Correa con tono despectivo ha manifestado públicamente que
como católico jamás aprobaría el matrimonio gay, que como buen católico no cree
en el aborto y que jamás apoyaría política pública que estuviera en contra de
estas convicciones de fe.
El Presidente como ciudadano tiene sus creencias y eso es
legítimo, el problema surge cuando estas creencias obstaculizan su capacidad
para garantizar los derechos establecidos en la constitución del país. En
momentos parece ser que sus convicciones morales y religiosas dominan sus
quehaceres públicos y ejecutivos.
¿Está la Revolución Ciudadana construyendo los cambios
necesarios para la igualdad de género y los derechos sexuales?
X Ivonne Vázquez/ Biblioteca Fragmentada
Esta es una pregunta importante para aquellos que
participamos en las luchas para la igualdad de género y los derechos sexuales
en Ecuador y América Latina. Para las y los ecuatorianos progresistas, de
izquierda o activistas es una pregunta estratégica y polémica. Para las mujeres
y la comunidad LGBTI esta es una pregunta que no sólo es importante y
estratégica, sino que también es una pregunta la cual se arrastra de la forma
más intensa e inmediata cada minuto de la vida política y cotidiana.
Ciertamente para mí, intentar contestar esta pregunta es materia de principios
políticos y de vida. La contestación a esa pregunta es parcialmente sí, pues se
han creado las justificaciones políticas y jurídicas y se ha construido los
espacios institucionales para garantizar la igualdad de género y los derechos
sexuales. Por otro lado, no se ha logrado involucrar a todas y todos en la
actividad continua de ir transformando la cotidianidad individual y colectiva
según se va transformando la sociedad, por lo tanto, la cultura sigue sin
mayores cambios a partir de la Revolución Ciudadana. Soy puertorriqueña
radicada en la costa ecuatoriana. Atraída por la impresionante diversidad y
belleza de este país, hace poco más de dos años, levanté mis anclas e inicié mi
camino a la jubilación en este país suramericano. Sobre todo, atraída por la
Revolución Ciudadana y su enorme potencial en el proceso de reconstrucción y
creación de una sociedad justa e igualitaria. Llegué a este país para así de
alguna manara vivir ese proceso de transformación social, el cual parecía estar
retando seriamente las formas patriarcales de dominación y explotación. Vengo
de una larga trayectoria de activismo comunitario y feminista. Viví mi juventud
desde la izquierda tradicional caribeña y latinoamericana. Por más de 25 años
viví mi militancia política en Estados Unidos, no sólo como activista
comunitaria, sino también como profesional.
Soy psicóloga de profesión y ejercí
por mucho tiempo como terapista y como ejecutiva en programas de servicios
sociales y programas de salud mental en NYC y Filadelfia. Estuve vinculada a
las luchas comunitarias desde diferentes espacios políticos. Esa es mi historia
y desde esa historia participo en esta conversación. 1 Durante los últimos dos
años me he dedicado a construir relaciones con organizaciones de mujeres y
organizaciones LGBTI. Además colaboro en instituciones que trabajan con niñas y
niños empoderándolos y guiándolos en la construcción de roles y prácticas
igualitarias. A la misma vez, he seguido cuidadosamente los procesos políticos
en el país. He hablado y compartido con mujeres ecuatorianas comprometidas con
la igualdad y los derechos humanos. Muchas de ellas envueltas en diversos
grados en la Revolución Ciudadana y en estos momentos viviendo diferentes
grados de frustración y desilusión. Ha sido el profundo amor que estas mujeres
tienen por el Ecuador y las luchas que día a día sostienen para construirse
unas vidas comprometidas con la igualdad y los derechos humanos, lo que me ha
motivado a participar en esta conversación. Rafael Correa y la Alianza País
llegaron al poder gracias al apoyo de los movimientos populares y la izquierda
tradicional. Sindicatos, comunidades indígenas, las mujeres y por primera vez
en la historia político-social ecuatoriana, la comunidad LGBTI asume vocería
local y nacional. Este apoyo y movilización popular se debió en gran parte al
carácter progresista que la Revoluciona Ciudadana asumió en sus comienzos,
logrando unificar a su favor el descontento existente en el país.
