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(foto victoria aldunate morales) |
ANÁLISIS DE PANDEMIAS…: ¡NO NOS VAMOS A
CALLAR!
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Tierra y Territorio, lesbianas feministas antirracistas
Sabemos que como activistas feministas no
tenemos los recursos ni toda la fuerza (menos la institucionalidad y/o la hegemonía) para
cambiar drásticamente el curso de lo que sucede, pero también hemos aprendido a
hacer conciencia de la solidaridad de clase, territorial y feminista para
enfrentar el dolor colectivo en nuestro caminar.
Creemos en la posibilidad de aportar
reflexiones y algo más a esta crisis COVID 19, que antes que una crisis “de
Salud” –en Chile- es la de un país inventado “desarrollado” a costa de cuerpos
morenos, afrodescendientes, mapuche, empobrecidos, desechables para el
capitalismo colonialista.
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afiche que hemos utilizado en acciones y actividades en estos años archivo Tierra y territorio (idea de Paola Melita) |
Pandemias:
Violencia Patriarcal y Estructural
Mientras
a nivel estructural en “Chile” la Violencia contra las Mujeres siga siendo un
“problema privado”, familiar y episódico, mientras el “femicidio” se reconozca
sólo luego de que ya nos asesinaron, mientras el Estado chileno no asuma que
debe sacar a los agresores y no a las agredidas de los hogares y comunidades, y
siga ocultándonos los datos reales del COVID 19 en cada localidad, las ancianas,
las mujeres grandes, las mujeres adultas y jóvenes, las niñas, las adolescentes,
les empobrecides, seguirán siendo las primeras víctimas de toda pandemia. Es la
complicidad del Estado con el Capital y el Patriarcado.
Mientras
la lesbofobia, la transfobia, el machismo, el abuso sexual infantil, el racismo
colonial, sean también prácticas de las comunidades que integramos (de
izquierdas, anarquistas y en resistencia), y mientras algunas corrientes
feministas e izquierdistas sigan contribuyendo a reforzar agendas de Estados y
gobiernos neoliberales con proyectos de libertades civiles individuales y
privadas, la Salud, la Vivienda, la Previsión, la Educación, continuarán siendo
privilegios de la clase dominante. Ni el Capitalismo ni el Patriarcado serán destruidos.
Las
“soluciones” del Estado chileno al servicio de los ricos, ha sido bloquear lo
poco que existía de manera gratuita en Salud y Salud Mental como el programa
Auge y programas de Salud Mental Infantil
en vez de entregar recursos para ampliar la emergencia del COVID 19. En su
complicidad con el Capital, nos dan créditos y más plazos para endeudarnos,
nada de condonaciones, protegiendo –como siempre- las ganancias de las
trasnacionales y a las grandes empresas chilenas.
Las
cuarentenas territoriales son ambiguas y funcionales al mercado de los ricos,
dejando al comercio callejero y otres trabajadores precarios, en absoluta
desprotección, y colocando a las mujeres y niñas que viven violencia doméstica
y sexual familiar y del entorno, en peores condiciones que antes.
Todo
esto -y más- sucede hoy, en un país
donde el 1 por ciento de la población concentra un tercio de la riqueza del
país, gana 3000 veces más que el 80 por ciento más pobre, y mantiene cuentas milmillonarias
en paraísos fiscales.
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Trabajadora en la calle y en la casa, Plaza de Temuco 2016 (foto victoria aldunate morales) |
Rabia, reflexión, creación y acción
Somos
parte de generaciones de brujas, meicas, curanderas y sabias y aprendimos que los
cuerpos te recuerdan a punta de enfermedad que necesitas detenerte a recuperar
fuerzas y re-crear tus ideas para la acción efectiva.
Agradecemos
los numerosos lineamientos desde los espacios políticos no institucionales,
algunos más reflexivos, algunos más prácticos que nos están enseñando a
cuidarnos de la pandemia del coronavirus. Creemos que la negación no ayuda, el
coronavirus es un riesgo, no hay alguna característica sacrosanta o empoderante, que
nos mantenga a algunas al margen de lo que ataca a otras.
Por
otra parte, las disidentas sexuales de distintos territorios y pueblos ya
vivíamos en pandemia patriarcal constante. Hace muchas décadas que los
movimientos feministas y lesbofeministas estamos realizando talleres, formas de
intercambio, terapias feministas, planes de emergencia, publicando y
distribuyendo información didáctica y reflexiva como instructivos, volantes,
revistas, periódicos, fanzine y otros documentos, y muchas acciones para enfrentar
la Violencia Patriarcal Estructural.
El
fanfarrón
se sacó una selfie en territorio de Dignidad. Piñera, genocida, se fotografió,
cínico, para fanfarronear su poder.
Su gobierno representa la impunidad.
Entendemos
que aprovecha el COVID 19 para liberar criminales de lesa humanidad,
para militarizar y criminalizar más la protesta popular y reforzar la mentira
en una patética competencia internacional sobre qué poderoso es más infame:
¿Piraña, Trump o Bolsonaro? (Busque las diferencias… El gobierno de Piñera
nivela pa’abajo, no p’arriba). Su mensaje sería algo así como “hay otros que están peor”, al tiempo
que las jubiladas y enfermos catastróficos, esperan en los consultorios de
salud, en espacios reducidos, medicamentos que no están disponibles porque
fueron desviados o son escasos.
Más rabia juntamos. Esta sana emoción
que nos comunica que nos están humillando, que puede llamarnos a la reflexión para
la creación de estrategias y confrontar al agresor, con verdad, justicia y
autodefensa. (El resentimiento también puede inspirarnos a actuar en vez de
encerrarnos en la sola envidia arribista a los ricos y privilegiados…).
En estos
territorios colonialmente nombrados “Chile”, las feministas iniciamos hace más
de dos siglos luchas de clase contra los capitales, pero también contra el
machismo al interior de nuestros movimientos obreros, pobladores, anarquistas y
de clase. Las mujeres mapuche inspiradas en el feminismo -o desconfiando de éste-,
han sido parte activa y fundamental contra la razzia del Estado chileno hacia las
comunidades mapuche en resistencia, y muchas feministas autónomas y populares
pasamos a formar parte de las redes de apoyo a esas luchas, especialmente en las
primeras décadas de la post-dictadura.
Desde
la autonomía declarada en oposición a cualquier militancia partidista, (especialmente
de los partidos que acceden al poder del Estado), organizaciones de base de
mujeres y feministas, por treinta años hemos sido parte, por clase, raza, territorio
y acción, de diversas luchas anticapitalistas y anticolonialistas.
Hubo
años de enorme frustración por el sentimiento de que a pesar de nuestros
esfuerzos, acciones, denuncias, la situación parecía no movilizarse hacia la
destrucción de las hegemonías de clase, raza, territoriales, coloniales, de
género, sexuales y neoliberales.
Llegamos
a observar interesadas, pero inquietas un fenómeno de masividad espectacular feminista que no desmoronaba ni
desarmaba profundamente un feminismo depurado
de clase y raza. Seguía ahí –clarito- un feminismo neutral o más bien neutralizado. Y no es de las masas al feminismo… -parafraseando a Rosa Luxemburgo-
si no del feminismo a las mujeres y comunidades. Pero Octubre 2019 nos llenó de alegrías y reactivó comunidades
feministas autónomas y lesbofeministas, antirracistas.
