Unos ojos nuevos…
X victoria Aldunate*
Nos mutilan desde que nacemos. Nos arrebatan el clítoris y el
erotismo propio. Nos mantienen en la ignorancia para que no aprendamos a
nombrar nuestra vulva; para que nos avergüence y la usemos como un objeto
deseado por otros, un “pedazo” de cuerpo que no comprendemos ni amamos.
Nuestro cuerpo es un Botín de Guerra de la masculinidad.
Desde que nacemos nos sacan los ojos. La primera vez es
cuando nos llaman “mujercitas”, la segunda es cuando se desviven porque seamos “bonitas”
y la tercera cuando nos preguntan, estando aún en la Escuela Primaria, si
tenemos “pololo” -“novio”, en el decir de otros pueblos-, y puede haber otros
ejemplos.
De ahí en adelante las mutilaciones son múltiples y masivas.
En una Escuela Básica que conocí hace unos 15 años, los niñitos
“jugaban” a toquetear a las niñas cuando pasaban, y en una escuela actual un
chico manda a otro a pegarles a las niñas “que no quieren ser sus amigas”. Las
niñas no saben cómo enfrentar tanta mierda, y adultos “progresistas” responden
que son “sólo juegos”.
Es así como hemos crecido en la Impunidad.
Nuestros cuerpos son abusados desde el lenguaje hasta las
mutilaciones. Nos han educado con afirmaciones aparentemente neutrales como “cuando
te cases”, “cuando tengas hijos”, “cuando tengas marido”. Hemos soportado desde
chicas miradas masculinas horrorosas, lascivas. Abuelos, tíos, padres,
padrastros, amigos de la casa, hermanos mayores, nos han violado “en Familia”.
Laura fue adoptada por su hermana adulta, desde los siete
años fue usada como juguete sexual por sus sobrinos que tenían entre 5 y 10
años más que ella, y después de esos adolescentes violadores vino el “turno”
del padre (el esposo de la hermana).
Así la cegaron y no la han dejado mirarse ni verse durante al
menos tres décadas.
Nos dejan las cuencas sangrantes y cuando igualmente tenemos
atisbos de ver, nos dicen “conflictivas” y “locas”, que “vemos lo que no hay”.
Vemos que nos niegan aunque nos repiten hasta el cansancio que
somos “iguales”. Vemos que nos ofenden hablando de “los roles de mujeres y
hombres”.
Vemos que nos burlan.
Vemos que el feminicidio es una institución.
Muchas han elegido la ceguera y han fortalecido la
supremacía de los hombres. Ese es el objetivo de arrebatarnos los ojos: reafirmar,
en medio de tanta revuelta de mujeres, el poder masculino para la Dominación.
Resentidas y resistentes, de igual manera, muchas veces, somos
ciegas. Tanto que no logramos vernos entre nosotras. La ceguera está presente
incluso cuando hacen nata las consignas feministas. Se disfraza la misoginia
con discursos de modernidad. El sentimiento se esconde, el odio entre mujeres
se disimula y se justifica, las tensiones son de cortarlas con tijeras, la
hipocresía se entierra con consignas.
Se nos mutila con juicios que nos señalan como “putas”,
“malas madres”, “rompehogares”, “frígidas”, “calientes”, “mariconas”, o sin
decir nada, haciendo un vacío silencioso y mutilador.
El daño te duele tanto en la vulva y las córneas que por un
tiempo callas. Pero como las vivencias no son un papel escrito ni un relato
publicado, nuevamente porfías, y si ya no ves, entonces escuchas y oyes.
Entonces te arrancan las orejas, te las muerden, te sacan pedazo, te dejan sorda.
Silvia dejó de oír su deseo por las otras y no ha podido
recuperarlo desde que entre varios la “hicieron mujer”.
“Hacernos mujer” es violarnos, mutilarnos, cegarnos y
ensordecernos.