La Revolución
Ciudadana y sus líderes, con un lenguaje sumamente incluyente y participativo,
proyectaron intensiones no sólo de democratizar los procesos políticos, sino
también, presentaron planes para transformar la cultura civil y política
ecuatoriana. Más aun, enfatizaron sus intenciones de transformar los patrones
culturales que generan desigualdades sociales, anunciando que combatirían el
machismo y la homofobia a través de leyes para erradicar la violencia de género
y leyes para garantizar la igualdad de derechos independientemente de raza,
credo, edad o preferencia sexual. Anunciaron también que garantizarían la
igualdad y la participación política de las mujeres ecuatorianas en todos los
niveles y aspectos del quehacer político social ecuatoriano. La constitución
del 2008 y otros importantes vehículos institucionales son producto de este
progresista e histórico esfuerzo. La constitución asume al estado ecuatoriano
como uno laico, basado en derechos humanos universales, haciendo
inconstitucional la discriminación por razones de raza, edad, género y preferencia
sexual. Además, en otras políticas públicas y normativas de gobierno se expresa
con detallado énfasis las intenciones del gobierno de la Revolución Ciudadana
de garantizar el derecho de la mujer a vivir libre de violencia y garantizar el
derecho de la comunidad homosexual a disfrutar de todas las libertades civiles,
legales y económicas otorgadas al ciudadano ecuatoriano. 2 La Revolución
Ciudadana durante sus primeros años en el poder logra movilizar y canalizar las
necesidades y esperanzas de los sectores más pobres y desposeídos del país.
Indudablemente es evidente que grandes esfuerzos se han producido en respuesta
a esas necesidades y expectativas. Estos históricos esfuerzos incluyeron leyes
para garantizar la igualdad de género, particularmente leyes para combatir la
violencia de género y garantizar los derechos sexuales y reproductivos.
Estos
esfuerzos se extendieron además a lo político, fortaleciendo las formas
legislativas que garantizaran la participación política de la mujer en los procesos
electorales y en las posiciones de dirección en organizaciones políticas, a
través de la representación paritaria de mujeres y hombres y haciendo
obligatoria su participación alternada y secuencial en candidaturas para cargos
en elecciones pluripartidistas. Este proceso de igualdad política y
participación en las estructuras de gobierno viene acompañado con una larga
historia de luchas y tensiones con los movimientos y partidos políticos
enredada en constantes manipulaciones y desobediencias con la Ley de Cuotas del
2000. Más sin embargo, hay que reconocer que se ha construido un camino más
participativo e igualitario, aunque claro, todavía quedan las luchas de las
mujeres para sobrevivir sus campañas y tener un trato igualitario como
candidatas, y sobre todo quedan las luchas por participación y poder real. Un
esfuerzo de seguimiento para asegurar la participación política de la mujer se
captura en el Código de la Democracia, en el 2009. Los logros de la Revolución
Ciudadana, y sin precedentes en la historia del país, generaron una histórica
articulación y participación de muchos sectores y organizaciones. Los
sindicatos, las organizaciones populares, los jóvenes y estudiantes, la
izquierda, sectores de la clase media y profesionales les apostaron a Rafael
Correa y a su gobierno. Aunque también es cierto que desde la Asamblea
Constituyente esa articulación y participación ha ido lentamente mermando,
sobre todo el movimiento popular y otras organizaciones civiles han sufrido un
serio debilitamiento y fractura. No hay duda que el gobierno de la Revolución
Ciudadana es parcialmente responsable por esa desarticulación y debilitamiento,
pues ha creado paralelas organizaciones populares a las ya existente en el país
provocando fraccionamientos en los movimientos sociales. Indudablemente, a
pesar de ciertas incongruencias, esta articulación y trabajo de alianzas son
grandes logros, especialmente si se toma en cuenta las grandes limitaciones
culturales, económicas, estructurales y políticas con las cuales Correa y su
gobierno tuvieron que lidiar por el resultado de décadas de mal gobierno y 3
corrupción. Se respiraba un aire revolucionario y se proyectaba las intenciones
de garantizar igualdad ciudadana y de género, de respetar los derechos humanos,
incluyendo el derecho de las comunidades indígenas a su legado territorial y
cultural y el derecho de las comunidades homosexuales al trabajo y al buen
vivir. Movida precisamente por esos aires revolucionarios y por los logros
obtenidos durante los primeros años del gobierno de Correa, llegué al Ecuador.
