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Rayado del "Feminismo Comunitario" en La Paz, año 2009 (Foto: victoria aldunate)
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PRONUNCIAMIENTO
Enviado y autorizada para publicación x Adriana Guzmán
A quienes firman y se dijeron compañeras y hermanas
Desde Bolivia construimos la propuesta de un feminismo que
plantea la comunidad y la comunidad de comunidades como proyecto político de
mundo frente a un sistema patriarcal capitalista colonialista y racista. La
propuesta fue parida en medio de un proceso de cambio en el que creemos y al
que aportamos, por eso, por responsabilidad política con la propuesta y con el
proceso que vive nuestro pueblo, a pesar de los dolores y decepciones que causa
su comunicado y la forma como ha sido utilizado, respondo en respeto a los
momentos y sueños compartidos, los que lastimosamente han sido insuficientes
para actuar en consecuencia. No construimos lo suficiente y no podemos seguir
llamándonos compañeras y menos hermanas, habitamos la lucha de manera distinta,
unas al lado del poder y otras en contra de las relaciones de poder y
dominación.
Comparto mi posición y las reflexiones construidas desde mi
cuerpo.
No hay destrucción, lo que hubo es una construcción
insuficiente
Después de muchos años de lucha, como Tejido Bolivia
asumimos un proceso de descentramiento porque reconocíamos el caudillismo de
Julieta Paredes que nos estaba consumiendo y que dejaba la puerta abierta para
que se reciclen prácticas jerárquicas, soberbias y violentas. Todo encubierto
en que era compañera, feminista, y tenía más de 20 años de lucha, es decir,
siempre le salíamos debiendo. A pesar de eso y con la esperanza de
autocriticarnos y cambiar entre compañeras apostamos por la construcción de una
orgánica, un movimiento internacional que recogiendo y alimentando las luchas
en distintos territorios nos abrazara como hermanas de un mismo pueblo, el
oprimido.
La Orgánica en Bolivia fue pensada también como metodología
que fortaleciendo a todas en sus acciones y discursos, en sus procesos
personales y públicos, hiciera circular el poder para construir la comunidad.
Entendimos y asumimos el Feminismo Comunitario como un Movimiento Orgánico,
como un cuerpo, uno en el que cada partecita es importante y vital.
La construcción de la orgánica significó debates internos
pues otra vez se repetían las prácticas de Julieta que designa a quienes son o
no son representantes, quienes están o no en el movimiento, cuidando siempre de
ser ella la voz oficial. Eso fue cuestionado, nos posicionamos y comenzó el
ataque a quienes decidimos hacerlo. Lastimosamente no construimos una orgánica
capaz de enfrentar el poder ni la manipulación, no logramos profundizar nuestra
reflexión sobre la violencia, y haciendo autocrítica, no tuvimos herramientas
ni siquiera para reconocerla. Sin embrago el Tejido Bolivia se posicionó, pidió
ayuda desesperada a la orgánica, a las hermanas mayores y a cambio fuimos
cuestionadas.
No destruimos nada, como dicen ustedes en su comunicado,
construimos poco y sobre bases débiles. Mis compañeras me pidieron que
resistiera en la vocería para no ceder a las imposiciones y manipulaciones de
Julieta, así lo hice hasta que decidimos por mi salud y por cuidado del
movimiento acortar mi mandato. Finalmente dos compañeras se fueron porque no
existía en Julieta la voluntad para reflexionar ni reconocer sus actos lejos de
la justificación y Jimena y yo decidimos quedarnos esperando la Asamblea de
Asambleas creyendo que juntas podríamos acompañar una reflexión pero no lo
logramos. El Feminismo Comunitario dejó de existir en Bolivia, las que
construimos por años, las que pusimos nuestra vida ya no estamos, y no fue una
ruptura por un conflicto de pareja, fue una ruptura por posicionarnos desde la
vida frente a la violencia que busca la muerte.
