(Foto: Myriam Paz) |
¡Se va a acabar, se va a acabar esa costumbre de matar!
X Julián Martínez
Más de un centenar de personas marchó desde Plaza Once hasta
Lavalle y Pueyrredón y allí, frente a la sede del Servicio Penitenciario
Federal, reclamó el cese de los crímenes en las cárceles del país, el pasado
martes 18.
Entre los presentes se hallaba Alfredo Cuellar, padre de
Florencia “La China” Cuellar, asesinada el 23 de diciembre de 2012. Como ya
informara esta agencia, otras ocho chicas fueron ultimadas en la Cárcel de
Mujeres de Ezeiza entre 2009 y 2012: Silvia Barbi Nicodemo, Romina La
Colo Leotta, Noelia Randone, Vanesa Ordoñez, Ema La Tucu Del
Valle; Yanina Hernández Painnnefil, María Laura Acosta y Cecilia Bebu Hidalgo.
Estos hechos no establecieron culpables ni castigos, solo versiones de
“misteriosos” suicidios e impunidad sobre el exterminio de las más vulnerables.
Al iniciar la caminata, la multitud entonó “Se va a
acabar/ se va acabar/ esa costumbre de matar”, mientras sonaban trompetas,
bombos murgueros y aplausos desde las veredas durante varias cuadras del recorrido.
Luego, ante las oficinas color gris, bombas de pintura roja
decoraron el frente del SPF. En sus paredes quedó escribió “La China Vive” y
los nombres de la “jefas verdugas” como Ortiz, Alcaraz, Paiva, Mesa y Leites.
Más tarde, al grito “abajo los muros de las prisiones” y “Olelé
Olalá muerte al Estado y al capital/ contra la yuta/ contra toda autoridad”, el
gentío regresó por Pueyrredón, hizo un breve corte en Corrientes y desconcentró
en Once.
La movilización de familiares y amigos de los presos y
cautivas asesinados y torturados adquiere un profundo significado en nuestros
días. El plan represivo estatal y clandestino riega con sangre y silenciamiento
el país de sur a norte. La casi totalidad de la "oposición" no sabe
ni contesta sobre todo en momentos electorales, la mayoría de los organismos
está ausente sin aviso y una parte de la sociedad, si se entera, naturaliza los
hechos porque -se sabe-, "estás en la cárcel no en el Sheraton
Hotel". Semejante degradación de los valores y de la acción política no
forma parte de nuestro modo de ver y filosofar. La vida y la integridad
vulneradas en cada compañera es un dolor que nos une, nos interpela y nos
convoca a actuar, gritar y luchar contra las cárceles de mala muerte,
construidas para el martirio de los más pobres en la Argentina.
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