Sin embrago, durante los últimos años de gobierno, han salido a la luz pública
una serie de incongruencias con los fundamentos progresistas recogidos en la
constitución del 2008 y postulados en los documentos estratégicos de la
Revolución Ciudadana. En especial, estas incongruencias han afectado a las
mujeres, comunidades indígenas, la tercera edad y a la comunidad LGBTI.
La
Revolución Ciudadana, ha demostrado tener dificultades en garantizar los
derechos de igualdad de género. El presidente Correa se ha proclamado,
“progresista en asuntos económicos y sociales pero conservador en asuntos
morales” y se ha nombrado como un “católico de izquierda”. Estas declaraciones
tienen consecuencias en cuanto al ejercicio de la igualdad de género y los
derechos de la diversidad sexual y presentan una violación a la constitución
del 2008, la cual claramente establece el estado ecuatoriano como un estado
laico basado en la universalidad de los derechos humanos, prohibiendo la
discriminación por razones de raza, edad, género o preferencia sexual. Correa
con tono despectivo ha manifestado públicamente que como católico jamás
aprobaría el matrimonio gay, que como buen católico no cree en el aborto y que
jamás apoyaría política pública que estuviera en contra de estas convicciones
de fe. El Presidente como ciudadano tiene sus creencias y eso es legítimo, el
problema surge cuando estas creencias obstaculizan su capacidad para garantizar
los derechos establecidos en la constitución del país. En momentos parece ser
que sus convicciones morales y religiosas dominan sus quehaceres públicos y
ejecutivos. Meses atrás varias asambleístas de Alianza País intentaron promover
la despenalización del aborto en caso de violación. Correa inmediatamente
intervino diciendo que si una legislación de este tipo se aprobaba él
renunciaría a su cargo, provocando así la paralización de este importante
proyecto legislativo.
El hecho que, aún se penalice el aborto en caso de
violación y que Correa se oponga violentamente a los esfuerzos de las mujeres
por despenalizarlo es una evidente incongruencia. Otra incongruencia se
manifiesta cuando por decreto directo, el Presidente cambia sustancialmente la
política pública con respecto a los derechos reproductivos y derechos sexuales.
Imponiendo un drástico cambio filosófico de una política que promueve la
educación sexual, la distribución de condones y la discusión abierta sobre 4
planificación familiar y sexualidad a una política pública basada en los
“valores de la familia”. Resultando de hecho en la privatización del diálogo
sobre sexualidad y reproducción, poniendo en riesgo la planificación familiar
gratuita y accesible para las mujeres. Esta abrupta y unilateral decisión ha
antagonizado al movimiento de las mujeres y a las feministas. La situación es
aún más complicada cuando el Presidente nombra a cargo de la nueva entidad de
gobierno para implementar su nuevo “Plan Familia Ecuador” a una mujer con
vínculos con el Opus Dei, el sector más conservador del país. Por otro lado, diferentes
organizaciones de mujeres alegan una limitada participación civil en el diseño
e implementación de programas y leyes dirigidas a garantizar la igualdad de la
mujer. Resultando esto en serias ineficiencias en los programas existentes.
Como ejemplo de esa ausencia de participación y liderato de las mujeres se da
en el 2009, con la desmantelización del Consejo Nacional de Mujeres (CONAMU),
entidad que por años organizó las inquietudes y las necesidades de las mujeres
en una sola y efectiva voz. Aunque en el 2014 se legisla la Ley de Consejos de
Igualdad, se argumenta que en su implementación y formación de los consejos se
perdió representación civil y social. Esta situación crea una seria desconexión
entre lo gubernativo y las mujeres. Recientemente el presidente Correa anunció
que solo reconoce a Diana Rodríguez como representante de la comunidad LGBTI.
Argumentó que solo ella le inspira confianza por ser una persona seria, de buen
corazón, “no como otros líderes LGBTI los cuales lo insultan por Twitter.
Correa afirma que “solo trabajará con gente de buen corazón no con esas
personas llenas de odio”. Esto es otra incongruencia porque de forma
autoritaria y unilateral se le ha impuesto una representación y vocería a la
comunidad LGBTI, invisibilizando así otros sectores de la comunidad.