Nosotras también nos hicimos cómplices de las sistemáticas
rupturas provocadas por Julieta con otras compañeras, no escuchamos las
denuncias de acoso sexual, violencia, hechas por organizaciones de lesbianas en
La Paz, por Mujeres Creando, por la Asamblea Feminista de Cochabamba, hechas
por Lorena Cabnal de Guatemala, Genoveva de Argentina, Victoria Aldunate de
Chile, creímos y defendimos a nuestra “líder” que desvirtuó estas denuncias
diciendo que ellas eran las violentas, lesbofóbicas, racistas, colonialistas,
envidiosas, plagiadoras de su pensamiento.
Un escenario en el que el mundo complotaba contra ella y
nosotras teníamos, desde la feminización, que salvarla y defenderla. En todos
los casos se victimizó y dijo que ella solamente amó y confió sin medida. Solo
las manipuladoras presentan un complot mundial contra ellas. Y eso es Julieta
Paredes una hábil manipuladora que usa esos mismos argumentos hoy contra
nosotras.
Desde esos elementos y hoy con su complicidad, Julieta ha
convocado a otras compañeras, que desinformadas y sin herramientas para
enfrentar la manipulación y el machismo deciden seguir su juego y construir una
organización sobre nuestro trabajo, sobre nuestros aportes, apostando a un
proyecto colectivo que será nuevamente un proyecto personal. Eso traiciona
todos los principios que supuestamente se ha planteado el feminismo
comunitario. Con dolor hemos aprendido que NO SE CONSTRUYE SOBRE EL DOLOR DE
OTRAS MUJERES, no se puede construir desde la complicidad, lo sabemos.
Lo personal es político
Desde el 2003, después de la masacre del gas, con la
claridad de que luchar contra el neoliberalismo no era suficiente para las
mujeres, y que a eso el feminismo le llamaba patriarcado, fui parte de la
construcción de la Asamblea Feminista y del Feminismo Comunitario. El 2013
iniciamos una relación de pareja con Julieta que tenía también un sentido
político, alimentar a la organización, hacer comunidad e inventar la crianza
comunitaria, haciendo política desde el cuerpo, nuestro cuerpo de feministas
comunitarias. Las relaciones de poder se reproducen también en lo privado y en
lo íntimo y por eso terminé la relación en marzo del 2015 y decidí seguir
construyendo como compañera de lucha, decidí tratar de reconstruir una
comunidad que se había convertido más bien en una familia. Eso me permitió
aportar con mayor claridad a la organización.
El 2016 a casi un año de no ser pareja Julieta en un claro
ejercicio de violencia que permanentemente denunciamos como feministas, jaqueó
a mi correo personal, Facebook y wasap. Encontró mensajes privados e íntimos de
mi relación y los utilizó para empezar una tortura sistemática que buscaba como
ella misma lo dijo acabar conmigo, con mi existencia, con mi palabra y con mi
vida. Empecé otra relación cuatro meses antes de terminar con Julieta y no se
lo dije por miedo, miedo a toda la reacción violenta que desencadenó aún un año
después de no ser pareja. Miedo a que destruyera la organización, miedo a que
manipulara a mis compañeras como lo había hecho en sus anteriores rupturas,
miedo a que atentara contra mi vida como lo hizo. Una tiene miedo, aún siendo
feminista, cuando vive en relaciones de poder porque es ahí donde se puede dar
el sometimiento y la violencia, yo tenía miedo porque conocía de lo Julieta es
capaz escudada en el alcohol, encubierta en el “amor” y protegida por las
complicidades que un mundo patriarcal y machista genera.
Me quedé en el espacio que mal llamábamos “comunidad” porque
tenía una pequeña esperanza de enfrentar todo políticamente, reflexionar y
aprender. Yo no venía del feminismo ni me había definido antes como lesbiana y
acepté toda la culpa que Julieta depositó en mi, todas sus imposiciones que
supuestamente eran para sanar. Acepté que mi intimidad se discutiera en
asambleas, acepté que los mensajes se hicieran públicos, que Julieta se los
entregara a Diana que además de ser compañera de la organización es mi hija,
acepté que en la comunidad se me sancionara en las muchas formas que ella
propuso. Debo decir también que me quedé y acepté muchas cosas porque como les
pasa a muchas mujeres no tenía donde ir, no tenía un espacio para vivir con
Diana y Julia, hasta que lo encontré.
