Anguita: "O nos arriesgamos a salir del euro o nos
morimos de inanición"
x Cristina Vallejo/Enviada x Ricardo
Hablamos con Julio Anguita de economía, de la Transición y
de la política contemporánea.
El histórico dirigente comunista Julio Anguita acaba de
lanzar un nuevo libro escrito mano a mano con el periodista Julio Flor. Se llama
"Contra la ceguera. Cuarenta años luchando por la utopía". En él
recorre la historia de Izquierda Unida, sus vivencias como líder de esa
formación y del Partido Comunista y, en paralelo, la de la historia reciente de
España, desde la Transición hasta nuestros días con una visión crítica y
combativa.
Se detiene mucho, y de ahí nuestro interés por
entrevistarlo, en el proceso de construcción europea, en el Tratado de
Maastricht en especial, el origen, a su juicio, de los males que ahora vive
España y, en general, los países de la periferia. Lo que le hace merecedor de
este espacio no es que lo haya dicho hoy, cuando todo el mundo reconoce el
fallido proceso de creación del euro, sino ya a principios de los noventa.
Pero cree que no está todo perdido. Opina que hay remedio:
salir del euro y montar una sociedad sobre otras bases. La lucha sindical, la
lucha de la izquierda, ya no pasa por pedir más parte del pastel para los
trabajadores, sino crear otro pastel. Hay un mundo que se termina, pero, con
él, también lo que se ha venido a plantear como su alternativa.
El título de su libro es "Contra la ceguera" ¿Qué
es lo que no vemos o lo que no queremos ver?
Eso sí que es importante, esa matización que ha hecho. No
queremos ver que toda una civilización, que toda una concepción de la vida, que
todo un desarrollo de una determinada economía se están acabando. Pero no sólo
está llegando a su fin el desarrollo de esa economía, sino que incluso lo que
se ha venido a plantear como alternativa. ¿Qué estoy diciendo? Estoy diciendo
lo mismo que Schumpeter, uno, quizás, de los diez mejores economistas que ha
habido en el mundo, que dijo que el capitalismo morirá de éxito, en el sentido
de que, cuando se extendiese por todo el universo, al no tener más terreno
donde ir, se encontraría con que las contradicciones inherentes al sistema
tenderían a plantearle cada vez más problemas.
Pero lo que ha venido a ser la oposición en la Primera, en
la Segunda, en la Tercera, en la Cuarta Internacionales, que, básicamente,
salvo en aquellos momentos en los que plantearon un mundo distinto, ha
consistido en la práctica en pedir más parte del pastel, también se ha quedado
con que no tiene una política clara. No se puede ya pedir mayor participación
en la tarta, porque ni el poder puede ni el poder quiere. Ambos, el poder y el
contrapoder, están obligados a pensar en un paradigma nuevo.
¿Y cuál sería ese paradigma nuevo?
Le daré unas breves notas. Primero habría que plantearse el
objetivo. Y, para mí, sería cumplir la solemne Declaración de los Derechos
Humanos y la Carta de la Tierra. Son dos documentos que se pueden leer, son
accesibles para todo el mundo y sobre los que hay consenso. Y, después, algo
que va a chocar con la filosofía imperante: ha llegado la hora de que la
política le diga a la economía por dónde tiene que ir. Ése es el mayor salto
que hay que dar. Los mercados ya no pueden decidir. Los mercados, bajo una
distinta fórmula, tendrían que ser los encargados de poner en marcha las
directrices, los acuerdos a los que llegue la sociedad a través de la política.
Antes de la crisis, durante la euforia económica, ¿nuestro
pecado fue también ese no ver o, dicho de otra manera, la falsa conciencia,
creernos lo que no éramos?
A ver si puedo contestar a esto sin caer en la jactancia,
cosa que no pretendo. Sí hubo gente que más o menos venía anunciando lo que
ahora estamos viendo. En concreto, en España hubo un debate en el interior de
Izquierda Unida que terminó con una escisión importante como consecuencia del
debate del Tratado de Maastricht. El Tratado de Maastricht fue algo decisivo
porque marcó una manera de desarrollar el proyecto europeo. Tanto es así, que
el día 31 de mayo del año pasado Felipe González, una de las figuras de la
moneda única, reconoció lo siguiente: "Cuando construimos la moneda única,
no tuvimos en cuenta que no había una política fiscal común...". En aquel
momento, la idea de "Europa, Europa, Europa" arrastró y sedujo la
inteligencia de mucha gente. Y éstas son las consecuencias.