Particularmente, estos comentarios han antagonizado a las mujeres porque ha
abonado de forma dramática a la ya dolorosa invisibilidad a que las lesbianas
ecuatorianas son sometidas. Repetidamente, funcionarios gubernamentales en sus
diálogos y respuestas públicas se posesionan en confrontación abierta con las
mujeres usando lenguaje, analogías y ejemplos, caracterizando a las mujeres en
forma denigrante y peyorativas, añadiendo esto a las ya evidentes
incongruencias entre la Revolución
Ciudadana, la igualdad de género y el
derecho a la diversidad sexual. Mientras, hay una serie de impresionantes
logros con respecto a la participación de la mujer en la política en la
historia del país. El 30% de las mujeres ecuatorianas están activas en la
política con un 40% de las bancas legislativas ocupadas por mujeres. Por otro
lado, el 50% del gabinete ministerial son mujeres. 5 En la dirección de Alianza
País, el movimiento político que llevó a Rafael Correa al gobierno, la
presencia de las mujeres es indiscutible. Por ejemplo, la Secretaria de AP es,
Doris Solís la cual recientemente (marzo, 2015) anunció una iniciativa en la
formación de lideresas en la organización, argumentando que “La mayor lucha
para construir la equidad de la mujer está en el cambio cultural”. Dado el
impresionante nivel de presencia de la mujer en las estructuras políticas y de
poder a nivel de gabinete provincial, municipal y parroquial la pregunta
oportuna entonces es, ¿Está a Revolución Ciudadana construyendo los cambios
culturales necesarios para crear la posibilidad de igualdad de género y para
garantizar los derechos de orientación sexual? Mi respuesta es sí y no. Sí,
como mencione anteriormente, porque ha creado las bases institucionales para la
igualdad y los derechos humanos a través de la constitución del 2008 y otros
documentos constitucionales y normativos. Si, se ha logrado una presencia
formal de la mujer y de miembros de la comunidad LGBTI en las estructuras de
poder. Pero, lamentablemente, parece ser que el poder es solo formal y no real.
Todas las incongruencias discutidas anteriormente apuntan hacia esa dirección.
Solo para dar un ejemplo más, hablemos de la violencia de género. El 90% de las
mujeres en el Ecuador han experimentado algún tipo de violencia de género y
además, el 69% de las niñas en el país han sido violentadas sexualmente. Estos
datos son recogidos en el 2011, 4 años después del Decreto Presidencial 620,
donde se proclama el plan nacional para la erradicación de la violencia (PNEVG,
2007). Hoy 8 años de este decreto todas las indicaciones apuntan al continuo
aumento de la violencia de género en todas sus formas. Se han puntualizado ya
muchas de estas incongruencias y se ha señalado la necesidad de incidir en los
patrones culturales para así transformar la sociedad ecuatoriana, retomando de
esa manera el perdido cauce revolucionario iniciado por la Revolución
Ciudadana. Algunas voces han argumentado el jirón de vuelta al caudillismo y al
centralismo antidemocrático del poder en el ejecutivo. Lideresas de algunas
organizaciones de mujeres feministas y LGBTI han insistido que la revolución
ciudadana es “una revolución que camina hacia atrás”. Por otro lado, la
secretaria de AP, Doris Solís, recientemente afirmó la necesidad de reales cambios
en los patrones culturales. Sostiene que son los cambios culturales “la mayor
lucha para construir la igualdad de género”. Creo que la Sra. Solís tiene razón
al argumentar la necesidad de transformar la cultura para viabilizar la
incidencia en la desigualdad de la mujer y para garantizar los derechos
sexuales. 6 El problema es que el hacer este tipo de declaraciones no es
suficiente. Lo importante es ofrecer las necesarias metodologías y prácticas lo
suficientemente abarcadoras y profundas con las cuales se pueda jameaquear la
sociedad. Hay que proponer metodologías que produzcan cambios culturales sin
perder de vista que un aspecto fundamental en esa metodología es necesariamente
la incorporación de la gente y del todo el pueblo en el proceso de transformación.