Fueron meses de tortura inimaginable, noche enteras en las
que Julieta me leía los mensajes para que explicara cada una de las palabras,
abriéndome los ojos con sus propias manos, haciéndome escuchar audios, se metió
en mi intimidad y en mi sexualidad para consolidar la culpa, no la culpa de haberme
enamorado de otra persona, sino la culpa de haberla dejado de querer, porque no
se puede querer a quien te agrede, te maltrata, te usa y te violenta
permanentemente. El 17 de marzo la violencia se profundizó, nuevamente con
mensajes en la mano me cuestionó, me golpeó y destruyó el espacio en el que
vivíamos. Pedí ayuda a las compañeras, llegó Jimena, nos golpeó a las dos,
hecho 40 litros de alcohol por toda la casa, abrió las válvulas del gas y
prendió fuego. Eso es un intento de feminicidio, no tiene otro nombre. En medio
de todo eso yo fui al cuarto de Julia para sacar sus cuadernos para que no se
quemaran, ahí apareció Julieta y me atacó sexualmente diciendo que me haría lo
que me gustaba según los mensajes que había encontrado. Jamás lo dije por vergüenza,
porque asumí la culpa que ella me asignó. Jimena apagó el fuego cerró el gas y
escapamos para salvar la vida. Los vecinos habían llamado a la policía pero
nosotras optamos por cuidar la imagen de Julieta y lo que supuestamente ella
representa en Bolivia y dijimos que nada pasaba.
Esa no fue la única vez que intentó quemar la casa conmigo
dentro, dos veces más tuvimos que salir huyendo con Diana y Julia, incluso por
el techo. Haciendo uso de su manipulación Julieta planteó que los conflictos se
resuelven en comunidad, dijo que haría terapia y volvimos a vivir en el mismo
espacio. Planteo que yo que la había lastimado y que debía reparar ese dolor,
la reparación para ella consistía en escucharla días enteros reclamando por los
mensajes, por mis sentimientos, planteó una reparación sexual pues debía
satisfacer sus deseos en tanto ella encontraba otra pareja. Soporté noches
enteras de tortura amenazada con que iba a prender fuego o que iba a gritar y a
despertar a Julia, me encerró varias veces y me presionó para que escribiera un
email rompiendo mi relación, me obligó a decir que aún la quería.
Como ustedes saben ella escribió una carta en la que
reconoce parcialmente su violencia y la justifica victimizándose, sí
seguramente duele que te dejen que querer, pero ahí no asumo ninguna culpa no
puedo querer a mi agresora que se esconde en un falso discurso feminista del
que muchas se hacen cómplices. En esa carta ella pide perdón, como si de
perdonar se tratara despolitizando lo hecho, y algunas de ustedes la perdonan
por encima de mi cuerpo, del cuerpo de mis compañeras y del cuerpo de las wawas
que habían compartido nuestros sueños. YO NO TE PERDONO JULIETA PAREDES, no
somos parte de una iglesia para pedir perdón, trataste de matarme y tienes que
enfrentar a la justicia.
Todo esto se los conté en la tan esperada Asamblea de
Asambleas a todas ustedes, pues aunque todas decidieron que no se hablara del
tema se habló y yo frente a mi agresora con mucha dificultad para hablar y
presionada porque varias que ya me habían dicho que mi denuncia era muy grave,
me desdije y afirmé que Julieta no era una feminicida. De las 10 personas que
estábamos ahí que escuchamos todo esto ninguna pudo posicionarse y reconocer
que si le prendes fuego a tus compañeras estas intentando matarlas. Ahí opera
el machismo y el miedo generalizado entre todas que fueron incapaces de
reconocer la gravedad de la violencia. Solo recibí pronunciamientos de pasillo,
casi a escondidas me dijeron que entendían, que sabían, que era grave, que Julieta
estaba metida en el amor y odio, que me quería cerca pero que a la vez me
atacaba. Eso debió decírsele a Julieta pero nadie tuvo el valor.