¿Y qué vio usted para tenerlo tan claro incluso desde
el año 1990?
Yo no es que tuviera una visión arrebatada como Moisés en el
Sinaí. Fue muy sencillo. Resulta que yo tenía un equipo económico bastante
bueno, con personas como Martín Seco, Pedro Montes o Juan Torres, entre otros,
que leyeron el Tratado de Maastricht y se dieron cuenta de sus consecuencias.
Ahí comprobamos cómo se estaba torciendo el proyecto europeo. Era de cajón.
Sobre todo cuando leímos en el artículo 104 que a partir de entonces los
Gobiernos no podían ir a pedir préstamos a sus bancos centrales, sino que
tenían que ir necesariamente al mercado, es decir, a los bancos.
¿Pudo influir en ese diseño de Maastricht el hecho de que en
el año 1989 cayera el Muro de Berlín o que en 1991 colapsara la URSS?
Me pilla preparando una conferencia para el día 17 en
Sevilla que titulo "La década prodigiosa". Yo sé que ése es el nombre
de un grupo musical. Pero con él me refiero a que, efectivamente, la caída del
Muro de Berlín empezó a desatar la utopía de 1989, que duró toda esa década de
los noventa. ¿En qué consistía esa utopía? Tras caer el Muro de Berlín y la
URSS, se suponía que empezaba en el mundo el reinado de la paz y, por tanto, ya
no iba a haber gasto en armamento. Además, Fukuyama publica "El fin de la
historia" y la globalización se extendía no ya sólo como un desarrollo de
una determinada manera de entender la economía, sino como una cosmovisión. En
definitiva, empezaban a aparecer una serie de escritos en los que venía a
decirse: "Ya hemos vencido". Y, dado ese triunfo, no sólo se extendía
una concepción económica, sino un "logos" a la manera en que Hegel lo
interpreta en "El devenir de la Historia".
¿Salir del euro ahora? Fue un fracaso pero, ¿nos conviene
irnos en estos momentos?
Formulado en un debate académico, salirse del euro es un
disparate, es verdad. Repito el mensaje académico: Europa es una necesidad, sí,
desde luego; la Europa unida es necesaria, desde luego; una Europa unida
necesita de una moneda única, indiscutible. ¿Cómo va nadie a rechazar eso? El
problema es que cuando bajo a la realidad, ya me encuentro que esa Europa no es
tan Europa. En este momento es una Europa a varias velocidades, en donde el sur
está en una situación de dependencia con respecto al norte; una Europa que no
está unida, porque no hay una política exterior; una Europa que no tiene
intención de crear una federalidad; una Europa que no tiene una política fiscal
común y que cuenta con un presupuesto que es cada vez más reducido. Entonces,
me di cuenta de que para defender el euro actual utilizan un argumento
académico. Y la realidad es que este euro es insostenible. Yo no niego que en
su momento sea necesaria una moneda única, pero este euro concreto que tenemos
aquí, que ha beneficiado fundamentalmente a Alemania, como ya se advirtió en su
momento, hay que abandonarlo. Pero se me dirá: "Usted es un insensato,
porque está planteando ir a un mundo inseguro en el que no sabemos lo que va a
haber". Ciertamente, es algo arriesgado. Pero la alternativa es: o se
arriesga uno con todo lo que puede conllevar, o se muere de inanición.
Pero no sólo plantea salir del euro, sino tomar unas medidas
que nos gustaría que recordara...
La auditoría de la deuda pública, porque cuando escuchamos
que de lo que ha inyectado el Estado en la banca, hay una parte que se da por
perdida, ya me estoy dando cuenta de que estamos en un contexto en el que una
cantidad enorme de la deuda es ilegítima (en Latinoamérica la llaman
"deuda odiosa"). Por eso, se necesita una auditoría, es decir, analizar
qué parte de la deuda que hay se ha contraído por el pago de la cobertura de
las necesidades que el Estado ha tenido en forma de escuelas, ferrocarriles, lo
que sea... y cuánta de ella se ha destinado a dársela a sectores como el
bancario. Entonces, a partir de ahí, la deuda que es ilegítima no se paga.