Sectores de la comunidad académica y política también han argumento la
necesidad de cambios en la vida cotidiana y añaden que el verdadero cambio
social está en el trabajo diario de transformar lo cotidiano. Además han
resaltado la necesidad de incorporar a las comunidades y al pueblo en general
en los procesos de cambio en la cotidianidad, en la manera de vivir, pero aún
no se llega a proponer las específicas formas, actividades o programas que
generen la transformación cultural necesaria. Coincidimos en ver la
institucionalidad como un aspecto importante en las transformaciones sociales
porque crea los espacios formales, legales y políticos, pero sin los cambios
culturales profundos las transformaciones necesarias para la igualdad de género
y de derechos sexuales no se dan. ¿Qué se quiere decir con cambio social real?
¿Cómo se construyen estos cambios? Los cambios cotidianos, los del cómo se
organiza la vida, del cómo se organizan las relaciones publicas y privadas, del
cómo se crean los valores y patrones culturales, son cambios los cuales no se
decretan o se imponen. Estos son cambios que necesariamente se construyen
socialmente y se desarrollan comunitariamente. Ese es el reto histórico, la
creación de igualdad de género y la garantía de los derechos sexuales no es
solo un proceso político, legal o constitucional, sino que es un proceso
radicalmente social y metodológico porque conlleva profundas transformaciones
culturales y psicológicas en lo público y privado, en lo colectivo y en lo
individual. Y la transformación empieza por los líderes y lideresas sentando
los ejemplos a seguir. La radical transformación que la igualdad de género y de
respeto por las diferentes orientaciones sexuales necesita de líderes y
lideresas señalando el camino, demostrando los cambios. Estos jamaqueos
estructurales y culturales, que van más allá de las leyes y los decretos,
ameritan metodologías arrolladoras que permitan participativamente crear el
poder social para transformar siglos de cultura y costumbres. Y de paso, necesitan
crear y recrear nuevas formas de vida, nuevas formas de cotidianidad basadas no
en la cultura violenta de los géneros y en la homofobia sino en nuestra
igualdad como seres humanos y en nuestra cualidad humanista. 7 ¿Cómo vamos a
jameaquear a la sociedad para poner sobre la mesa y así exponer los patrones
culturales que producen y reproducen la desigualdad de género y la homofobia?
¿Cómo construirnos el poder social para transformarnos individual y
colectivamente y así asumir responsabilidad y reiniciar un proceso de construir
una sociedad más justa e igualitaria? ¿Cómo vamos a inventar nuevas formas de
vida? ¿Cómo vamos a crear una vida cotidiana igualitaria en todos los espacios
sociales? ¿Cuáles son las herramientas necesarias en este proceso de transformación
de las esferas subjetivas de la sociedad y de la cultura? ¿Cómo se reconstruye
de forma democrática y participativa una sociedad? Si la tarea es transformar
la cultura y reconstruir formas nuevas de vida, estas son algunas de las
enormes preguntas metodológicas y prácticas que deben ponerse sobre la mesa. No
pretendo contestar todas esas preguntas, pues creo que para que germine la
transformación real deben de darse respuestas socialmente creadas, pensadas y
practicadas por los participantes en el proceso de cambio. Aquí hablamos de una
transformación radical que no solo no se puede decretar o legislar, sino que
necesariamente tiene que construirse con la incorporación de todos y todas.
Estas son respuestas que no se pueden articular en oficinas cerradas o
instituciones desvinculadas del pueblo. No, estas preguntas deben de ser
contestadas al calor de la construcción de herramientas y procesos con plena
incorporación de pueblo. Lo que sí es posible es compartirles una serie de
programas, iniciativas y prácticas las cuales han demostrado gran efectividad
en la construcción de ambientes de cambio y han logrado el poder social
necesario para serias transformaciones culturales a niveles colectivos e
individuales. Durante la mayor parte de mi vida he buscado respuestas
metodológicas al imperativo de cambiar la vida cotidiana de las mujeres. He
viajado y conocido países, movimientos y gente las cuales han contribuido en mi
búsqueda. He dedicado mi vida, no solo a la actividad de hacer “la revolución”
sino como feminista a algo más significativo. He dedicado muchos años, a la
continua actividad revolucionaria de construir cambios en la vida cotidiana,
cambios en lo personal y político, en lo individual y colectivo. Para
acercarnos a formas específicas y prácticas de transformación social y cultural
propongo que consideremos la práctica metodológica llamada terapéutica social.
