Ezequiel Borvarán y Diego Guzmán de 18 y 25 años, no
cometieron delito alguno
X MANUEL AHUMADA LILLO, Presidente C.G.T. CHILE/Enviado X MANUEL
AHUMADA LILLO/ Pulso Sindical*
Hace algo más de 25
años se eligió como presidente a Patricio Aylwin Azocar, completando así un
proceso iniciado con la victoria de la opción NO en el plebiscito de 1988. En
todo ese poco transparente período llamado “de transición” se fijaron, entre
otras, las líneas a seguir en materia de política interna, un paquete de
acuerdos entre la dictadura y la Concertación que se han respetado
casi al pie de la letra hasta el tiempo presente.
Es lo que explica los deslavados cambios a la constitución,
las poco felices reformas laborales, las débiles políticas del Estado en salud,
educación y vivienda, entre otras.
En otras palabras si no fuera por que no actúa a diestra y
siniestra la CNI, por que en algo se han moderado las prácticas represivas
en las manifestaciones y que dan más permisos que antes para marchar y se hace
por la Alameda, podríamos decir que no hay mucha diferencia entre
dictadura y esta democracia protegida.
Y de eso muchas veces parecemos olvidarnos.
Nos lo traen a la memoria los asesinatos impunes contra
mapuches, los casos de corrupción en los que están involucrados muchos de los
actores de este pasado nefasto que cargamos y sus oscuros herederos, las luchas
sin respuesta de pobladores y estudiantes, las carencias inimaginables de los
trabajadores y sus familias.
El sistema demoniza a quienes protestan, instaló el
individualismo y el consumismo como elementos principales para encontrar la
felicidad, abre puertas y más puertas que ayudan al endeudamiento y luego traen
el dolor y la desesperanza a quienes siendo pobres intentaron vivir como ricos.
¿Cuantos no van por ahí, tapados los oídos con audífonos o
la vista fija en sus modernos aparatos de escucha e imagen mientras se está
robando, agrediendo o insultando a otros? ¿Dónde se fue la solidaridad y la
fraternidad de los seres humanos?
Prolifera el narcotráfico, aumenta el consumo desenfrenado
de alcohol y con ello la violencia demencial, un profundo no respeto por el
otro. Son cosa común los asaltos a los hogares, las grabaciones sin
autorización, las peleas de pandillas a balazo limpio, las muertes violentas
sin resolver, como sucedía en un pasado no muy lejano.
Ayer 14 de mayo se ha dado un nuevo paso en esta
degradación. Han sido asesinados fríamente dos jóvenes en Valparaíso, al
término de una marcha de estudiantes.
Ezequiel Borvarán y Diego Guzmán de 18 y 25 años, no
cometieron delito alguno, eran jóvenes llenos de vida que demandaban como miles
de miles en todo el país, cambios profundos en la educación. Como tantos
pintaron un muro o pegaron un papelografo, expresiones históricas de los
pueblos para hacer constar su sentir.
Su muerte es producto de una sociedad enferma, sociedad
idiotizada con discursos fascistas, anestesiada con programas inútiles en la
televisión y radio, con censura manifiesta en diarios y revistas. Aún es tiempo
de parar esto, depende de nosotros. Quizás si el mejor homenaje a Diego y
Ezequiel y a los que antes cayeron, es reconocer en el modelo al enemigo y
luchar por cambiarlo, sin negociar.
En un comentario al Pulso anterior, en “El Ciudadano”, nos
llaman la atención por la alambicada explicación de las reformas laborales más
aún cuando, nos dice el crítico, “los trabajadores carecen de educación y
desconocen sus derechos”.
No puedo menos que encontrarle la razón a nuestro amigo en
parte de sus argumentos.
Ciertamente que una de nuestras deficiencias ha sido
ponernos a discutir sobre los temas que el modelo ha ido instalando, dejando de
lado las necesidades mas urgentes de millones de personas asalariadas que no
van a ver mejoradas sus condiciones cualesquiera sean las reformas que se
hagan, si las mismas no apuntan a sus problemas cotidianos.
Esos problemas que para ser solucionados deben ser asumidos
como una obligación ineludible por el Estado. No digo que no tengamos que
expresar con fuerza el rechazo a las malas reformas ni que no tenemos que
denunciara a los gestores y cómplices de las mismas. Tampoco que no tengamos
que mencionar la renacionalización de las riquezas básicas, el termino de las
AFP, o una nueva Constitución.
Lo que digo es que junto con eso, tenemos que poner el
énfasis en la educación y la organización de los trabajadores.
Reiterar mas que nunca la necesidad de reformas
imprescindibles, las que solo podremos concretar con un pueblo trabajador
activo y organizado.
Y es que tenemos que salir a luchar por el pago mensual de a
lo menos 2 pasajes diarios de locomoción colectiva, colación por día trabajado,
gratificación garantizada de 4,75 ingresos mínimos pagada en doceavos, 8 horas
diarias de trabajo continuas por 5 días a la semana, descanso en domingo.
De nada servirá dar otro pasito con las nuevas reformas que
puedan ser acordadas, serán millones los que no tendrán acceso a las mismas y
nuestra labor, la irrenunciable tarea es ir a hacer conciencia de esas carencia
e impulsar las luchas por satisfacerlas.
Y eso requiere de mucho mas que consignas
Comentarles también de otra critica, más bien una acusación,
por nuestro Pulso del Primero de Mayo.
Nos ha acusado alguien de anticomunistas, pero no se ha
dignado exponer en que parte de ese saludo a la clase está lo que el lector
define como anticomunista.
Coherentes con la línea de nuestra organización, hemos llamado
a derrotar al sindicalismo oficialista, a denunciar lo débil de las reformas e
incluso hemos llamado la atención respecto de aquellos que en función de
acomodarse han dejado de lado, esperamos que momentáneamente, las banderas de
la clase.
No vamos a transar en la decisión de llamar a las cosas por
su nombre, no vamos a renunciar en demandar la unidad para combatir y derrotar
al modelo. Eso no es anticomunismo ni anti nada, es simplemente consecuencia.
Si Ezequiel Borbarán y Diego Guzman demandaban en la calle
por otra educación, el mejor homenaje a sus memorias es luchar por esa y las
otras exigencias de nuestro pueblo.
Fuente: PULSO SINDICAL Nº 279 - DEL 09 AL 16 DE MAYO DE 2015
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