Pero, si a pesar de ello, si a pesar de conseguir que la deuda ilegítima no se
pague, el país llegase a una situación en la que no puede vivir, no se paga.
Porque primero que hay que vivir. Ya sé que estoy planteando las cosas "in
extremis", pero es que estamos llegando a una situación "in
extremis".
Por eso, el último cambio de la Constitución yo lo califiqué
en aquel momento de "delito de lesa patria", porque supone que un
país se entregue a los señores a los que debe, externos y externos, enajenando
toda posibilidad de que los que viven en el país puedan tener los mínimos
atendidos.
¿Cómo crear empleo en estos momentos?
Para hablar de crear empleo en serio, hay que tener en
cuenta la primera cosa que dije: la política dirige la economía. Yo, sin eso,
no me comprometo a nada. Porque, de otra manera, se trataría de crear empleo
sobre las bases de lo que hay. Y ya se ha visto que es imposible. Además, por
razones objetivas, no porque la gente sea malvada. Cuando hablamos de
capitalismo, mucha gente lo plantea como si fuera un mal perverso. Yo solamente
hablo de él como sistema de producción. Intento objetivarlo, con sus
contradicciones. Por tanto, hay que partir de una base. Y esa base es que la
política comience a decidir cuáles son los objetivos a cumplir.
A partir de ahí, hay tres sectores que, para mí, constituyen
los yacimientos de trabajo. Uno es el mundo de la sanidad (atención, protección
social, atención a los hogares, a los ancianos). El segundo es la enseñanza,
que tampoco es el profesorado exclusivamente. El tercero es el mundo del medio
ambiente, que comienza por plantearse una auténtica repoblación forestal, con
la vista puesta en los próximos ochenta años, lo que significa evaluar y poner
en marcha los recursos hídricos, plantearse el reciclaje en un plan nacional,
el cuidado de los campos que, como ya no hay animales, son presa de los
incendios....
Además, hay que plantearse algo que no ha querido hacerse
aquí: hay que reindustrializar el país partiendo del análisis de los sectores
en los que podemos ser ahora mismo punteros. Ahora observamos que alguno de los
que hemos privatizado pueden tirar de la economía. Y, claro, eso plantea tomar
una serie de decisiones acordes con el artículo 128 de la Constitución:
"Toda la riqueza del país, sea cual fuere su titularidad, está subordinada
al interés general". Se trata de decisiones aparentemente radicales pero,
todas ellas, basadas en la Constitución. Vamos, desafío a cualquier abogado que
me diga que las medidas que acabo de plantear están fuera de la Constitución.
Todas son posibles con el texto constitucional.
¿Sirve el lema 'trabajar menos para trabajar más'?
Por supuesto. Esa es una medida básica. Quiero recordar que
a mediados de los años noventa Izquierda Unida puso en marcha una iniciativa
legislativa popular para reducir la jornada laboral. Recogimos cerca de 800.000
firmas, que era una cosa difícil. Tuvimos en contra a los dos sindicatos
mayoritarios, hay que decirlo. Planteábamos que era necesario comenzar a
abordar esa posibilidad, pero con todas sus consecuencias. Hay que pensar mucho
antes de plantear que un empresario debe admitir a unos trabajadores con las
mismas condiciones que a los que tiene ahora mismo.
Un trabajador tiene tres niveles salariales: el salario
directo, que es el que cobra en la nómina; el salario indirecto, que es el que
percibe a través de los servicios públicos; y el diferido, que es el que cobra
cuando se ha jubilado. Entre ellos, entre los tres, debe establecerse una
relación de tal manera que si yo garantizo el salario indirecto y el diferido,
a lo mejor tengo que hablar de menos dinero en el salario directo. Pero eso
implica un tipo de sociedad en la que el despilfarro, el estar constantemente
comprando cosas que son inútiles, no tendrá sentido. Pero los sindicatos tienen
miedo de entrar en este tema, porque están tocados por ese mal que señalaba al
principio: siguen pensando que su labor es sacar más parte del pastel y ese
pastel se acabó. Son incapaces de pensar en otro pastel, en una construcción
alternativa.