Terapéutica social es una práctica dentro del marco conceptual post marxista,
la cual ha incorporado los descubrimientos psicológicos, filosóficos y
metodológicos de los importantes revolucionarios Lev Vygotsky, Fred Newman y
Lois Holzman. Estoy convencida que estos descubrimientos conceptuales y
prácticos hacen posible la 8 transformación de la cotidianidad y de los
patrones culturales que producen y reproducen la desigualdad de la mujer y las
actitudes homofóbicas. Terapéutica social es una herramienta conceptual y
practica para el desarrollo, crecimiento y transformación. Es una herramienta
que puede abolir el estado presente de las cosas. Es una práctica la cual ve a
los seres humanos y humanas no como usuarios de herramientas sino como
creadores colectivos de un nuevo tipo de herramientas. Las herramientas que
producen desarrollo y crecimiento humano a la vez que van creando nuevas formas
de vida por medio de la continua transformación de prácticas específicas y
cotidianas. Es del tipo de herramienta que viabiliza el construir nuevas formas
de vida y así vamos construyendo el devenir del cómo viviremos nuestras vidas
par así ir construyendo nuestro crecimiento. Quiero dar ejemplos de esta
práctica metodológica. En NYC hay un programa creado en el 2006 por el All
Stars Network: Operación Conversación: jóvenes y policías. Este programa sigue
la práctica terapéutica social y ha demostrado una impresionante efectividad en
transformar la cultura de violencia y racismo prevaleciente en las calles de la
ciudad. Tradicionalmente en esa ciudad norteamericana ha existido mucha tensión
y hostilidad entre jóvenes afroamericanos y latinos y la policía. Este programa
se creó en un contexto de serios incidentes raciales y de violencia entre la
policía y jóvenes afroamericanos y latinos. El All Stars Network en
colaboración con el Departamento de la Policía de NYC a través de la actuación,
improvisación y de conversaciones han logrado crear un dialogo en los cuales
temas difíciles como racismo, violencia, machismo, homofobia se hablan en un
contexto positivo y constructivo. En la construcción de ese proceso de crear el
contexto, la conversación, para dialogar sobre temas tensos y cargados de
prejuicios, se van articulando nuevas formas de hablar, nuevas formas de
intercambio. Se van creando nuevas formas de conversación, nuevas formas de
ser, de ver, de relacionarse y nuevas formas de vida. En el 2013 se suministró
una encuesta y los resultados son impactantes: 88% de los jóvenes y un 66% de
los miembros de la uniformada participantes aprendieron algo nuevo sobre
relaciones en el programa; 100% de los jóvenes y un 93% de los agentes piensan
que el programa tiene un impacto positivo y permitió crear cercanía. Resultando
en mayores destrezas para escucharse y verse como seres humanos sin la tensión
que tradicionalmente existe entre ambos. El 84% de los participantes aseguran
que la experiencia les impactó de tal manera que permite futuras relaciones y
positivos intercambios entre ellos.
El Centro Terapista de la Comunidad
localizado en Brooklyn, NYC es otro esfuerzo terapéutico social en el cual se
construyen relaciones y proyectos comunitarios que 9 engendran actividades
colectivas en ambientes profundamente diversos y heterogéneos en los cuales las
tensiones raciales, de género y de edad son intensas y abismales. El centro de
terapia social es un espacio en donde se practica terapia de grupo, individual
y comunal. La gente se agrupa para construir todo tipo de actividades
comunales, para construir poder social, para construir su humanidad en conjunto
y así crecer y desarrollarse emocionalmente como individuos y como comunidad.
