CARTA A ADRIANA Y JIMENA DEL FEMINISMO COMUNITARIO DE
BOLIVIA
X Yan María Yaoyólotl C./Enviada X Feministas Comunitarias
Antipatriarcales y Yan María Yaoyolotl
Tenochtitlan, México, 30 de marzo 2017
Respecto a la carta que publicaron en redes sociales el 23
de marzo deseo manifestarles mi solidaridad, ya que no podemos permitir que
ningún ser humano violente a otro y menos una mujer a otra.
Respecto a la situación que plantean, debido a que aún no
cuento con lugar para vivir, ni internet y estoy participando en la reunión
nacional del frente feminista, les envío solamente un resumen apresurado de mi
posición política al respecto ya que es inadmisible el silencio de cualquier
feminista, como si nada estuviera pasando, lo cual es precisamente patriarcal.
Recordemos que la violencia del esposo contra la esposa y de
los familiares y parientes contra sus integrantes mujeres permaneció en el
silencio durante alrededor de cinco mil años hasta que el movimiento feminista
(de los 70) la sacó a la luz pública. Hasta entonces, la humanidad “se enteró”
que existía violencia en la relación conyugal, dentro del hogar y en el entorno
parental hacia las mujeres, descubriendo que en estos ámbitos también se
establecían relaciones de explotación y dominación, es decir, de poder y que,
por tanto eran ámbitos políticos y no privados, de ahí el slogan feminista: lo
personal es político. De igual manera, dicho feminismo descubrió que existía
violencia contra las mujeres en los ámbitos de la lucha social sindical,
obrera, de izquierda, de clase, partidaria, campesina, jornalera, indígena,
racial, guerrillera, político-militar, etc. por parte de los propios compañeros
que luchaban contra determinados opresores
.
Asimismo, dicho feminismo expuso las enormes dificultades,
primero, para reconocer la violencia; segundo, para denunciarla y tercero, para
lograr justicia. Pero en relación a la violencia dentro de las propias
organizaciones de la lucha social resultó aún más complicado, porque los
integrantes no la reconocen o impiden se denuncie exigiendo se mantenga el
conflicto al interior de la esfera grupal -como sucede en la esfera doméstica-
y acusan a las denunciantes como traidoras a la organización o movimiento. Y todavía
más difícil, denunciar a líderes y dirigentes que encabezan dichas luchas
sociales porque se supone son una guía y autoridad en el combate contra los
opresores por lo que son venerados e intocables, considerando a las
denunciantes “traidoras” a la organización o movimiento.
Dicha violencia sucede porque llevamos internalizado al
patriarcado dentro de nosotras y nosotros mismos -lo que Marx llamaba: ideología
y la necesidad de una conciencia de clase-. El patriarcado no se reduce
solamente a un sistema económico, político, social y cultural externo que nos
oprime desde fuera, lo más grave y peligroso es que éste se inocula e infiltra
dentro de nosotras y nosotros mismos desde la gestación e infancia -como un
virus en el cuerpo- y si no trabajamos la despatriarcalización permanente lo
reproducimos constantemente a lo largo de nuestra vida y dentro de nuestras
organizaciones.
El problema es que las organizaciones y movimientos de la
lucha social no hemos desarrollado las metodologías feministas de
despatriarcalización interna tanto psíquica, emocional, mental, cultural como
espiritual, es decir, la revolución externa-interna que proponía el feminismo
radical (FR) de los 70s. Y esto es entendible porque la lucha social es
tremendamente dura y desgastante, sobre todo para las mujeres, además de sufrir
la represión sistemática del Estado. Y el combate a la patriarcalización interna
requiere de muchísima conciencia, tiempo y dedicación, además de que las luchas
sociales aún no han retomado al feminismo como parte de sus programas de lucha.
Una lucha social que es exterior únicamente, es patriarcal.
Porque no considera lo interno, deja fuera la otra mitad de la lucha, la
individual, personal, privada, e íntima y ambas se tienen que dar
sincrónicamente, al mismo tiempo, ni una primero ni otra después. Revolución
interna y externa, es la perspectiva del feminismo verdaderamente revolucionario.
![]() |
ENCUENTRO EN LAGA, 10 Y 11 DE DICIEMBRE 2011 (foto: archivo victoria aldunate) |
El caso Julieta.
Como parte del feminismo comunitario en México en varias
ocasiones insistí a Julieta Paredes la importancia de trabajar ese nivel
interno en las colectivas. De hecho, le explicaba que la ritualística
espiritual-política que realizo antes del inicio de cada trabajo político tiene
ese objetivo, el trabajo interno para ir desmontando la maquinaria psíquica y
mental patriarcal que el sistema patriarcal ha instalado dentro de nosotras
mismas y al interior de nuestras organizaciones de lucha social, pero creo
nunca vio dicha importancia. Julieta hizo lo que los hombres hacen
sistemáticamente a las mujeres y eso es antifeminista.
Pienso que a Julieta le ha faltado ese trabajo interior…
pero, también, queridas compañeras Adriana y Jimena, a la comunidad que ustedes
han formado. Trabajo que el feminismo empezó a realizar en los 70s y se olvidó
con la imposición del generismo (perspectiva de género). Cuando una persona,
colectivo, comunidad, organización, partido, movimiento, guerrilla, gobierno
popular o revolucionario, etc. no realizamos este trabajo interno de
despatriarcalización -mental, emocional, psíquico, sexual, simbólico,
espiritual- corremos el peligro de reproducir y caer en conductas patriarcales:
imposición de ideas o metodologías, abuso de autoridad, sometimiento de los
demás, control de la vida de los participantes, agresiones y violencia; así
como utilización de los movimientos sociales para beneficio propio,
oportunismo, desviación de las luchas sociales, hasta corrupción, engaño,
demagogia, traición, etc. creando tiranos o dictadores (caso Stalin).