Cuéntenos esa austeridad bien entendida que defiende.
Yo soy una persona austera. Mi padre me enseñó a consumir lo
que era necesario. Yo tuve una juventud austera y no me faltó de nada. Y ahora
mismo, yo creo que vivo bien. Yo tengo una casa muy normal y vivo bien, porque
tengo una serie de horizontes que no consisten en cambiar de coche cada tres
años, tener un chalé en otro sitio... Ahora bien, la austeridad no es, ni más
ni menos, que una visión de ordenamiento de la riqueza para que la disfrute
toda la humanidad. Y esto significa que los recursos económicos, naturales,
mentales se ponen al servicio del disfrute en común, pero sin caer en el
despilfarro. Los gastos presupuestarios faraónicos quedan suprimidos, igual que
ese aeropuerto de Castellón o el de Ciudad Real. Significa que en las
administraciones públicas, qué es eso de los cargos de confianza que a veces
duplican las plantillas naturales. Significa, muy ligada al medio ambiente, una
recta administración de los recursos naturales, el consumo de agua, de
electricidad, la ley de la obsolescencia programada... Es decir, todo eso es
austeridad. No estoy hablando de que la gente viva mal, en absoluto, lo que
digo es que hay que vivir de otra manera, más acorde con la realidad.
Pero, ¿sabe lo que me ha pasado muchas veces cuando yo he
explicado el concepto de austeridad y no hablo de ella en el sentido en que lo
hace el Gobierno cuando habla de los recortes? Pues me han dicho: "No, no,
esto no gusta a la gente, yo prefiero que hables de 'vivir bien'". Y yo
les respondo: "A mí me dais miedo cuando habláis de vivir bien, porque yo
quiero que me digáis qué es vivir bien".
También critica la ideología disfrazada de ciencia, que la
economía, siendo tan ideológica como lo es ahora, vaya disfrazada de ciencia...
Me gustaría que desarrollara esta idea, que me parece muy sugerente.
Ahora mismo se habla de la economía como de una ciencia casi
exacta, pero, en realidad, estamos en una fase del desarrollo de la economía
que está basada en el desarrollo de las fuerzas productivas en un momento
histórico dado. La economía no es así desde el principio de los tiempos. Está
sometida a la historicidad. El mensaje que se nos transmite hoy de que así es
la economía, porque es ciencia, y que, por tanto, no se permite ningún cambio,
otra visión, otra interpretación, es una falacia. Ésta, la economía actual, es
la que se desarrolla en un momento específico en el siglo XIX, que comienza en
la revolución agraria inglesa. No podemos hablar de la economía, sino de la
actual visión económica, según la cual el mercado siempre decide.
Voy más allá. La economía actual está basada en tres
principios: el mercado, la productividad y el crecimiento sostenido. Pero, para
mí, por ejemplo, el principio rector de la economía debería ser el desarrollo
de los derechos humanos. Y ése sería otro parámetro que cambiaría radicalmente
su funcionamiento.
Hay opciones. Claro que las hay. Y todas son políticas.
Porque no hay nada técnico, aséptico, objetivo, imparcial. Al contrario. En
esto siempre hay quien gana y quien pierde.
Por eso me gusta mucho lo que dice sobre las pensiones: la
"ciencia económica" nos dice que el sistema público de pensiones es
insostenible, pero cuando rascas un poco, aparecen intereses espurios que
quieren acabar con él para apropiárselo.
