Minería, Militarización y Criminalización de la Protesta
Social en América Latina
Enviado X Maritza/ Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina, OCMAL – Diario Red Digital
No es novedad que el extractivismo en América Latina ha ido
imponiendo un modelo de extracción y exportación, cada vez más profundo. La
competencia por ser destino de inversiones mineras, petroleras, forestales o
pesqueras es una característica de la mayoría de los países de la región. Sin
embargo, el extractivismo recibe cada vez más críticas de amplios sectores de
la sociedad incluida la academia y los movimientos sociales.
Entre las críticas más importantes se sitúa aquella que dice
que el extractivismo no solo no sacará a los países de la pobreza y la
dependencia, sino que los mantendrá en esa condición, que conocemos como “la
maldición de la abundancia” (1).
Nada tiene que ver esta maldición con “vivir sentados en un
saco de oro” siendo pobres (2). Lo que reina en los programas económicos de los
gobiernos latinoamericanos es la profundización del extractivismo para lograr
más crecimiento o para pagar deudas sociales a través de bonos de diversa
índole. Esto último ha devenido en una forma de mantener eternamente en los
gobiernos a sectores progresistas, que mediante la bonocracia han capturado la
votación mayoritaria, despidiéndose, de esta forma, de apoyos ideológicos para
hacerse del poder ejecutivo. Incluso en ocasiones, ha generado conflicto con
los movimientos sociales, como es el caso del gobierno de Correa en Ecuador,
quienes les llevaron inicialmente a gobernar.
Esta maldición de la abundancia se ha transformado en la
maldición del extractivismo. La imposición de proyectos mineros por ejemplo, ha
redundado en una creciente cantidad de conflictos con comunidades locales,
tanto así que hoy en América Latina no se conciben nuevos proyectos mineros sin
conflictos socioambientales y resistencia comunitaria.
Se dice que el sector minero afronta tres enfermedades
principales: la dificultad de encontrar nuevos yacimientos, el aumento de los
costos de producción y la creciente falta de licencia social y rechazo
comunitario.3
Las dos primeras enfermedades tienen soluciones técnicas. La
tercera ha sido abordada con diferentes aproximaciones todas ellas sin éxito a
la fecha. Inicialmente, el intento fue la Responsabilidad Social Corporativa
(RSC) mediante la creación de fundaciones y dádivas a las comunidades locales,
convenientemente abandonadas por los Estados. Luego las políticas de “buen vecino”,
acompañadas de cooptación, corrupción, división y descomposición social.El
fracaso de esas estrategias llevó finalmente a empresas y gobiernos a imponer
proyectos enfrentando la oposición social mediante la criminalización de la
protesta.
En la actualidad, son constantes las denuncias de liderazgos
antimineros con o sin fundamento, como fue el caso de Javier Ramírez, Dirigente
antiminero de la comunidad de Intag, al norte de Quito en Ecuador. Luego de ser
apresado injustamente, la comunidad fue militarizada, infundiendo mediante las
armas el miedo. Si bien es cierto no se logró, como en muchos casos,
neutralizar los rechazos comunitarios a la minería, si lograron la autosensura
y temor a expresar abiertamente sus opciones al desarrollo.
Pero la militarización no sólo es parte de las políticas de
gobiernos progresistas sino también a países que se han transformado en modelos
mineros como el caso de Chile. Aquí, un contingente policial ha mantenido
virtualmente secuestrada a la comunidad de Caimanes, al este del puerto de Los
Vilos, mientras ésta se movilizaba y tomaba los caminos de acceso a las
instalaciones de minera Pelambres de Antofagasta Minerals, nada más que para
exigir un fallo judicial que determinaba la restitución de las aguas
intervenidas por la minera para la construcción y operación de un traque de
relaves. En el último período del conflicto, el pueblo de Caimanes se ha
mantenido movilizado por más de 3 meses exigiendo lo que el máximo tribunal les
otorgó y que la empresa se niega a dar cumplimiento.
La fuerza pública ha militarizado la zona desplazando a
fuerzas especiales para impedir que la comunidad, mediante la presión social,
obtenga finalmente su derecho consagrado por el fallo judicial de última
instancia.