Como feminista comunitaria aporte a la construcción de la
orgánica, una orgánica donde todas somos un cuerpo. Hoy estoy segura que no lo
fuimos, un cuerpo se duele de lo que le pasa y ustedes a pesar de que pedimos
ayuda, de haber leído la carta de Julieta, jamás se dolieron de mi dolor, nunca
preguntaron cómo estaba yo, o Diana o Julia. Les informamos del acoso obsesivo
que Julieta inició contra Diana y contra su camino como dirigenta
universitaria, les informamos que a pesar de los acuerdos su acoso y violencia
se mantenía en una persecución que nos llevó a vivir casi escondidas y nos
enviaron su comunicado de sanción diciendo que se trataba de un conflicto entre
partes, al igual que toda la institucionalidad que protege a los machistas
cuando una mujer quiere denunciar.
Ni siquiera el hecho de que Patricia Ochoa se saliera del
movimiento, siendo una hermana que se posiciona frente a la violencia, que
tiene un largo camino de lucha y que fue parte del consejo de hermanas mayores
para acompañar a Bolivia, les hizo sentido para reflexionar, como muestra del
control que ejerce Julieta nadie, nadie dijo públicamente nada a Patricia ante
su retiro para evitar seguro las represiones.
Tal vez si se hubiera tratado de sus compañeras, tal vez si
hubiera atentado contra alguien de México o Chile, o si hubiera afectado a las
wawitas de otros territorios, que igual que Julia creen y le cantan a la
comunidad, la historia hubiera sido distinta, tal vez. O posiblemente hubieran
actuado igual doliéndose únicamente por Julieta, cuidándola, eso solo da cuenta
de las relaciones de poder en las que todas terminamos metidas y da cuenta de que
es mentira, el feminismo comunitario no se posiciona desde la vida.
El uso de su comunicado
El comunicado que enviaron en enero, donde solapadamente nos
castigan por querer denunciar a Julieta ante la justicia y nos piden que no nos
llamemos feministas comunitarias, es la prueba más clara de su falta de
posicionamiento. Nos piden a Jimena, a mí y a Julieta que no “nos nombremos
desde el feminismo comunitario” y a la vez organizan giras por distintos países
para llevar la palabra de Julieta Paredes, feminista comunitaria, eso supera la
complicidad, refleja un seguimiento ciego a la caudilla.
Me cuesta creer que todas las que firman hayan estado
informadas de todo, que se hayan hecho informes de la Asamblea de Asambleas en
cada territorio, creo que se hizo un pacto de silencio para no decir lo que
pasó, pacto que encubre la violencia de Julieta y en el que se recicla una
lógica familista y moralista de “cuidar la imagen del feminismo comunitario”,
como ustedes mismas dicen.
Su comunicado fue utilizado por Julieta para exigir que nos
saquen de espacios donde hemos luchado hace años, ha servido para que cierre el
programa de televisión ¡Despatriarcalización Ya! que era una herramienta para
profundizar el proceso de cambio desde las mujeres. Ha servido para que nos
robe todos los ahorros de la organización, sacando el dinero del banco que
manteníamos en una cuenta conjunta pensando que algo de ética tenía.
Organizamos la Asamblea de Asambleas prestándonos dinero y
se los informamos porque no nos habían pagado aún la publicidad del programa,
con esas deudas hemos quedado por creer que éramos un cuerpo.
Con su comunicado, en el que nosotras ya no somos feministas
comunitarias Julieta ha cerrado un proyecto en el que trabajábamos las tres,
eso aquí en Bolivia se llama acoso laboral. No hay ningún conflicto de
intereses, las acciones de Julieta son de acoso y violencia que apuntan al
exterminio, porque nosotras somos testigos vivas de sus acciones y porque nos
hemos atrevido a decirlo.
Su comunicado no es político pues habla de que no tenemos
voluntad para superar la crisis, y acá no hubo crisis hubo intento de
feminicidio ¿Cómo supuestamente se supera eso?
Nos dicen que será la última vez que dedicarán tiempo y
energía al “conflicto”, pero no dicen que usarán ese tiempo y energía para
abrir espacios a quien ha sido violenta, y esperamos no usen ese tiempo y
energía para funarnos, como se hizo con Lorena, Victoria, Francesca, por
mandato de Julieta.
Por todas esas razones es que hago una ruptura política con
el Movimiento Orgánico de Feminismo Comunitario, por la falta de reflexión,
posicionamiento y por la complicidad con la violencia.
No pueden ustedes pedirme que deje de nombrarme feminista
comunitaria, aporte a la construcción del movimiento con mi cuerpo y casi me
cuesta la vida. Creo que el feminismo es el espacio de lucha, creo en la
comunidad como alternativa de vida frente al patriarcado capitalista
individualista y colonial y me nombro feminista comunitaria hoy antipatriarcal
porque mi lucha sí es contra el patriarcado.
Con su comunicado y protegida por la impunidad que le ha
otorgado la organización, Julieta persiste en el acoso, la violencia política,
la difamación y la persecución. Eso también atenta contra la vida, contra mi
vida, contra la vida de la compañera Jimena, contra el camino de todas quienes
se han posicionado sabiendo quién es Julieta. De ese atentado que permanece
están ustedes informadas.
Adriana Amparo Guzmán Arroyo
[1] Hace referencia al “Comunicado del Movimiento Orgánico
de Feminismo Comunitario de Abya Yala, Tejido México, Tejido Chile, Tejido
Migrante”, incluidas ahí feministas comunitarias de Chile, México y Suecia, del
17 de enero de 2017 firmado por Erika Enriquez Espinosa (Tejido Ciudad de
México, según se nombran), Ericka Espinosa, María Matias, Tranquilina Luisa
Guzmán, Zarel León, Mariana Godoy (Tejido Guerrero, según se nombran),
Itandehui Santiago, Esther Cruz, Silvia Hernández, Edna Velazco, Lucila Sosa,
Marisol (Tejido Oaxaca, según se nombran) , Carmen Gloria Marchant , María José
Carrasco, Roxana Peso Delgado, Virginia Toro, Leyla Labrin, Janis Quinchavil ,
(Tejido Chile, según se nombran), Carolina Pinilla , América (Tejido Migrante,
según se nombran).
COMUNICADO AL QUE HACE REFERENCIA EN SU CARTA LA AUTORA:
Chile, México, Suecia 17 de enero de 2017
Comunicado del Movimiento Orgánico de Feminismo Comunitario
de Abya Yala, Tejido México, Tejido Chile, Tejido Migrante
Hermanas – compañeras de La Paz, Bolivia.
Saber nuevamente de la situación de la crisis en el
territorio de Bolivia, con todo y las implicaciones que ha tenido hasta estos
momentos, nos hace una herida honda como compañeras y hermanas, insistir en
querer ser orgánicas, en apegarnos a los principios del feminismo comunitario,
a la raíz del planteamiento de ser movimiento y ser útiles para las luchas de
nuestro pueblos en la región y el mundo, se ha convertido en un discurso
rebasado por la realidad, eso nos hiere profundamente.
Creemos que, como feministas comunitarias hemos dejado de
ser útiles para la resolución del conflicto con nuestras hermanas en los
tejidos en Bolivia, ya que ustedes (Adriana, Jimena, Julieta) no tienen
voluntad de superar la crisis, mas al contrario quieren llevarla a sus
últimas consecuencias, quieren destruirse, desde sus acciones promueven la
muerte de sus tejidos, la desesperanza y el desprestigio a las organizaciones
de las mujeres que estamos luchando y no solo al feminismo comunitario.
Como movimiento Orgánico será la última vez que dediquemos
tiempo y energía al asunto, aclaramos que no estamos rompiendo con el
movimiento, aclaramos que no estamos desesperanzadas en que el feminismo
comunitario es una propuesta útil para la luchas de las mujeres y nuestros
pueblos, aclaramos que no estamos en contra de las compañeras que se nombran
feministas comunitarias y que no estamos planteando una ruptura con ellas en
Bolivia. Aclaramos que estamos en contra de que se nombren feministas
comunitarias frente a otras organizaciones desde el conflicto – la traición y
la violencia política- , que hoy se tiene entre las integrantes en el
territorio porque desde el conflicto no aportamos a las luchas de los pueblos,
no somos útiles, no tenemos nada en que contribuir, porque como bien lo dicen
en uno de sus informes, no tenemos capacidad política - emocional de
sostenernos con las organizaciones de nuestro pueblo, y siendo así, no tenemos
nada que hacer ahí, en sus espacios. Como medida para cuidarlas - cuidarnos y
como reparación del daño al movimiento en general, las compañeras que son de La
Paz Bolivia deberán dejar de nombrarse desde el movimiento del feminismo
comunitario porque simplemente han dejado de ser orgánicas.
Al tomar la decisión No orgánica de llevar el asunto a un
espacio público como lo ha sido en la CONALCAM, de hacer denuncias por redes
sociales (facebook), de recurrir a las instancias patriarcales de justicia, de
pasar por encima de la palabra del consejo de hermanas mayores, de los acuerdos
de la asamblea de asambleas, consideramos que se ha utilizado al movimiento del
feminismo comunitario como el ente desestabilizador de los espacios que se
coordinan para aportar a las luchas de nuestro pueblo que también es Bolivia y
desde ahí hemos abandonado nuestra razón de ser. Vemos con tristeza que con
esas acciones han dejado de creer en lo que nos hemos propuesto a construir -
la comunidad- han dejado de sentirse comunidad y son ustedes mismas quienes de
facto están renunciado al proyecto que nos hemos planteado en su conjunto, de
lo cual solo podemos sentirnos tristes y traicionadas políticamente.
Como movimiento orgánico nos vemos en el reto de seguir
construyendo para poder nombrar en su conjunto al sistema de las opresiones y
no hacernos parte de su juego, para no quedarnos atrapadas en la posición de
victimas y victimarias, sino para tener una posición política frente a un
sistema de opresiones y no a una relación de conflicto de interés entre las
partes como ahora lo vemos claramente.
En ese sentido, así como fuimos convocadas en un primer
momento por ustedes y nosotras las hemos escuchado con humildad porque la lucha
de su pueblo, la propuesta de proceso de cambio en Bolivia nos hace sentido,
les convocamos compañeras, hermanas a hacer un alto en su camino, a ser
humildes, ha despojarse de los privilegios que les ha dado ser feministas
comunitarias y que hoy se están disputando en su territorio, les convocamos a
luchar hombro con hombro en las organizaciones y a aportar al proceso de
cambio, a regresar a hacer camino, a mirarse con su pueblo.
Nosotras como compañeras les ofrecemos seguir acompañándolas
en la construcción y desde la propuesta, pero no más desde la destrucción, no
más porque para la destrucción se necesitan dos o tres… pero no una orgánica
completa.
Las firmantes:
Tejido Ciudad de México
Erika Enriquez Espinosa
Tejido Guerrero
Ericka Espinosa
María Matias
Tranquilina
Luisa Guzmán
Zarel León
Mariana Godoy
Tejido Oaxaca
Itandehui Santiago
Esther Cruz
Silvia Hernández
Edna Velazco
Lucila Sosa
Marisol
Tejido Chile:
Carmen Gloria Marchant
María José Carrasco
Roxana Peso Delgado
Virginia Toro
Leyla Labrin
Janis Quinchavil
Tejido Migrante
Carolina Pinilla
América
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