Sí, exactamente, usted lo ha dicho. Pero fíjese qué tremendo
error encierra. Imaginemos que eso es así. Bueno, pues vale. A partir de ahora,
las pensiones públicas se van a ir reduciendo hasta convertirse en algo
puramente de beneficencia. Entonces, el resto de los humanos, la mayoría de la
gente, tendrá que ir llenando un calcetín llamado "fondo de
pensiones". Pero un fondo de pensiones necesita de un salario fijo, grande
o pequeño, para que la gente con el presupuesto que tiene todos los meses vaya
apartando una parte para el plan. Pero como resulta que el empleo fijo no está
garantizado y, de seguir así, no estará garantizado para amplias capas de la
población, no hay garantías de que el fondo de pensiones sea abastecido de
recursos, con lo cual, fallo desde el principio. Pero, ¿tan cegados están? Yo
creo que han caído en la cuenta, pero no quieren verlo. Se ponen la venda. Otra
vez la auto ceguera.
¿No respalda la dación en pago?
No. Porque la dación en pago es una figura según la cual
alguien pierde su casa. Y yo otra vez me acojo a la legalidad, otra vez me
acojo a la Constitución y a los Derechos Humanos. Por el artículo 47 de la
Constitución, esa señora, ese señor, esa familia, que no paga la hipoteca
porque se ha demostrado que no tiene ingresos, no pierde su casa. Que no lo
pierde, punto. Y no se discute. Esto no significa darle la vivienda en
propiedad. El dinero que debe, se devolverá cuando encuentre trabajo y cambien
sus condiciones de vida. No va a recibir un regalo de todos los españoles.
¿Somos los españoles tan corruptos como los políticos? En
algún momento del libro lo llega a decir...
Ha llegado la hora de decir la verdad aunque duela. Los
políticos salimos todos de la sociedad. No somos extraterrestres. Y la sociedad
actual, en donde el concepto de lo público no ha tenido ningún raigambre,
porque lo público se cree que no es de nadie y por eso se ha hecho un uso y
abuso de ello; en donde hay una moral pública y otra privada; en donde la
hipocresía es muy corriente... los hombres y las mujeres que son electos llevan
en sí eso que han vivido. Pero con esta argumentación no les estoy exonerando
de responsabilidades. Al contrario. Su tremendo pecado, su tremenda falta, es
que cuando son elegidos deben cambiar y no lo hacen. Por eso, defiendo que
cuando se demuestre que el que ha robado es un cargo político, la pena debe
multiplicarse con dos. Pero, ¿por qué la gente sigue votando a ladrones? Esto
es lo que no me encaja. Lo que estamos viendo ahora es increíble. Yo creo que
en otro sitio la gente se echaría a la calle y protestaría.
Es muy interesante el discurso desmitificador que realiza de
la Transición española y lo crítico que se pone con el papel desempeñado por
Carrillo y PCE en ella. ¿Tan mal lo hizo?
Yo no he dicho que lo hiciera tan mal. Lo que he criticado
es que la decisión de aceptar la bandera, el rey... se tomó en un comité
central por sorpresa con el argumento de que habría un riesgo de golpe militar
si no se hacía así. El problema no es que se aceptase en aquel momento la
bandera o la monarquía porque pudiera haber un peligro inminente. Hasta ahí
hasta lo puedo entender. El problema es que el Partido se entregó totalmente a
ese acuerdo cuando era consciente que los demás no estaban cumpliendo su parte.
Recuerdo las palabras de Miquel Roca ya en los años noventa en una entrevista
que le hizo Julia Navarro, cuando dijo: "Bueno, bueno, eso de que la
Constitución habla de la planificación democrática de la economía y demás...
eso hubo que ponerlo porque cuando la escribimos estaba muy cerca la Revolución
de los Claveles, pero eso no hay que cumplirlo". El Partido tuvo
constancia de que había pactado con tramposos y ése fue su gran error y de eso
le acuso fundamentalmente.
¿Por qué dice que el golpe de 1981 triunfó?
Pues porque triunfó. El golpe se frustra, entre otras
razones, porque los que lo organizaron, que querían un golpe blando, cometieron
la insensatez de confiar en un fascista. Aquel hombre iba a dar su golpe, aquél
con el que había soñado su alma de franquista inveterado. Cuando le presentan
una lista de un Gobierno en el que están todos, dice: "Pero, hombre, yo no
me juego la vida para esto". Y, entonces, al día siguiente, todas las
fuerzas políticas van a la Zarzuela a visitar a un Rey que aparece de salvador
aquella noche. En torno a este montaje, a partir de entonces, los partidos
políticos son pastoreados, situados dentro de un círculo del que no se pueden
salir. Se tragan la LOAPA, se tragan la ley electoral, se tragan una serie de
cosas por el miedo a que esos poderes malignos puedan volver a aparecer. Y, en
el centro, el monarca. Por eso el golpe triunfó. No triunfó en las Cortes, triunfó
en la Zarzuela.
