvia Hernández
Edna Velazco
Lucila Sosa
Marisol

Tejido Chile:
Carmen Gloria Marchant
María José Carrasco
Roxana Peso Delgado
Virginia Toro
Leyla Labrin
Janis Quinchavil

Tejido Migrante
Carolina Pinilla
América


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