No hay mejor manera de quitarnos los ojos que con el amor
hetero y toda su estúpida pomposidad carcelaria -“hasta que la muerte los
separe”-, que se replica en el matrimonio de la “diversidad sexual”. “El amor
todo lo aguanta”. “Por amor” nos dejan ciegas y sordas. Lo que viene después es
quitarnos el juicio y la conciencia, y para ello, suministrarnos todas las sustancias
de moda que una industria perversa y sus circuitos de consumo nos venden a cambio
de nuestras vidas y conciencias.
Nos “vuelan”, “nos dejan duras”, “nos activan”. Muchos procuran
drogas a mujeres para hacerlas más “manejables”, violarlas o conservarlas su
lado.
Otra manera de dejarnos ciegas, sordas, mutiladas e
inconscientes de nuestros propios sentires, es la oferta de discursos pre-hechos
teñidos de feminismo justo en una época en que éste se viste y se peina a la
moda.
Cuando no hacemos contacto con lo que vemos, oímos y
sentimos, es fácil hacernos tragar discursos de “equidad” e “integración”.
En ese lugar “neutral” la violencia contra las mujeres se
despoja de su carácter de Genocidio para convertirse en “episodios aislados”. Nos
hablan de “las violencias, vengan de donde vengan”. La radicalidad de lo que
vivimos se vuelve ambigüedad liberal y las instituciones despliegan toda su misoginia,
pueriles como son, para cortarnos la lengua y dejarnos mudas.
SERNAM resignifica el “heroísmo masculino” mostrando a los
hombres, como hace cien años, “salvando” a las mujeres, violentos y tratándonos
como “sus protegidas”[1].
Volante SERNAM, Servicio Nacional de la Mujer: una mujer está detrás del hombre y otra incluso detrás de un niño |
Y una Campaña de Metro de Santiago “para las buenas costumbres”, coloca en diversas estaciones una gigantografía con la imagen de una mujer vieja animalizada con un cuerno en medio de la frente, una cola y pesuñas[2].
Gigantografía que Metro de Santiago ha colocado en diversas de sus estaciones |
En la Historia occidental,
a las mujeres se nos ha presentado a menudo como “animales” para ser dominadas
y en su defecto eliminadas por “salvajes”. El cuerno de la mujer en la
gigantografía bien podría ser el de la cabra de las brujas según el “Maleficarum”
(1610), libro que justificó la tortura y la quema de millones de mujeres (en
Europa) y de “indias” en América Latina[3]. En la imagen de
Metro de Santiago la “mujer-animal” es observada por una mujer más joven, aliada
de los hombres, con una mueca de algo que se parece mucho al asco.
Mujer vieja desafiante, la imagen típica de la bruja inglesa según Silvia Federici en “Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación primitiva”, Ed. Historia Traficantes de Sueños, 2004 |
Nada nuevo bajo el sol, pero ahora en medio de este
despilfarro de frases hechas “a favor de las mujeres”.
Ante tanta agresión, necesitamos urgente unos ojos nuevos, seguir
en la recuperación de nuestros cuerpos y toda la autoconciencia de la que
seamos capaces.
[1] Volante de la campaña
de SERNAM “Por mí y por todas las mujeres” donde un “heroico” varón protege
a la mujer que mantiene detrás de él.
[2] Gigantografía que muestra
a una mujer mayor con un cuerno en la frente, cola y pesuñas.
[3] La imagen de la
bruja volando sobre una cabra según el libro “Calibán
y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación primitiva” (Ed. Historia Traficantes
de Sueños, 2004) es un grabado de
Francesco-María Guazzo del compendio Maleficarum de 1610. La imagen de la bruja
desafiante rodeada de animales siendo observada por hombres es, según Federici,
la imagen clásica de la bruja inglesa en The Wonderful Discoveries of the Witchcrafts
De Margaret y Phillip Flowers (1619). Como sabemos la ejecución de las mujeres
fue llevada a cabo por la Iglesia Católica
Apostólica Romana en la baja Edad Media sin que ningún ilustrado se pronunciara
en contra del Genocidio principalmente de mujeres, “indias” e “indios”.
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