¿Para cuándo la República?
Buuuuff... Yo que soy ardiente republicano, no digo que me
indigne, pero observo cada día con creciente preocupación que para muchas
personas, para muchos compatriotas míos, la República es sacar la tricolor en
manifestaciones y atacar al Rey. Mientras que cuando alguien hable de República
no presente un plan concreto, no creo que la República sea posible. Mientras
ser republicano sea insultar al Rey Juan Carlos, y no porque se le insulte,
sino porque es inane, estéril, y sacar la tricolor, aquí no habrá República
nunca.
¿Estamos volviendo al siglo XIX o a la Edad Media?
La Edad Media surge cuando un imperio universal, o una
iglesia universal en la terminología de Toynbee, se rompe, se fragmenta. Surgen
entonces los diversos reinos bárbaros, que se organizan de una manera muy
rudimentaria, la cultura se hunde, la reflexión se hunde, también el Derecho...
En estos momentos estamos viviendo la ruptura del mundo que empezó a surgir en
la Ilustración. Estamos ante la negación de la reflexión, del pensamiento.
Estamos en la era de las máquinas, de la cibernética, del no reflexionar. Pero,
no sólo eso, sino que la ley, el Estado de Derecho, la democracia, por
imperfecta que fuera, tomaba decisiones y se ponían en marcha, pero ahora las
toman los mercados. Y, al tomar las decisiones unos poderes que no están
refrendados por la democracia, estamos volviendo a los señores feudales de la
Edad Media. Por eso hablo de que volvemos a la Edad Media. Pero, además, esa
Edad Media se extiende al siglo XIX español, con ese reinado inmundo de
Fernando VII, en el cual se instauró el que podemos llamar espíritu
retardatario español, para irse desarrollándose a lo largo del siglo XIX y
hasta el XX.
¿Cómo explica el invento de la pinza? ¿Puede venir de ahí
que Izquierda Unida se convirtiera en el palmero del PSOE durante la primera
legislatura de Zapatero? ¿Por complejo?
Yo no niego que desde el nacimiento de IU hay dos visiones
opuestas, que son heredadas del PC, en el que hay dos almas y un cuerpo. El
cuerpo es único y las almas son las dos que derivan de las diferentes
concepciones sobre el papel de la izquierda que nosotros representamos o que
queremos representar en su relación con el PSOE. Yo creo en una visión política
que es bastante de izquierdas consistente en buscar alianzas permanentemente en
torno a un programa, no en torno a siglas. En el Partido Comunista y en
Izquierda Unida hay otra cultura que cree que la unidad de la izquierda es la
unidad parlamentaria entre socialistas y comunistas. Esas dos visiones se han
estado enfrentando durante mucho tiempo. Para unos, nosotros somos los aliados
naturales del PSOE y otros no nos negamos a pactar con el PSOE, pero con
programas, ante notario, que se vayan cumpliendo los compromisos, que se
cuantifiquen, que se trasladen a leyes en el Boletín Oficial del Estado. Ahí
está el gran debate que ha habido y que sigue habiendo dentro de Izquierda
Unida. Yo represento a una parte. O, mejor dicho, estoy en una.
¿IU está abducida por el PSOE en Andalucía? ¿Cree que sin IU
en Andalucía saldrían adelante según qué políticas, como la nueva política de
vivienda y desahucios?
¿Cuántas políticas más se han desarrollado de este tipo? No
hay más. No hay ninguna otra medida tomada. No hay ninguna más. Por ejemplo,
existía el compromiso de poner en marcha un impuesto sobre determinadas grandes
superficies, pero la presidenta andaluza se ha negado a instaurarlo. Pero no
sólo eso. A los profesores se les ha recortado la parte del salario que cobran de
la Autonomía. Han hecho lo mismo que en el Gobierno central. Una cosa es
aplicar lo que manda Madrid, porque es preceptivo, y otra, recortar lo que
depende de ti. Pero sigo: todas las medidas que se han planteado respecto, por
ejemplo, al banco de tierras, han quedado en nada. Sólo se ha permitido una
posibilidad, que es en el tema de los desahucios o en las viviendas públicas.
En el resto no ha habido nada. El hecho de que una fuerza política que tiene el
27% de los votos sólo controle el 4% del presupuesto ya lo dice todo. Porque
justo las consejerías que tiene Izquierda Unida fueron vaciadas de contenido,
se les quitaron competencias. Eso es lo que he dicho desde el principio y lo
que sigo manteniendo.
¿PSOE+IU en 2015?
Para mí los pactos forman parte de la vida misma. Estamos
todo el día pactando, porque, de lo contrario, el mundo sería insoportable. En
política, más. El pacto es para mí inherente a la política. Así que yo nunca
censuro que se pacte. Lo que yo someto a análisis es qué es el contenido del
pacto, qué es lo que se pacta.
Ahora bien, para resolver muchos problemas que tiene nuestro
país, hay que enfrentarse al marco de la Unión Europea. Porque mientras no nos
enfrentemos a ese marco, poco se va a poder cambiar la situación. Se puede
hablar de las pensiones, pero a continuación nos sale el tema de la deuda, de
los déficits. Mientras tengamos el dogal de Maastricht, no podemos plantear
alternativas. El PP y el PSOE no están dispuestos a enfrentarse a ese dogal,
con lo cual, la alternativa todo lo más será una alternancia de cosas
accesorias.
Yo no creo que un pacto PSOE-IU sea posible, porque,
¿alguien cree que doña Angela Merkel, que ha conseguido pactar con la
socialdemocracia alemana, va a tolerar que en España se pacte con los
comunistas?, ¿EE.UU. va a permitir un Gobierno así? Una de dos: o Izquierda
Unida abjura, como abjuraron otros en declaraciones solemnes, o no va a poder
entrar en el Ejecutivo. Mientras Izquierda Unida tenga determinado discurso, es
imposible que entre a formar parte del Gobierno. ¿Por qué ha entrado en
Andalucía? Porque saben que una Comunidad autónoma no puede cuestionarse el
marco europeo, pero el Gobierno de España, sí. Por eso, creo que es imposible
soñar con que Izquierda Unida entre en un Gobierno central. Es soñar con la
luna, pero bueno...
¿Qué se siente perdiendo pero teniendo la razón?
Yo no me considero perdedor. Yo he vivido y he planteado, en
nombre de Izquierda Unida, muchas cosas. Y el tiempo ha demostrado que en
algunas llevábamos razón. Y ahí tengo una recompensa. Y si entonces no se
reconoció, sería porque no era posible. Pero, eso sí, ahora cuando yo recuerdo
todo lo que tuvimos que pasar en aquella década, cuando se nos imputaba que
éramos unos comunistas stalinistas, ahora cuando les vemos a todos "en el
pesebre", con eso ya estoy pagado.
¿El comunismo tiene futuro? ¿Está muerto? ¿Mientras quede un
comunista seguirá habiendo comunismo?
Desde hace muchos años yo ya no planteo el comunismo como
una etapa a la que debe llegar la humanidad, sino como un impulso permanente
que surge de las siguientes convicciones: los seres humanos somos radicalmente
iguales; los seres humanos merecemos, en el momento de desarrollo de las
fuerzas productivas, que ni uno solo de nosotros pase hambre; en tercer lugar,
la raza humana merece que todos los que la integran tengan su tiempo libre para
dedicarse a pensar, a escribir, a investigar... Ése es mi comunismo: llegar a
eso sin intentar describir más una situación ideal o una Jerusalén celeste en
el planeta Tierra. Pero, como comunista, eso debo llevarlo a mi vida en el hoy.
Ya está. No aspiro a otra cosa.
Leer más: Anguita: "O nos arriesgamos a salir del euro o nos morimos
de inanición" http://www.finanzas.com/noticias/economia/20131129/anguita-arriesgamos-salir-euro-2556380.html#VwZ1dYnEso4ohe3g
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