Tristemente célebre es también el caso de Máxima Acuña en la
localidad de Celendín, Cajamarca Perú, donde la minera Yanacocha, conocida
mundialmente por su atropello a los derechos humanos y el uso de la fuerza con
su grupo de guardias privados “Forza”, ha logrado burlar fallos judiciales que
han sido otorgados en reiteradas oportunidades a la familia de Máxima respecto
de la propiedad de sus tierras.
A pesar de haberse reconocido a esta familia derechos sobre
terrenos reclamados por Yanacocha para desarrollar su proyecto Conga, siguen
los acosos y atropellos como si la voz de la justicia se la llevase el viento.
Máxima fue criminalizada por la fiscalía, a solicitud de
Yanacocha (popiedad de las empresas Newmont Mining Corporation, el grupo
nacional peruano Cía. Nacional Buenaventura y International Finance Corporation
IFC), y condenada en primera instancia a cárcel y pago de una indemnización a
la minera. Luego, en apelación fue absuelta de todo cargo, reconociendo los
derechos sobre sus tierras. Al parecer en Perú, esto no es suficiente y como la
tendencia lo ha marcado, la criminalización es uno de los últimos recursos
utilizados una vez que han fallado las otras estrategias de disuasión y
convencimiento.
En los casos mencionados y muchos otros, la criminalización
mediante judicialización ha sido una práctica permanente en países como Perú y
Ecuador. En Perú, la mayoría de los casos de criminalización son sobreseídos en
instancias superiores, lo que denota una complicidad entre gobiernos, empresas
y parte de jueces locales, en casos que jurídicamente no se sostienen.
En Ecuador por el contrario, la dependencia política y el
temor infundido a la justicia por parte del gobierno central ha logrado que se
encarcelen a dirigentes injustamente y que zonas sean militarizadas para
imponer proyectos extractivos. La falta de dependencia de la justicia en
Ecuador ha logrado un alto grado de auto censura y el incremento de los riesgos
de oponerse al extractivismo generan mucha incertidumbre y temor en la
población.
En Bolivia por su parte también han existido episodios de
criminalización, especialmente en el caso de Cancio Rojas, dirigente de la
comunidad Mallku Qota que se opone a un proyecto minero en Potosí, y que fue
encarcelado injustamente. Pero tal vez lo más grave ha sido la estrategia de división
por la fuerza de uno de los íconos del movimiento indígena del altiplano
boliviano, nos referimos al Conamaq. Por medio de la violencia, y el uso de la
fuerza pública provista de armas de servicio, el gobierno decidió quebrar la
organización permitiendo el asalto a su sede y la agresión a sus dirigentes.
El motivo de estas medidas arbitrarias y antidemocráticas
era la no aceptación del modelo extractivista del gobierno de Morales pues las
comunidades afectadas reclamaban la pérdida de derechos frente a los proyectos
mineros. Llama la atención que un presidente de origen indígena usase la
violencia estatal para reprimir al movimiento indígena y sus demandas.
No estamos hablando de países donde legados de regímenes
dictatoriales sean los que criminalicen y repriman a la población con el uso de
la fuerza pública provista de armas de fuego como ha sido el caso de Guatemala
y Honduras. Hablamos de gobiernos alternativos, llegados al control del
ejecutivo con el apoyo incondicional de los movimientos sociales e indígenas y
donde sin ellos no habrían tenido la oportunidad de gobernar.
Ello nos muestra que el extractivismo se ha instalado en
América Latina como un acto de fe en mandatarios latinomericanos. Y como en
otras épocas, se impone a sangre y fuego, costando a veces la vida, la libertad
y la democracia de nuestros pueblos. No obstante, esto no ha mermado la
resistencia que se manifiesta cada vez más masiva por la defensa y la
recuperación de derechos imprescindibles para el sostenimiento de proyectos políticos
de justicia y equidad en la región.
Notas
1
http://www.extractivismo.com/documentos/AcostaMmaldicionAbundancia09.pdf
2
http://www.inredh.org/archivos/pdf/las_falacias_del_extractivismo.pdf
3
http://www.visualcapitalist.com/new-vision-mining-company-of-the-future/?utm_source=Visual+Capitalist+Infographics+%28All%29&utm_campaign=84ad817df0-Most_Valuable_Cash_Crop&utm_medium=email&utm_term=0_31b4d09e8a-84ad817df0-43798153
Fuentes : Observatorio de Conflictos Mineros de América
Latina, OCMAL – Diario Red Digital
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