Marcha Nacional Abril 2015 (foto: victoria aldunate) |
Sobre Violencia, Patriarcado e inclusión…
X victoria aldunate
A las mujeres se nos recomienda, a menudo, no resistirnos a la violación, porque podría atraer “peores consecuencias”. Si alguna mata a un agresor, se dice que alimenta el círculo de la violencia. Si respondemos violentamente a un acosador, se nos cataloga de “agresivas”.
A menudo se habla de “violencia cruzada” pasando por alto la violencia de la asimetría.
El primer y más importante paso de la creación del Patriarcado es el género. Sostenemos una forma de organización social estructuralmente violenta, jerárquica, de privilegios, estratificada y asimétrica. Es un proceso de Dominación que se extiende, además del cuerpo a los territorios. Por eso en el género como en la raza, la “no violencia” y el pacifismo, son posiciones que representan a los privilegiados.
Que una prostituta, una travesti, maten a un policía que las viola en una celda del E$tado, es un acto de violencia que se castigará contundentemente. Ellas no se salvan tampoco del oprobio. Pero cuando muere un detenido a golpes en la misma celda, “es un hecho que hay que investigar”; y cuando un policía, amparado por un gobierno, asesina a un joven mapuche en una recuperación de territorios –como al mapuche Matías Catrileo- el criminal uniformado termina siendo liberado como en $hile.
(Dibujo: Juana Calfunao) |
La moral patriarcal nos enseña que en vez de
defendernos en situaciones de violencia machista, racista, sexista, debemos
experimentarlas pacíficamente y esperar a que la sociedad entienda y transforme
esta realidad. Para los cristianos será colocar la otra mejilla, para los
agnósticos confiar en las instituciones creadas por el propio patriarcado: el
E$tado, los gobiernos, las Policías, el Sistema Judicial, Los Centros de Ayuda
Institucional... La moral patriarcal está para sostener su sistema y renovarlo,
para justificar de manera presentable la Violencia desde la Dominación.
Los sujetos principales en el patriarcado no
son la gente rebelde, pobre, loca, con SIDA, ni las niñas ni las viejas, ni las
mujeres desadaptadas al patriarcado (a su Matrimonio, a su Pareja, a su
Heterosexualidad, a su Familia);son los maridos, los padres –luego las madres-,
los heterosexuales, los y las jóvenes exitosas, los hombres con poder, los
caudillos - de la raza, género y práctica sexual que sean-, y por su puesto
toda la burguesía que mientras más blanca, mejor -pero si no, igual les
toleran-. Esta gente es la que concita la atención de sus iguales que están en
el E$tado. Cuando alguna de estas personas muere por violencia, se produce
conmoción.
Si muere torturada una mujer cualquiera, una
trans, una lesbiana, no hay sorpresa. Cuando es asesinado un indígena por
arremeter contra el colonialista, no se movilizan Gobiernos. Cuando una mujer
es violada se busca en primer lugar su culpabilidad en los hechos, y en el
acosador se destaca una psiquis frágil y deteriorada por efectos de una vida
infeliz. Cuando un indio sin poder mata a un terrateniente se le llama
terrorismo y cuando las policías del E$tado allanan comunidades indígenas o a
otra gente rebelde, es seguridad ciudadana.
Que una comunidad despojada recupere sus
territorios, es terrorismo. Que los ricos defiendan su propiedad privada, es
constitucional. El patriarcado reserva casi exclusivamente el uso de la
violencia a los hombres y a los poderosos.
¿Inclusión?
En este contexto asimétrico, desigual, se nos
insta a que aceptemos, “manejemos” la realidad establecida y nos adaptemos a
ella. Para eso es la ideología de la “autoestima” individual, sin colectivo ni
organización y sin autonomía; para endosarnos la responsabilidad de no
funcionar con las reglas establecidas. Para tener ese tipo de autoestima,
entonces, hay que aceptar la inclusión. Que te incluyan en una forma de vida
ajena, en espacios marcados por la Dominación.
La inclusión es machista, heteronormativa, es
racista, es clasista. Y es arribista de nuestra parte, aceptarla. Porque la
inclusión es anexarnos, aunque nos toleren con la nariz tapada por nuestro
hedor. Olor a pobre, olor a india, olor a ismos, anarquismos, feminismos,
marxismos… ¡tan pasados de moda!
Aceptar ser incluidas como unas impresentables
y malqueridas es bien indigno. Es una vivencia triste que no fortalece nuestro
amor propio y menos nuestra capacidad de rebelarnos y autoafirmarnos como seres
y colectivos autónomos, capaces de autodeterminarnos.
El trato racista, el machista y misógino, el
despojo, no son elecciones neutrales, sino voluntarias. Son violencia desde la Dominación.
La Violencia cruzada no existe en un contexto así. La rabia va juntándose,
transformándose en rebeldía y actúa. Y la violencia de los esclavos y la esclavas
es igual de cruel que la que otro cualquiera. Sólo en eso vamos a la par.
Marcha 12 Octubre 2015 (foto: victoria aldunate) |
Victoria Aldunate Morales, lesbofeminista autónoma, sobreviviente ex pp, escritora y terapeuta
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