Los facilitadores de estas conversaciones y actividades de construcción y
dialogo son personas entrenadas en la práctica y metodología de terapéutica
social y usan performance, improvisación, juego y el arte de conversar para
crear intercambios y actividades para desarrollar relaciones positivas y así
construir a la comunidad. La Ciudad Juárez en México por décadas fue una de las
áreas más violentas en todo el territorio mexicano. La violencia de género era
extremadamente alta y cruel. Desde el Centro Fred Newman para la Terapia Social
se comenzaron construir diferentes programas y contextos para desarrollar una
conversación comunal. Además, desde el centro se crearon todo tipo de
actividades creativas sobre la violencia y su impacto en la comunidad. Estas
eran actividades abiertas e incluían a todos los interesados en participar. La
intención era el garantizar la democrática participación en el proceso de
decidir sus respuestas a la violencia. De esa manera construían continuamente
ambientes dirigidos a crecer las comunidades, generando constantemente
conversaciones y actividades las cuales van dirigidas a decidir colectivamente
que tipo de comunidad, de país y de mundo quieren construir. Así van
construyendo ambientes libres de violencia y se va aboliendo el estado actual
de las cosas. Lo que estos tres ejemplos tienen en común es que en estos
espacios se están creando nuevas formas de vida –nuevas formas de hablar, de
ser, de relacionarse, nuevas formas de necesidades y deseos, nuevas formas de
entender-, formas no montadas en las dinámicas de desigualdades (de género,
identidad sexual, clase étnicas o raciales), sino construidas desde nuestra
humanidad, no desde roles desiguales y prácticas discriminatorias, sino desde
practicas igualitarias y comunales.
Estos programas son ejemplos de actividades
que pueden transformar culturas específicas y crear formas nuevas de ser, crear
y vivir juntos. Precisamente estos son algunos de los cambios necesarios para
construir igualdad de género y para construir una nueva comunidad y así
construir un nuevo país sin formas de vida homofóbicas o machistas. Estos tres
ejemplos tienen en común una misma práctica de transformación, la terapéutica
social con el siguiente marco conceptual. Los seres humanos tienen la capacidad
de transformar al mundo que nos rodea a la vez que vamos 10 transformándonos.
Construimos nuestras circunstancias a la vez que vamos construyendo quienes
somos en esas circunstancias que estamos creando. Los seres humanos construimos
y transformamos porque tenemos la habilidad de constantemente construir
herramientas que cambian totalidades. Según vamos transformando, vamos
transformándonos y el resultado de esta transformación son nuevas cosas, nuevas
formas de vida y de cotidianidad, nuevos individuos y nuevas circunstancias.
Esta actividad que transforma es actividad revolucionaria. Esta actividad
revolucionaria es una práctica bien específica de construir herramientas
mientras vamos produciendo resultado y así transformamos al mundo y a nosotros
mismos.
Cuando los seres humanos jugamos y creamos juntos es una actividad
revolucionaria. Actividades de performance y juegos es una actividad humana
para crear en grupos en la cual se construye algo nuevo y positivo. Este tipo
de actividades sociales, actividad revolucionaria, es imprescindible para el
desarrollo humano individual y colectivo. El deseo y necesidad de convertimos
en una mejor persona y romper con los patrones sociales que producen machismo,
desigualdad y homofobia no es un proceso cognoscitivo de aprender nuevas
técnicas, dinámicas o nuevos valores. No es un compromiso ideológico o político
en abstracto, todo lo contrario, es un proceso práctico y participativo en
donde ejercemos nuestro poder colectivo para crear nuevas formas de ser, nuevos
ambientes, nuevos contextos, nuevas sociedades y nuevos patrones culturales. Es
la continua y cotidiana actividad social de crear un mundo nuevo lo que hace
posible la continua revolución y así la transformación de la cultura.