De ninguna manera pretendo estar exenta, también yo he caído
en algunas prácticas impositivas a lo largo de mi militancia social y política
precisamente cuando he dejado de lado dicho trabajo personal interno. Por eso
mismo llegué a la conclusión de que este trabajo debe ser constante y permanente
porque en cualquier momento pueden salir a flote nuestras miserias humanas -o
monstruos- dañando
a nuestras compañeras y hermanas de lucha.
Creo que Julieta debe asumir su responsabilidad en diversos
actos de violencia hacia mujeres de los que varias se han quejado o denunciado
aunque no haya sido público, actos que le señalé la última vez que hablamos en
México en casa de Eri y negó categóricamente. Así como mi oposición
determinante a vincular alcohol y lucha social, ya que la lucha social es
sagrada jamás debe relacionarse con alcohol, drogas o sexo -sexo entre las
integrantes-, lo cual percibió coartante de la libertad personal y represivo.
Estas respuestas suyas fueron unas de las razones por las cuales me alejé del
feminismo comunitario en México.
Desde mi análisis político, ello se debe a que Julieta se ha
mantenido en una postura política “homosexual” y no “lesbiana”, porque aún no
ha entendido que precisamente el lesbianismo surgió y se conformó dentro del
feminismo como una propuesta contra las actitudes patriarcales, machistas y
misóginas de las mujeres homosexuales o gays, una de cuyas características era
la violencia entre ellas. Y precisamente la diferencia entre “las homosexuales”
y “las lesbianas” radica en que las primeras se comportan como hombres o
quieren ser como hombres y, por el contrario, las segundas se aceptan como
mujeres pero re-definidas por ellas mismas y no por el patriarcado bajo un
proceso constante de auto-despatriarcalización o deconstrucción del patriarcado
internalizado (feminismo radical (FR) de los 70s. Ver: Adrianne Rich, Sheila
Jeffreys entre otras).
Este hecho no es algo excepcional. Se presenta en muchos
espacios de mujeres ongs, fundaciones, institutos de las mujeres, comisiones de
género, secretarias de la mujer, áreas de género de universidades, partidos,
gobiernos y organismos internacionales pero se le esconde y oculta para
mantener una cara políticamente correcta. O en negocios supuestamente
“feministas” como, en México, el caso no resuelto de violencia hacia las
mujeres en el bar-restaurante Punto Gozadera y su banda musical Vulbatucada.
Además de muchos casos de “mujeres empoderadas” que han ejercido y ejercen
formas de sometimiento, servidumbre, vasallaje y maltrato a otras pero los
mantienen acallados por ser institucionales.
Además, sería totalmente inadmisible que el generismo
(perspectiva de género) y el queerismo (ideología queer o trans) utilizaran
este caso de manera racista, clasista, misógina o lesbofóbica para atacar
posturas políticas de sectores sociales especialmente vulnerabilizados por el
patriarcado -del cual ellas (os) también forman parte-. Ni tampoco que la
derecha feminista reaccionaria lo utilizara para atacar al gobierno de Evo
Morales que a pesar de todas las carencias, errores, desviaciones y defectos no
puede compararse con los devastadores gobiernos pro-imperialistas de extrema
derecha profundamente clasistas, racistas, misóginos y hasta de corte fascista
como por ejemplo el actual gobierno mexicano de Peña Nieto. La revolución es internacional
o no es revolución, cualquier cambio local será cooptado o aplastado por el
capitalimperialismo.
Creo que lo más importante de esta enseñanza (conflicto) es salvar
al Feminismo Comunitario (FC) como proyecto político, propuesta social
emancipadora y el tejido de relaciones internacionales que ha construido, este
impasse no debe destruirlo sino reforzarlo pero realizando una autocrítica. Así
como brindar apoyo y acompañamiento a las compañeras agredidas y dar la
oportunidad de que Julieta se rehabilite
Sin embargo, debido a la gravedad del hecho, sería muy
importante que Julieta Paredes reconociera su conducta patriarcal y renunciara
públicamente al FC, hasta que haya trabajado su conducta patriarcal, con el fin
de no arrastrar al FC al desprestigio político y permitir que las compañeras
agredidas, no agredidas y la orgánica internacional continúen trabajando.
Además, paralelamente, sería importante que el feminismo
comunitario (FC) en México y otros países que se ha ido tejiendo en torno a la
propuesta de Julieta y Adriana se pronuncien al respecto y no escondan el
problema bajo tierra ya que generaría desconfianza en su propio proyecto
político, como sucedió con Punto gozadera en México.
![]() |
ENCUENTRO EN LAGA, 10 Y 11 DE DICIEMBRE 2011 (foto: archivo victoria aldunate) |
Respecto a su iniciativa de un feminismo comunitario
antipatriarcal (FCA) es buena si realmente se basa en la despatriarcalización
interna además de la externa.
Les informo que esta carta la haré llegar a Julieta misma y
a las compañeras que me han informado por correo (porque no tengo feice ni
tuiter) recibieron la carta que ustedes enviaron.
Un abrazo sororal, combativo y revolucionario.
Por feminismo eco-etno-comunista-bodhisatva o barbarie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario