(Foto: Ximena Riffo) |
El harén de la talla 38
X Nuria Varela/http://nuriavarela.com/el-haren-de-la-talla-38/
La escritora marroquí Fátima Mernissi describe
en su libro El
harén en Occidente, la perplejidad que vivió el día que, por primera vez,
fue a una tienda de Estados Unidos con la intención de comprar una falda.
Explica que también fue el día que escuchó por primera vez que sus caderas no
iban a caber en la talla 38: “A continuación viví la desagradable experiencia
de comprobar cómo el estereotipo de belleza vigente en el mundo occidental
puede herir psicológicamente y humillar a una mujer”.
–¡Es usted demasiado grande!, le dijo la dependienta
–¿Comparada con qué?, respondió Mernissi
–¿Comparada con qué?, respondió Mernissi
Asegura la escritora que tras pensar en su sobrina –delgadísima–, que tenía 12
años y usaba la talla 36, se dio cuenta del paralelismo entre las restricciones
patriarcales en oriente y occidente. Así, explica que el hombre musulmán
establece su dominación por medio del uso del espacio. A las mujeres se las
excluye de los lugares públicos y en los más privados –las mezquitas o las
casas–, se las separa en habitaciones o zonas bien diferenciadas. El
occidental, según Mernissi, lo que manipula es el tiempo. “Afirma que una mujer
es bella sólo cuando aparenta tener catorce años. (…) Al dar el máximo de
importancia a esa imagen de niña y fijarla en la iconografía como ideal de
belleza, condena a la invisibilidad a la mujer madura. Las mujeres deben
aparentar que son bellas, lo cual no deja de ser infantil y estúpido. (…) El
arma utilizada contra las mujeres es el tiempo. (…) La violencia que implica
esta frontera del mundo occidental es menos visible porque no se ataca
directamente la edad, sino que se enmascara como opción estética”.
Mernissi asegura que, en aquella tienda, no sólo se sintió horrorosa, sino
también inútil. Y expone el mecanismo, idéntico al utilizado con el velo en el
mundo musulmán o contra las mujeres en la China feudal, a quienes se les
vendaban los pies. “No es que los chinos obligaran a las mujeres a ponerse
vendajes en los pies para detener su crecimiento normal. Simplemente definían
el ideal de belleza”. Es decir, no se obliga a ninguna mujer a hacerse una
operación de cirugía estética o a pasar hambre, simplemente, se rechaza a quien
no entra en el modelo impuesto. Sólo un modelo idéntico para todas porque las
mujeres, en el patriarcado, son la mujer, en singular, lo que quiere decir,
todas iguales.
Es lo que Pierre
Bourdieu llamó la violencia simbólica: “La fuerza simbólica es una forma de
poder, que se ejerce directamente sobre los cuerpos y como por arte de magia,
al margen de cualquier coacción física; pero esta magia sólo opera apoyándose
en unas disposiciones registradas, a la manera de unos resortes, en lo más
profundo de los cuerpos”.
El “arte de magia” tiene unos estupendos instrumentos a su servicio en los
medios de comunicación, la publicidad, las entrevistas de trabajo, el cine, la
música, la pornografía… y consecuencias dramáticas en mujeres frágiles e
inseguras, sumisas a los modelos corporales; mujeres anoréxicas, bulímicas,
operadas, hambrientas y consumidoras de cualquier producto que prometa belleza
y juventud en siete días. Frente a todo esto, la propuesta de Germaine Greer: la
mujer completa, definida como una mujer que no existe para dar cuerpo a las
fantasías sexuales masculinas ni espera que un hombre la dote de identidad y
estatus social, una mujer que no está obligada a ser bella, que puede ser
inteligente y que adquiere autoridad con la edad. Porque como explica Wolf, los
cosméticos sólo son un problema cuando las mujeres se sienten invisibles o
inútiles sin ellos. Igual que cuando se sienten obligadas a adornarse para que
las escuchen o para conseguir un empleo o mantenerlo. Lo mismo que la ropa deja
de ser crucial cuando las mujeres tienen una identidad sólida. En un mundo en
el que las mujeres tengan verdaderas opciones, lo que hagan respecto de su
propio aspecto pasará a tener una importancia muy relativa.
Fuente: página de Nuria Varela- http://nuriavarela.com/
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