Terapéutica social es una de esas herramientas que fomenta y engendra actividad
revolucionaria continuamente porque está precisamente diseñada para transformar
al mundo que nos rodea construyendo social y participativamente algo nuevo, en
este caso la creación de nuevas cotidianidades reconstruyendo la actividad de
hacer la vida, la historia, el devenir. Para transformar a través de esa
continua actividad revolucionaria es imprescindible relacionarnos con nosotros
mismos y con los demás como revolucionarios. Como revolucionarios practicando
continuamente actividad revolucionaria tenemos la capacidad de transformar al
mundo, tenemos la capacidad de construir el devenir. Nótese que cuando hablo de
actividad revolucionaria es mucho más que hacer la revolución. Hacer la
revolución es sólo el comienzo de un proceso transformativo. Lo que hay que
construir luego es lo importante. La transformación de la vida cotidiana y de
la cultura. Es aquí donde la Revolución Ciudadana podría continuar su proceso
11 revolucionario, incorporando a la gente en la actividad revolucionaria
continua. Esto es en la transformación simultánea de la vida cotidiana y de los
seres humanos forjadores y creadores de los cambios revolucionarios. Los cuales
ya han comenzado al hacer la revolución. El reto es, que no se produce
revolución con “la revolución” solamente. Tenemos que
transformar/transformarnos subjetivamente para llegar al cambio social
revolucionario, o sea al el desarrollo y creación de nueva cultura, nuevas
formas de vida. Es la gente la que transforma al mundo, es la gente en
desarrollo y crecimiento quien crea el poder social y así cambia al mundo. En
estos días el presidente Correa ha llamado a un diálogo nacional para decidir
sobre qué país queremos hacer y así profundizar la democracia garantizando
equidad y justicia social. El ministro de la Secretaria Nacional de
Planificación y Desarrollo (SENPLADES) convoca a la conversación para entre
otras cosas construir más sociedad. Esta conversación es una importante
oportunidad, para iniciar el complejo y confuso proceso de construir no solo
más sociedad sino realmente para construir otra sociedad, otra cultura, un
nuevo país. Este llamado al diálogo se da en un momento de mucha tensión en el
país y podría resultar, si es tomado en serio, con plena y real participación
ciudadana en un momento de redefinición revolucionaria y un momento importante
para insertar la participativa transformación cultural, garantizando la equidad
de género y los derechos sexuales. Este es el momento de incorporar al pueblo,
particularmente a las mujeres, para ejercitar real poder político y de
autogestión, y así decidir qué tipo de revolución es la Revolución Ciudadana.
En otras palabras, incorporar al pueblo en decidir el cómo generalizar esta
revolución a todos los aspectos de la vida. La Revolución Ciudadana ya tiene el
poder y la institucionalidad para continuar, tiene estructuras como los
Consejos de Participación Ciudadana, el Ministerio de Participación Ciudadana y
Control Social y la Asamblea Nacional Ciudadana Plurinacional e Intercultural
para el Buen Vivir, los cuales pueden ser vehículos para la incorporación de la
gente, y además tienen los recursos para apoyar y fomentar la creación de real
poder social de transformación. Por otro lado, hay ya una experiencia acumulada
con los organismos de participación ciudadana a todos los niveles, los cuales
tienen el potencial para desarrollarse como enclaves de actividad
revolucionaria para transformar la cotidianidad. Las organizaciones populares
tienen un importante rol que ofrecer para garantizar la genuina e independiente
incorporación del pueblo ecuatoriano al proceso de reconstrucción cultural.
Aunque existe una marcada desarticulación de muchas de 12 estas organizaciones
sociales, aun disponen de la experiencia y del vínculo con el pueblo como para
ser vehículo de transformación cultural. Existe la posibilidad de usar todos
esos contextos ya creados para convertirlos en enclaves de actividad
revolucionaria, la continua actividad de cambiar las circunstancias que nos
rodean, la continua actividad de crear el real poder social participativo. Así
quizás, se tiene la posibilidad de incidir en la cultura actual y construir la
igualdad y justicia social. Estos enclaves pueden, además, ser los contextos
para los necesarios descubrimientos de prácticas y de nuevas herramientas de
transformación cultural y social. Herramientas que viabilicen el diálogo y
permita la construcción de nuevos tipos de conversaciones y actividades, de
nuevas formas de relacionarse, de nuevas formas de construir juntos, de nuevas
formas de hablarse, de ver. En fin, enclaves que permitan y generalicen la
construcción de nuevas formas de vida, de una nueva cultura, de una nueva
sociedad, de un nuevo país.
El presidente Correa y la Revolución Ciudadana
tienen una increíble oportunidad de hacer historia liderando una revolución que
realmente cambie el machismo y la homofobia y todas las formas de vida que
producen y reproducen estos males sociales. Tienen una posibilidad sin
precedentes para completar la revolución de los oprimidos y explotados,
transformando la cultura capitalista y patriarcal en una igualitaria y
democrática, y así ser la primera revolución totalmente transformativa del
mundo. Tremenda tarea, quizás posible en este bello y vibrante país, Ecuador.
Referencias
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2011; Ecuador AECID, “Plan de acción de género en desarrollo 2011-2014”; 2011;
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Fuente: Biblioteca Fragmentada
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