El Año Nuevo (occidental) hacia 2020, en
vez de pasarlo “en lo privado”, muchas estuvimos en territorios de Dignidad (Santiago), Revolución (Valparaíso) y en plazas de
diversas regiones y localidades que se transformaron en lugares de lucha
popular. Otras, en familia, celebraron “La Revuelta”. También, desde Octubre 2019, los meses que vinieron, nos costaron mutilaciones, torturas,
violaciones, muertes, otras pérdidas y persecuciones que ni siquiera los medios
al servicio de ellos mismos, pudieron negar. Le llamaron: “Estallido Social” para
despolitizarlo porque un estallido es
solo una bomba a desactivar. Pero nuestra
esperanza es que los alzamientos populares no han terminado. La certeza de ello
hay que construirla juntas, sin partidos ni caciquismos ni caudillismos, con
organización, acción, y sin negar nuestras carencias, el patriarcalismo que nos
habita y que necesitamos destruir.
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Las lesbianas existimos y resistimos (archivo Internet) |
¡Fin a los negocios de los ricos!
Cuando
las autoridades subrayan “el lavado de
manos” como una medida “tan simple”, nos burlan otra vez. 1,4 millones de
personas no tienen agua potable o alcantarillado en Chile. Las regiones de “La
Araucanía” y la Metropolitana son las más afectadas, y la Región del Biobío que
está rodeada de ríos, se encuentra en permanente sequía que las organizaciones
sociales han denunciado como “saqueo”.
La
encuesta institucional Casen 2017 reconoce que existirían 1.431.162 personas a
los largo del país que no poseen servicios básicos como agua potable y red del
alcantarillado. O sea, más del 7% de la población del país. La mayor crisis se
vive en “La Araucanía” que registra 241.378 personas en esta condición; le
sigue la R.M. con 224.499 habitantes sin agua.
MODATIMA
(Movimiento de Defensa del Agua la Tierra y la Protección del Medio Ambiente)
lo ha denunciado: Los privados hacen un
"aprovechamiento" del agua de forma tal que termina por
desabastecer al resto de la población. "Chile es el único país del
mundo que mantiene privatizadas sus fuentes de agua desde la dictadura",
"aquí los empresarios pueden comprar, vender o arrendar agua".
"El modelo de gestión es absolutamente privado y una reforma al Código de
Aguas no es suficiente”.
Lo
que se requiere son transformaciones estructurales que no se llevarán a cabo
mientras el clientelismo político inunde el Parlamento, a los partidos
políticos, al Estado y a todos los gobiernos de turno, y mientras sea el
Capital el que manda en Chile.
Fundamentales
aparecen las estrategias que puedan colocar fin al saqueo del agua, expulsar a
las 7 familias chilenas que monopolizan los recursos pesqueros, terminar con las
mineras, con el robo de las telefónicas, con el negocio forestal y otros. Desarrollar
nuevos sistemas alternativos para la sobrevivencia que no sean para la acumulación
del capital. Recuperar y re-inventar tecnologías.
Creemos
que son los movimientos populares, grupos de mujeres, comunidades mapuche, asambleas
territoriales, las y los trabajadores y las poblaciones invadidas por los
capitales quienes verdaderamente conocen (conocemos) las necesidades para la
vida cotidiana de los territorios secuestrados. Somos quienes podemos coordinarnos
y diseñar la recuperación de la vida colectiva con justicia económica,
transitar al rescate de los recursos hídricos, mineros, de los bosques nativos.
Y son las comunicaciones comunitarias y locales las que nos informen de
propuestas y acciones. Así mismo, en el ámbito de los servicios, las empleadas
públicas y otras trabajadoras, buscan (buscamos) reorganizar políticamente el
tiempo, los territorios, el trabajo, recuperar la autogestión y la
cooperatividad.
Todas
las insurrecciones han hecho cambios estructurales. Las mujeres, las
feministas, las lesbianas organizadas, siempre hemos estado en todos los
sectores de la economía y en todas las revoluciones, revueltas, alzamientos
populares. Somos trabajadoras, autogestionadas, técnicas, autodidactas con
saberes, creadoras, profesionales e intelectuales empobrecidas, que podemos aportar
desde lo macro o lo micro a nuevas formas alternativas de organizar los
recursos de todas.
Sabemos
que la Humanidad no somos ni la única ni la más importante especie sobre la
Tierra. Está todo el resto de la Naturaleza y las demás especies que no se han
concentrado en depredar para enriquecerse, que han tenido incluso que escapar -o
no han logrado escapar- de nuestra violencia especista. Sentimos pena, rabia, vergüenza
ante el dolor que les hemos causado a nuestras hermanas animalas, y vemos cómo
hemos construido una sociedad torturadora que redunda en la crueldad entre nosotras
mismas.
Pero
no es justo hacer tabla rasa, no todos los miembros de las sociedades
existentes tenemos el mismo poder, ni somos parte de las hegemonías que
producen el Daño estructural.
Justamente
hemos trabajado como grupo de trabajo lesbofeminista antirracista desde 2014
denunciando y revelando la alianza criminal entre Estado, Capitalismo y
Patriarcado, de grupos hegemónicos contra comunidades que resisten. Ha sido una
construcción que tiene origen en las biografías, geografías, activismos y
memoria de las mujeres feministas que nos contactamos, nos encontramos, hacemos
redes y coordinaciones (eventuales, coyunturales o duraderas) para accionar en
las propuestas del grupo de trabajo (y en otros activismos).
Tenemos algunas preguntas
¿Necesitamos
la agroindustria y los grandes mercados liberales-dinámicos en nuestros
territorios y comunidades? ¿Queremos seguir haciendo desaparecer la frontera
entre lo urbano y lo rural? ¿Creemos en colocar nuestras energías en el diseño
y promulgación de leyes orientadas a promover, regular y proteger el desarrollo
de los fenómenos capitalistas?...
¿Esto
de “trans-versalizar género” nos ha servido? Si es así: ¿Para qué? ¿Qué
relación planteamos las feministas autónomas con las instituciones? ¿Sólo des-institucionalizar?
¿Y cómo hacemos para NO re-institucionalizar?
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Los negocios de los ricos matan Macarena Valdés Muñoz (archivo familiar) |
ANTE
EL CAPITALISMO ASESINO, SOLIDARIDAD FEMINISTA
Quien diga que las mujeres no hacemos nada
en esta crisis sanitaria está normalizando -como a menudo- nuestro aporte sin distinguirlo, e
interpretándolo –una vez más- como nuestro deber femenino.
Hay
una experiencia comunitaria y recursos que las feministas hemos aprendido a
gestionar para sobrevivir junto a quienes conviven con nosotras.
Para
ser justas, las feministas hemos aprendido de las mujeres en nuestras vidas:
madres, abuelas, profesoras, hermanas mayores, hijas adultas –muchas veces sólo
niñas-, vecinas, amigas y compañeras de distintos territorios, pueblos y
comunidades, que nos han enseñado a “cuidar
siempre”… Cuestionamos esta enseñanza que nos ha generizado,
y a la vez constatamos que como grupo humano, las humanas nos ocupamos hace
siglos de la higiene y limpieza de los espacios. Incluso nos han dicho
neuróticas y obsesivas o nos han tratado de “mujeres flojas” cuando no estamos
en lo doméstico, porque al colonizador nunca
le damos en el gusto, (y está bien, quiere decir que algo en nuestro
interior se rebela y se revela contra el patriarcado).
Igualmente,
hace siglos enseñamos a les niñes a lavarse, a cuidarse de los virus y
enfermedades, y también hemos aportado a todas las comunidades que integramos,
la medicina, además de otras formas de autocuidado.
Es lo
que nos han entrenado como “Cuidados” y que algunas corrientes feministas
llaman “Economía de los Cuidados”,
que se nos presenta también -según quien lo defina- como obligación “natural”,
en lo que el lenguaje patriarcal nombra “ámbito privado”;
y que como por defecto, nos han
especializado en hacer también en los ámbitos “públicos”: enfermeras,
trabajadoras domésticas, profesoras y parvularias, trabajadoras de aseo,
terapeutas…. Por eso mismo, por el agote
corporal de siglos de obligaciones en nuestros cuerpos, es que muchas veces nos
hemos negado a cumplir esa norma y
costumbre de “cuidar”. Pero otras
veces –sabemos- puede ser un aporte consciente de solidaridad feminista.
Creemos
en la posibilidad de aportar reflexiones y algo más a esta crisis COVID 19, que
antes que una crisis “de Salud” –en Chile- es la de un país inventado
“desarrollado” a costa de cuerpos morenos, afrodescendientes, mapuche,
empobrecidos, desechables para el capitalismo colonialista.
El
mundo entero está en Pandemia, es verdad, y este es un territorio al Sur
afectado también por la centralización de un Estado chileno que no reconoce el
territorio mapuche ancestral, que persigue la lucha de resistencia de las
comunidades, que arrincona al pastoreo y la vida colla, aymara, quechua, al
norte y al centro, que quiere obligarnos a ser “chilenos” no importando si nos
reconocemos de otro pueblo y/o descendencia, que nos universaliza y que también
nos categoriza como “hombre” o “mujer”, aunque seamos disidentes sexuales.
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afiche denuncia puntada con hilo noviembre 2019 |
La pandemia
del coronavirus es tal real como la machista y la capitalista. Todas matan y nos
colocan en riesgo en un sistema de Salud colapsado desde antes del COVID 19 y que
no ha dado nunca respuestas eficientes a las mujeres que viven violencia que
hoy están en un -más- riesgoso aislamiento social.
No da
lo mismo ser migrante indocumentada sobreviviendo en una vivienda hacinada, que
chilena con teletrabajo en casa con espacio suficientes para la intimidad de
cada miembro de la familia; no da lo mismo ser lesbiana o travesti autogestionadas
en territorios marginalizados, que homosexuales y gays que habitan en el sector
alto de la capital, tienen honorarios y sueldos asegurados. Ni da lo mismo ser
mujeres con acceso a la salud privada, que jubiladas empobrecidas o pobladoras
de campamentos y de la periferia de las ciudades, que sólo acceden a FONASA o a
gratuidad.
Denunciamos
una “salud pública” que ya antes de la pandemia no entregaba soluciones
eficientes. Como es de dominio público en Chile ya antes de esto, la gente
moría esperando una operación y/o un tratamiento de enfermedades catastróficas;
ahora ni siquiera tiene fecha para la hora médica que requiere. El gobierno
chileno en vez de ampliar los recursos para la pandemia COVID 19, bloquea
programas de salud
que antes al menos daban una esperanza de atención gratuita. Y los que hoy se
bloquean son los mismos procedimientos de salud que los ricos pagarán en
clínicas sin esperar meses o años. O sea el gobierno chileno desviste un santo para vestir al otro.
En
“Chile” hay mucho dinero concentrado y gente que tiene numerosas propiedades de
lujo y veraneo. Viven en sectores altos de las ciudades, pueden trasladarse en helicópteros
y aviones a sus lugares “de descanso”, con o sin cuarentena.
Acostumbrados a no frustrarse nunca, todo les es permitido porque dominan y
controlan con su dinero. A sólo unos pocos kilómetros de los ricos al mismo
tiempo, millones de personas no tienen espacio donde habitar y se hacinan en
periferias urbanas, o sufren una ruralidad sin privilegios en las regiones más
pobres. Es el caso de “La Araucanía” (Wallmapu), la región más pobre de Chile
y que en pandemia demuestra –otra vez- que el derecho humano a la salud es
violado ininterrumpidamente.
Nada de lo que estamos viviendo es casual.
La privatización que inició la Dictadura y continuaron cada uno de los
gobiernos de post-dictadura (del color que fuesen) es despojo capitalista
ejecutado por el 1 por ciento, el 0,1 por ciento y el 0,01 por ciento de los súper-enriquecidos o los milmillonarios, como les llaman también
porque no ganan “millones”, sino “miles de millones”.
Chile es el segundo país con una extrema concentración
de la riqueza en el mundo. Ni en Japón ni en Inglaterra, los ricos tienen tanto
acaparado.
En el
año 2010, el 1 por ciento de los súper-enriquecidos
saqueó un tercio (el 31,1%) del ingreso del país, mientras que todo el resto de
quienes habitamos Chile, debimos repartirnos los dos tercios restantes (el
68,9%). El Ingreso por cabeza del 1 por ciento más rico de Chile es 1.200 veces
mayor que el ingreso promedio del 99 por ciento de la población y 3.000 veces
mayor que el ingreso promedio del 80 por ciento más pobre de la población.
Un 80 por ciento que no deja espacio a lo que en Chile, las autoridades llaman
“clase media”.
En
América Latina cuatro sectores empresariales trasnacionales son los de mayor
riqueza: Telecomunicaciones (19%), Bebidas (19%), Sector financiero (19%) y las
Industrias extractivas (12%). Juntos comprenden el mayor número de milmillonarios, y solo tres países de
la región concentran el 88 por ciento de su riqueza: Brasil con un 44 por ciento
de la riqueza del mundo, México con un 35 por ciento y Chile con un 10 por
ciento de la riqueza mundial.
Las
elites enriquecidas en cada uno de nuestros países, utilizan mecanismos para controlar
y dominar: Inciden en la orientación de las políticas públicas y la
legislación, determinan prioridades sociales y económicas para su propio
beneficio, trafican influencias, financian a los partidos políticos que acceden
al poder del Estado (por eso ningún partido da garantías), hacen contrataciones
de empleados públicos sobre la base de su militancia partidaria, priorizan
políticas públicas asistenciales y perpetúan trampas de pobreza en vez de
reformas estructurales con beneficio colectivo; controlan los medios de
comunicación y uniforman los contenidos informativos.
Así
se ha fraguado, a punta de saqueo de los recursos hídricos y la privatización
esta crisis mundial que la nueva pandemia deja al descubierto.
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Hortalicera de Temuco, noviembre 2016 (foto: victoria aldunate morales) |
IZQUIERDAS
PATRIARCALES Y MUCHO PAÑO FEMINISTA QUE CORTAR…
No basta con pronunciarse contra la violencia
machista y promoverse “en deconstrucción”, incluso con luchar en las calles,
plazas, campamentos y comunidades mientras siguen sin verse, darse cuenta de
cuenta de sus prácticas patriarcales, su misoginia contra las mujeres mayores,
su política sexual de dividir a las mujeres, su heroísmo machista en consignas
e imágenes narcisistas sobre sí mismos.
La doble militancia de un feminismo chileno
“institucionalizado” (institucionalizador) en los partidos gobernantes fue
–desde donde miramos- hacerse parte de gobiernos que favorecieron el despojo
racista y la precarización de la vida de las mayorías urbanas y rurales. El
ciudadanismo y un feminismo depurado de clase, raza y territorio, neutraliza al
feminismo radicalizado y borra de la memoria al lesbofeminismo, reforzando la
heterosexualidad obligatoria, el neoliberalismo y todas sus estructuras
burguesas y coloniales.
Auto-organización y recomposición colectiva
Las
instituciones difunden que las comunidades deben establecer acciones, roles y
recursos y que incluso las personas con capacidades diferentes pueden tener
roles y llevar a cabo acciones para el autocuidado colectivo. Sin dejar de ser
importante esta categorización para la acción, pareciera aún más fundamental
para las acciones colectivas territorializadas, la recomposición social. Hemos
vivido procesos históricos coloniales y capitalistas, dictatoriales y
neoliberales que han descompuesto y corrompido lo que en un pasado fuera
solidaridad de clase y territorial.
La
destrucción política, ambiental, social y económica, ha intencionado el
surgimiento de enajenaciones como los consumos de sustancias para pobres, y así
mismo se han generado desclasamientos: empobrecidos les roban a sus vecinas y a
gente de sus mismas comunidades. Se han fortalecido las ya propagadas formas de
violencia machista con nuevas categorías. Jergas populares enormemente
misóginas en nuestras poblaciones, explotación sexual y secuestros de mujeres,
niñes, migrantes, gente trans empobrecida y otras personas vulnerables que son
torturadas y caen en el fuego cruzado de intercambio de drogas y rencillas
entre pandillas y carteles.
Entre
otras descomposiciones femicidas, están las justificaciones que le buscan a la
violencia machista y patriarcal contra mujeres en nuestras comunidades,
normalizándola.
Se
neutraliza la violencia patriarcal entre nosotres, al punto que hemos tenido
que escuchar millones de veces, en nuestros movimientos y comunidades, la
afirmación repulsiva de que “la violencia
contra las mujeres y les niñes, podría ser cultura, usos y costumbres”… Como
si agredirnos a las mujeres no fuese una política de control y poder dominante.
Y ahora, se justifica con el aislamiento: los
agresores se estresan… ¿Y nosotras no?...
Cualquier actuación comunitaria,
territorial y de clase, necesita revisar sus planteos “anticapitalistas” para
develar si éstos revelan (o no) que las mujeres, las humanas y las animalas, NO
somos objetos sexuales, NO estamos obligadas a lo doméstico, NO estamos a su
servicio, NO “debemos” entregarles nuestras energías para su relajación y
necesidades.
La violencia contra las mujeres -aunque
pudiera explicarse por algún “uso y
costumbre”- no se justifica.
No
basta con pronunciarse teóricamente y en discursos contra la violencia
machista. No basta con promoverse “en
deconstrucción”.
Tampoco
basta con luchar en las calles, plazas, campamentos y comunidades en
resistencia contra el Estado agresor, si no reconocen, revisan, desarman y
destruyen colectivamente las prácticas patriarcales que han usado como política
sexual contra nosotras:
·
Lenguajes
y acciones misóginas, lesbofóbicas, machistas y transfóbicas,
·
violencia moral contra las mujeres
mayores en forma de supuestas “bromas”,
·
violaciones
correctivas a lesbianas visibles,
·
violaciones
dentro de la pareja y el matrimonio,
·
violaciones,
acosos y encubrimientos dentro de las organizaciones,
·
abuso
sexual infantil que niegan y se calla colectivamente,
·
golpes
que se definen “problemas de pareja”,
·
secuestros
y crímenes contra nuestros hijes y otros niñes cercanos
·
Malos
tratos y crímenes contra otros seres que amamos como mascotas y animales
queridos…
Y
tantas otras formas de violencia patriarcal que conocemos y denunciamos.
Muchas
callan lo que les pasa por temor a peores represalias de sus agresores o del
Estado hacia sus comunidades. Ellas deben elegir entre denunciar al agresor o
dejar entrar la policía fascista a su territorio. Jamás un paco ha sido aliado
de las comunidades que habitamos, lo sabemos, y creemos que las comunidades
misóginas e inconscientes de su patriarcalismo, son también enormemente
responsables del silencio de las agredidas.
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"Nos deben una vida", Octubre 2019, Stgo. Alzamiento popular (foto: victoria aldunate morales) |
Mucho
paño que cortar en los feminismos
Por
otra parte, sigue pareciendo inevitable volver a revisar las definiciones
políticas de clase y territorio, más
que como conceptos académicos y/o ideología.
El experimento
neoliberal chileno de la Dictadura fue proseguido por todos los gobiernos de post-dictadura
de la Concertación de Partidos Por la Democracia (más tarde nombrada Nueva
Mayoría), con la salvedad de reformas que parecían buscar -para usar una
expresión actual- aplanar la curva
del empobrecimiento de muchos para el enriquecimiento de pocos.
Esas
administraciones “izquierdistas” convirtieron la democracia liberal en la única
“auténtica”, convencieron a buena parte de la “ciudadanía” que se requería
gobernabilidad (Lagos), instituyeron que la economía de mercado se
“autorregula” y anularon el debate sobre las consecuencias sociales y
territoriales de todo eso. Siguieron el
hilo del boom económico prometido
por la Dictadura, es decir, créditos, endeudamiento, marginalización de los
territorios populares, viviendas humillantes, educación y salud de mercado,
pensiones miserables…
La
doble militancia de un feminismo chileno “institucionalizado”
(institucionalizador) en los partidos gobernantes fue –desde donde miramos-
hacerse parte de gobiernos que favorecieron la agroindustria, la industria
forestal y energética,
el despojo racista y la precarización de la vida de las mayorías urbanas y
rurales.
Parecía
imposible que las ONGs feministas y que feministas en general, que habían
luchado contra la Dictadura, tomaran ese rumbo. Pero estaba pasando en toda
Latinoamérica.
Las
ONGs, en general se enfrentaban a un mal escenario para su gestión. Llegamos a
leer documentos de ONGs feministas que hablaban de “humanizar el desarrollo”,
que ensalzaban las cumbres planteándose exitosas por articularse con el poder.
A la doble militancia le llamaron “cintureo”:
“la
conformación de un Tablero, la camiseta, por medio de la participación
en la agenda de igualdad de género…
Y en
América Latina y el Caribe, el feminismo se dividió coherentemente con la
realidad de las post-dictaduras en Autonomía
e Institucionalidad.
En
Chile, un feminismo representado como “el feminismo chileno” declaraba en los
años 90 que “La Democracia está en deuda
con las Mujeres”. No puntualizó qué democracia
ni qué mujeres. Parecían universalizarnos. En 2002 el Comité 8 de Marzo
conformado por una diversidad de organizaciones e instituciones feministas de
Santiago, nos convocaba a la conmemoración del Día de la Mujer trabajadora por
correos electrónicos, a colectivas y
feministas sueltas, y en su invitación celebraba: “En
Chile nuestra historia de lucha ha tenido logros importantes como el derecho a
voto, la gestación de la resistencia social contra la dictadura, la creación
del SERNAM, la ley de violencia intrafamiliar, la puesta en agenda de los
derechos sexuales y reproductivos, los beneficios de FONASA para las
trabajadoras rurales temporeras, la aprobación social para las mujeres
ministras comprometidas con la defensa de nuestros derechos”….
Luego, es cierto puntualizaban algunos embates de
capital…
Analistas
políticas le llamaron a este proceso “la
bancarrota del feminismo cupular”.
Nosotras lo nombramos “institucionalizador”
y criticamos su alianza con la Concertación y sus gobiernos. Denunciábamos que
se buscaba erradicar la violencia contra las mujeres haciendo que los Gobiernos
firmaran los tratados y convenciones sobre los DDHH de las mujeres, pero no se cuestionaba
estratégicamente la estructura económica y política dominante.
Problematizábamos un feminismo neutralizado
que ha fortalecido una imagen de feminismo
vinculada a las libertades civiles individuales y privadas, contribuyendo a
las agendas de los Estados y gobiernos neoliberales, aceptando que mujeres
seleccionadas por clase y territorio hicieran diagnósticos sobre las mujeres de
clases populares, pero sin ellas o con algunas elegidas. Las tácticas de destacar algunas figuras distintivas
étnicas y populares suele buscar demostrar
que hay (también) “representantes” de
las “subalternas”, creando una falsa imagen de “diversidad”, negando
diferencias de clase, raza y territorio. Negando la disidencia política al
interior de los movimientos sociales.
No
hubo oposición concreta tampoco de ese feminismo institucional al continuismo
del terror policial en “democracia”. La colectiva memoria feminista, feministas autónomas, que es un grupo de mujeres
que existió entre 2004 y hasta cerca de 2013, lo denunció en 2008 en el aniversario “18” del triunfo del “NO”.
Hay numerosos
casos de mujeres luchadoras que seguían siendo criminalizadas. Entre otras,
Marcela Rodríguez Valdivieso
baleada y obligada a exiliarse, juzgada por tribunales militares en 1990
(gobierno de Patricio Aylwin Azocar), a la que condenaron a 10 años y un día (o
a pagar una multa de 12 millones de pesos) y que con el gobierno de Lagos
Escobar (2000) fue liberada “por razones
humanitarias”, pero obligada a exiliarse en silla de ruedas. Quedó
discapacitada para caminar de por vida pues la Concertación de Partidos Por la
Democracia nunca respetó sus derechos humanos: Gendarmería de Chile no le
permitió la rehabilitación.
También
está el caso de Flora Pavez Tobar detenida, encarcelada y torturada el año 92
(con Aylwin) y luego detenida por la misma causa en el año 2007 con Michelle
Bachelet Jeria, cuyas candidaturas han sido ampliamente apoyadas por el
feminismo partidista y a la vez hegemónico. Ese mismo año fue asesinado el
comunero mapuche en recuperación del territorio, Matías Catrileo Quezada en
Yeupeko y Patricia Troncoso Robles comunera mapuche encarcelada hizo una huelga
de hambre de más de 100 días, al tiempo que Bachelet hacía una campaña contra
la violencia intrafamiliar, pero omitía la violencia de su gobierno contra las
mujeres mapuche.
Flora
Pavez nos dijo en una entrevista el año 2007, en la cárcel: “Luchamos por un Chile distinto y nos siguen
castigando porque tuvimos la rebeldía de luchar por eso. Soy de las mujeres de
los años 80, que a diferencia de las que hoy están en el poder, continuamos
buscando un Chile justo...”.
A
través de lo que va del siglo XXI, han seguido reproduciéndose diversificadas
posturas institucionalizadoras. Desde las que apelan a identidades como “feminismo joven” por ejemplo, apelando a que “los debates políticos de varias décadas del
movimiento feminista en estos territorios, no sería un problema político,
sino “generacional”, hasta las corrientes ciudadanistas que
apelan a lo masivo y a las nuevas olas.
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Encuentro mujeres y lesbianas feministas en Rahue, Comuna Padre de Las Casas, Febrero 2018 (foto victoria aldunate morales)
Antes de la pandemia, debatíamos sobre “lo
constituyente”. Creemos que las constituciones –como el “Desarrollo”- dentro de las reglas de la burguesía no se “humanizan”
con “derechos ciudadanos”, libertades civiles individuales y privadas, y que
responder a las “agendas” internacionales y gubernamentales, en vez de a
nuestras propias necesidades de alzamiento y revuelta, solo refuerzan al
Capital. No enfrentan la violencia estructural.
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El racismo puede reciclarse incluso en domesticación “plurinacional” debilitando el
control territorial. Las clases dominantes y la masculinidad patriarcal
seguirán “incluyendo” a todas las
identidades posibles: lesbianas, trans, mujeres de pueblos originarios, mujeres
afrodescendientes, a pobladoras-clientas
de los municipios y a militantes de cualquier partido (también de “partidos
feministas”) para sus objetivos. Van a secuestrar -despolitizar y trivializar-
acciones masivas y espectaculares, mientras les sirvan.
Para
nosotras, como habitantes, trabajadoras y pobladoras de diversas comunidades,
recomponernos y repararnos pasa por destruir lo construido en torno a los
capitales que se apropian de todo lo viviente. También de nosotras.
Entendiendo
que no somos una palabra definitiva ni inapelable, reforzamos la palabra y la
acción de las feministas y lesbianas feministas que buscan(buscamos) construir
nuevas formas de convivencia, antipatriarcales, que no respondan jamás a
discursos institucionales -ya miles de veces repetidos- y que son justo los que
nos tienen acá, donde estamos ahora…
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Toma SERNAMEG 19 Y 20 de diciembre 2018, por varias organizaciones mujeres en Temuco (archivo Tierra y Territorio) |
WALLMAPU EN RIESGO, IDEAS, ACCIONES Y MÁS
PREGUNTAS
Bajo esta realidad concreta en los
movimientos y comunidades mixtas de las que somos parte, con una memoria
histórica y una actualidad feminista muy complejas, es importante para nosotras
pronunciarnos como lesbianas feministas.
Nuestras estrategias son nuestro mínimo
aporte político al feminismo antirracista y es bueno explicitar nuestras
miradas: estructural, territorial y de clase que son las que nos definen.
Vemos la importancia de
fortalecer redes de solidaridad feminista con mujeres y disidencias sexuales de
Wallmapu, de diversas periferias de otras regiones, y especialmente de
comunidades urbanas en resistencia, junto con las comunidades mapuche en
resistencia con las que ya nos coordinamos.
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Barricada J.A.Ríos 19 octubre 2019, viñeta (foto victoria aldunate morales) |
Es clase y territorio: Wallmapu en riesgo y
resistencia
El
gobierno chileno reconoce que en “La Araucanía” (Wallmapu), se registra la
segunda mayoría de personas infectadas y muertas por el COVID 19. Esta región
contiene al 5,8% de la población total de Chile en comparación con la región más
afectada que es la Metropolitana y sostiene a más del 40% de la población total
del país.
Al 19
de Abril 2020, se reconocen en “La Araucanía” 972 casos y 23 muertes
confirmadas por COVID 19, mientras la zona más afectada sería la Región
Metropolitana con 3.599 casos y 35 muertes.
El
año 2020 nos recibe con enfermedad y muerte, y Wallmapu
al centro. Los alcaldes de “La Araucanía” al 1 de abril acusaban “un abandono del Gobierno ante la crisis por
el Coronavirus”, en ese momento registrándose 453 contagiados y ya estando
en el segundo lugar después de la R.M. con más gente infectada.
En
una superficie extendida de 31.858 km cuadrados y con una población de 869.535 habitantes, Wallmapu es una
de las regiones más grandes y pobladas, y también la más pobre del país. Según
la mediciones institucionales CASEN 2017 (Encuesta de
Caracterización Socioeconómica Nacional) la Región de La Araucanía tiene la tasa de
pobreza multidimensional más alta del país, 28,5 por ciento, con un alto número
de población rural y los peores indicadores de salud nacional.
No
obstante en 2018 con Piñera a la cabeza, se reconoció por la prensa sólo un 17,2 por ciento de pobreza y un 4,6 por ciento de “pobreza extrema”
en la región. Incluso este gobierno celebraba una “baja” en un 6,4 por ciento
de la pobreza y de un 3,8 por ciento de la “pobreza extrema” en Wallmapu,
tomando como referente el año 2015. Y aprovechaba de decir que “por eso el presidente Piñera la tiene
dentro de sus cinco ejes principales (“La Araucanía”) y estamos desarrollando el plan impulso que es de desarrollo productivo
y que tiene por objeto, una mayor atención para salir de la situación en la que
se encuentra la región”. También se arriesgaban a vaticinar que “fluyendo la inversión… nos va a permitir
salir de esa pobreza de aquí a un par de años más de forma considerable”.
No solo nada de eso se ha cumplido, si no que el
“Plan Impulso” se ha caracterizado por la mercantilización y saqueo del
territorio mapuche con argumentos de “inclusión” de las comunidades mapuche al
mercado agroindustrial, ganadero y de turismo; también ha sido un “plan” que ha
mostrado una creciente militarización que empeoró el año pasado (2019), bajo el
pretexto de la emergencia
forestal por incendios en las regiones del Bío Bío, La Araucanía y Los Ríos.
El
Ministerio del Interior chileno declaró zona de catástrofe a “La Araucanía” y
lanzó a sus Fuerzas Armadas a restringir las libertades.
Las comunidades mapuche y las redes de organizaciones de apoyo a su
resistencia, denunciamos que el Estado de
Excepción en “La Araucanía” no era consistente con combatir incendios, si
no con la represión a la protesta.
Los
incendios forestales sucedieron solo unos meses antes de los alzamientos
populares que surgieron principalmente en las zonas urbanas en todas las
regiones del país.
Desde
el Norte al Sur avanzó una Insurrección Popular que los medios de comunicación
masivos e institucionales nombraron “Estallido”. No obstante, amplios sectores
de las poblaciones de varios territorios abarcados por el Estado chileno, denunciábamos y accionábamos –desde Octubre-
cotidianamente contra la injusticia social y política. Y diversas miradas
feministas dejábamos en claro que “¡nunca más sin nosotras!”. Era una
advertencia tanto a las instituciones como a los movimientos populares de los
que somos parte.
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Actividad 19 de diciembre Coordinadora 19 de Diciembre, Día contra el femicidio en Chile, casa de las locas (foto Archivo Coordinadora 19 de Diciembre) |
Marzo
2020 nos contuvo a las feministas autónomas y a las lesbianas feministas
antirracistas en diversos territorios, no solo en grandes y masivas marchas, si
no en encuentros periféricos, no hegemónicos, de debate y reflexiones sobre
plebiscitos, votaciones y/o control territorial, asambleas territoriales y
populares autoconvocadas. Tal vez por todo esto, tan importante para cambiar los
destinos neoliberales de nuestros territorios, es que con la llegada de la pandemia
oscilamos en los movimientos populares y feministas entre la negación del
alcance real de ellas en nuestras vidas y nuestra salud y el terror a la muerte
ante el menor contacto humano.
En lo
coyuntural esta pandemia fue desatada desde determinados sujetos de la
burguesía y la pequeña burguesía chilena que suelen tener acceso a viajes
institucionales y/o de lujo y que, habiendo podido hacerlo, no se responsabilizaron
en su momento del contagio adquirido,
extendiéndolo a mucha otra gente. Así mismo, las instituciones de “La
Araucanía” y sus dirigentes actuaron de manera irresponsable en el manejo de
los primeros casos COVID 19 conocidos.
En
este escenario Wallmapu, zona empobrecida por todo lo ya denunciado y narrado
sobre sistema económico y político vigente, es que está entre las más afectadas.
El sistema hospitalario de “La Araucanía” está “bajo el promedio nacional en
camas (1,4 por mil habitantes en la región y 2,1 en el país) y ventiladores
(4,6 por 100 mil habitantes en la región y 9,2 en el país)”, y aunque Minsal
anuncie “compra masiva de nuevos equipos” se advierte un "colapso".
“El hospital está completamente saturado.
Ya lo estaba antes del Covid-19 y ahora se colapsó. Hace una semana se inició
una operación de desocupar todas las camas posibles. La UCI también está
colapsada”, “el quinto, el sexto y el séptimo piso están destinados
exclusivamente a pacientes con coronavirus”. Hay “26 pacientes conectados a ventiladores
mecánicos, para una capacidad máxima de 29”. Es lo que se
informaba hace unos días desde la Unidad de Infectología del Hospital Regional
de La Araucanía, un recinto que está al máximo de su capacidad cuando aún,
según las autoridades de salud, ni siquiera llegamos a la cúspide de la pandemia.
Sabemos
que como activistas feministas no tenemos los recursos ni toda la fuerza (menos
la institucionalidad y/o la hegemonía)
para cambiar drásticamente el curso de lo que sucede, pero también hemos aprendido
a hacer conciencia de la solidaridad de clase, territorial y feminista para
enfrentar el dolor colectivo en nuestro caminar.
La
nutrición y el sostenimiento del equilibrio del sistema autoinmune es
fundamental para enfrentar a este virus que puede matar más que nada por
pobreza, falta de acceso al agua, a respiradores y otros insumos. Son las
mujeres y otras personas con condiciones como el hacinamiento, el envejecimiento
y enfermedades de base, las que más están sufriendo no solo por el coronavirus,
sino por la violencia machista desatada.
Advertimos
como en las ciudades de Wallmapu los alimentos están subiendo de precio sin otra
justificación que la especulación del mercado. Un saco de papas que antes
costaba 3 mil pesos, hoy nos está costando casi 10 mil, la harina subió de 9
mil a 15 mil pesos. La parafina uno de los elementos que utilizamos en zonas
empobrecidas para calentarnos, desapareció justo cuando se anuncia un baja en
los precios de los combustibles. Así nos perjudican. Esto refleja lo que está
sucediendo con los precios y los insumos necesarios para protegernos y
alimentarnos. Las más desposeídas de la Región más pobre, están intentando
sostener la salud de sus comunidades con menos de lo mínimo requerido.
En
esta compleja coyuntura, los campamentos que se han formado en búsqueda del
negado “derecho a la vivienda”, a nivel nacional son cerca de 802; en la zona
de Wallmapu, según informaciones de prensa hubo un aumento “disparado” de los
campamentos en enero-febrero 2020, con un total de 48 tomas, donde habitarían
cerca 1.927 familias en las comunas de Temuco, Padre las Casas, Villarrica y
Loncoche”.
Es posible que estas cifras queden cortas pues hay observadoras que reportan
muchas más familias distribuidas en diversas Tomas de terreno.
Lo
concreto es que en Wallmapu, la R.M. y otros territorios, muchas comunidades
auto-organizadas en lucha y resistencia al sistema burocrático y económico, que
les niega la vivienda, hoy tienen más riesgo de ser alcanzadas por el coronavirus,
y en condiciones del colapso del Sistema de salud público.
Las
Tomas de Terreno son comunidades que resisten al sistema capitalista tanto como
lo han hecho en ruralidad las comunidades ancestrales; otra primera línea de
lucha contra la construcción clasista del Estado neocolonial. Un Estado que utiliza la violencia de la burocracia de
un complejo sistema de oficinas donde parece no haber responsables, reflejando
la tiranía de gobiernos locales y centrales que intentan hacer imposible la
localización de las responsabilidades y la identificación del nuestros enemigos, parafraseando a Hanna Arendt,
sobreviviente del Holocausto. Son oficinas
que no responden a la denuncia de hacinamiento, pero que crean planos
reguladores que protegen los intereses de los privados que se han adueñado de
los territorios por apellido y tradiciones familiares, y burócratas a su
servicio, que crean presupuestos para allanar el camino a constructoras
y a trasnacionales que estrujan al pueblo.
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Esta Democracia es una Desgracia (archivo colectiva memoria feminista, feministas autónomas) |
Como Tierra
y Territorio, lesbianas feministas antirracistas, en este documento hemos querido
analizar, reflexionar y recopilar muchas de las ideas ya difundidas por
nosotras a través de estos años de activismo.
Tal
cual les sucede a muchas compañeras feministas, lesbianas feministas de base y
autónomas, las dificultades cotidianas de la sobrevivencia, nuestros trabajos
asalariados y la rapidez de los acontecimientos, no siempre nos permiten
elaborar el hilo conductor de nuestro activismo, pero estas ideas han estado en
la base de lo que hemos escrito y publicado y accionado en Tierra y Territorio.
Trabajamos
hace años en el Intercambio de saberes
feministas y facilitación terapéutica gestionando nuestras propias
sobrevivencias y a la vez solidarizando con compañeras que en determinados
momentos no han podido acceder a esas atenciones por sus propios medios
económicos. Hemos actuado como equipo analizando historias de vida para
orientarnos mejor con las consultantes (varias ven mucho más que terapeuta
aisladas).
En
esta crisis de aislamiento social y secretismo en torno a la realidad
política-fenomenológica del COVID 19, lo seguimos haciendo por medio de
plataformas en línea (virtuales), lo que nos ha mostrado limitaciones, pero así
mismo posibilidades de llegar a compañeras que están en aislamiento, cuarentena
o simplemente alejadas territorialmente, por medio de los teléfonos y los
minutos (de redes sociales) a los que hemos tratado de acceder, con los que
hemos buscado aportar a las compañeras y a la red de terapeutas para el apoyo
feminista mutuo.
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Taller Memoria Antirracista, Enero 2017, Club Social de Artistas, disidentes sexuales, Santiago (Archivo memoria antirracista, editorial Nicole Saavedra) |
Facilitamos
saberes feministas, memoria política, trabajo con biografías de clase, género y
territorial, cartografías, ideas, creaciones que potencian la conciencia
política del sentido aportador del feminismo en las vidas de las mujeres y las
disidencias. Creemos en integrar en profundidad el feminismo en nuestras
vivencias, desde lo reparador terapéutico hasta lo comunitario
despatriarcalizador. Facilitamos procesos terapéuticos individuales y
colectivos desde un enfoque terapéutico feminista vinculado a la autoconciencia
y la autonomía, con activistas de comunidades en resistencia; buscando
favorecer el bienestar, el autocuidado, potenciando la creación de instrumentos
propios de sobrevivencia que no prioricen la negación del dolor, si no la
creatividad para enfrentarlo y elaborarlo integrándolo a sus biografías como
elementos de sabiduría, rebeldía, creación y memoria política.
Creemos
en la terapia feminista por encima de psicologismos que utilizan términos y
obedecen a un sistema patriarcal milenario que ha construido vínculos de odio,
de daño, de guerra y depredación, vínculos de competencia, de control y poder
entre nosotras. Sabemos lo importante que es para el auto-fortalecimiento un contacto
reparatorio mutuo (todas tenemos esos saberes), que incluya lo íntimo y
singular junto con una comprensión relacional y estructural de la realidad
colectiva de la que somos parte. Priorizamos desestructurar miradas e ideologías
que buscan “adaptar” a las personas a sus malestares haciéndoles funcionales al
sistema productivo y familiar (neoliberal y patriarcal), en detrimento del
bienestar singular y colectivo que se podría llegar a lograr con autoconciencia
y memoria.
Quizás
una dificultad de esta propuesta es y seguirá siendo un alcance limitado que
también la protege de la institucionalidad, pero por otro lado, se da con
mujeres que lo solicitan desde diversos territorios y quienes a su vez pueden
replicar estas conversaciones y energías liberadoras con otras.
En el
área de Contra-información, desde
2014 denunciamos la persecución, prisión política y asesinatos de defensoras de
la tierra y el territorio por el Estado chileno. Escribimos y publicamos -entre
otros- reportajes: Mentira judicial, mentira política, El Estado chileno
cazando brujas,
El Estado chileno no reconoce los derechos
de la presa política mapuche Francisca Linconao,
Machi Francisca Linconao arriesga presidio perpetuo,
Defensor de Francisca Linconao: “La machi es inocente y lo vamos a probar
nuevamente”,
Amenazas a la Machi Francisca Linconao mientras todo el territorio exige su
libertad,
Temuco: Se toman sede regional del Ministerio de la Mujer en favor de la
liberación de la Machi.
El
año 2016 revelamos el que nombramos femicidio
empresarial de la defensora mapuche Macarena Valdés en Liquiñe, Tranguil
(y 13 columnas más sobre esta defensora hasta 2019).
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Marcha Valparaíso, feministas autónomas 2013 (Archivo Encuentro Valpo 2013) |
Hemos
ido construyendo una mirada lesbofeminista antirracista para revelar el sentido
patriarcal, capitalista y misógeno del Estado chileno, la violencia estructural
y patriarcal que ejerce.
Hemos
hecho y hacemos esto por medio páginas web, fanpages, twuiter e Instagram, en
columnas, reportajes, entrevistas y otros documentos en páginas que nos han
querido publicar –otras nos ignoran-.
Estamos
editando un libro de testimonios de defensoras de la tierra y materiales de facilitación
para uso en talleres, encuentros y otras actividades de autocuidado, que sirvan
como herramientas de base para la creatividad y aportar a los saberes de las
mujeres feministas que trabajan con mujeres y otras personas. Aunque hoy nos
encontramos con la dificultad de que las editoriales y los impresores
libertarios que nos apoyan
están sin insumos (hasta nuevo aviso).
El
área que sostiene a las otras dos anteriores es Gestión. Hemos aprendido estrategias de comunicación y seguridad
digital y las estamos transmitiendo a otras. Intentamos organizar y re-aprender
los saberes que ya tenemos y que nos enseñan nuestras redes para derivaciones
de consultantes a apoyo legal y de salud. Organizamos los intercambios de
saberes, talleres e intentamos una red logística con otras activistas que nos
permita contactarnos para acompañamientos a mujeres y activistas que lo
requieran. Nos coordinamos con otras terapeutas feministas y con compañeras acompañantes
de abortos autónomos. En esta misma línea estamos creando coordinaciones para
la entrega de algunos productos e insumos básicos a comunidades afectadas por
la pandemia, y a las que podamos llegar. También publicamos en la medida de
nuestros tiempos en @lesbofeministasantirracistas y @lapuntadaconhilo (fanpage).
Hablamos
de todo esto como una hoja de vida en la que hemos ido aprendiendo,
desaprendiendo, destruyendo mitos que nos oprimían y tejiendo oficios de
autoconciencia política.
Como
propuesta para la solidaridad feminista nos parece importante fortalecer las
capacidades que tienen las comunidades para auto-identificar a la gente y seres
más afectados por todo lo que rodea las pandemias; la creación de mecanismos de
entrega de recursos a las comunidades afectadas, coordinarnos para gestionar
recursos autónomos, auto-gestionados, recursos feministas que no amarren ideas
liberales, ciudadanistas, institucionales. Por otra parte, no somos acaudaladas
ni activistas con privilegios burgueses, por ende necesitamos recursos.
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Actividad por Justicia para Nicole Saavedta, 15 octubre 2018, Club Social |
Tenemos más preguntas (siempre):
No
pretendemos responderlas. Soberbia
ideológica y académica, hay bastante. Proponemos debatir en nuestras
comunidades, no negar que nuestras comunidades, muchas veces, disimulan y padecen
de patriarcalismo y caudillismos. De ahí -tal vez- partir, hacia cómo queremos
realmente vivir, en el modo y ritmo que cada comunidad se dé.
¿Cómo
aportamos a recomponer nuestras comunidades destruyendo los patriarcalismos?
¿Estamos
fortaleciendo los movimientos auto-reproductivos, autogestionarios, formas
cooperativas de producción que han creado muchas compañeras jóvenes,
anti-especistas, veganas y mujeres que renuncian a los privilegios de las
profesiones universitarias?
¿Estamos
dispuestas a renunciar a los poderes y privilegios (miserables y humillantes
muchas veces) que nos entregan gobiernos, instituciones públicas y privadas, y universidades?
¿Cómo
contribuimos a devolver el Cuerpo y la Autonomía colectiva a todos los seres
vivientes?
¿Cómo
recuperamos la reproducción y el apego que son colectivamente de nosotras?
¿Estamos
contribuyendo al activismo de las aborteras autónomas en todos los territorios?
¿Cómo
enfrentar drásticamente la Trata de humanas, animalas y otras especies?
¿Cómo
avanzamos a la reunificación del valor de uso y el valor de cambio de la
producción y el consumo?
¿Estamos
problematizando nuestros consumos de sustancias y la violencia entre lesbianas
y entre mujeres?
Se le
pueden unir muchas más preguntas que no vislumbramos y no sabemos nombrar. El
único lenguaje válido no es el cognitivo, discursivo, escrito; están la
gestualidad, la respiración, el lenguaje de la piel, de los órganos del cuerpo,
del cuerpo entero, los dibujos, los colores, la pintura, la música, el baile,
también el fuego, el rayado y la barricada; y miles de formas más, ni humanas
ni occidentalizadas.
Seguiremos
trabajando con las redes y coordinaciones a las que hemos solicitado apañe a
través de nuestra historia de activismos
para gestionar la solidaridad feminista y focalizar la información de
autocuidado sin dejar de denunciar la podredumbre que divisamos y de la que nos
relatan consultantes, compañeras, amigas, comunidades que revelan la
complicidad criminal de Estado, Capitalismo y Patriarcado.
¡No nos vamos a callar! Creemos en no dejar
de revelar la injusticia para nutrir la legítima emoción de la rabia que nos
llevó a Octubre 2019 por caminos de Dignidad. Necesitamos adaptar nuestros
saberes y dolores a este momento para sobrevivir con ética y sin renuncios
políticos.
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Rayados Alzamiento Popular Santiago Diciembre 2019 , (Archivo Tierra y Territorio) |
…”…acciones
espectaculares, provocadoras. Pero la provocación sólo saca a la luz un
determinado número de contradicciones sociales. No revela las contradicciones
radicales de la sociedad… “, en
palabras de la feminista francesa de la diferencia y psicoanalista Atoinette
Fouque citada por Bell Hooks (“El feminismo es para todo el mundo”. bell hooks. Ed. Traficantes
de Sueños. Madrid 2017).
Wallmapu no es
“La Araucanía”: Tres veces más pobre y 10 veces más rebelde
Economistas de la
Universidad de Chile, 2013 cuantificaron la concentración de la riqueza en
Chile con información del Servicio de Impuestos Internos (SII). LA ‘PARTE DEL LEÓN’: NUEVAS ESTIMACIONES DE LA
PARTICIPACIÓN DE LOS SÚPER RICOS EN EL INGRESO DE CHILE, Ramón López Eugenio
Figueroa B. Pablo Gutiérrez C. Santiago, Marzo 2013. Universidad de Chile.
sdt@econ.uchile.cl; econ.uchile.cl/publicaciones. http://www.econ.uchile.cl/uploads/publicacion/306018fadb3ac79952bf1395a555a90a86633790.pd
Privilegios
que niegan derechos. DESIGUALDAD EXTREMA Y SECUESTRO DE LA DEMOCRACIA EN
AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE. OXFAM-IGUALES AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE, EDICIÓN ORIGINAL OCTUBRE 2015, REVISIÓN
JUNIO 2016. Impresión Editora Búho,
Según la Red por
la Defensa de los Territorios, pretenden asentarse en las últimas reservas
naturales que quedan en Wallmapu Aprobaron al menos 14 centrales
hidroeléctricas, 6 parques eólicos, 3 termoeléctricas y 1 geotermia, además de
otras 40 centrales hidroeléctricas proyectadas La RED POR LA DEFENSA DE LOS TERRITORIOS, plantea que estamos
en presencia de un verdadero saqueo que va afectar gravemente a todos los
habitantes de la Araucanía, y que se hace urgente frenarlo. Especialmente
frenar al Ministerio de Energía y el sector empresarial que mantiene bajo la
sumisión a organismos regionales como la Seremía de Economía, el Servicio de
Evaluación Ambiental y la Seremía de Energía.
A partir del año
90, el Estado se convierte en una creciente fuente de financiamiento para las
ONGs de tener éstas un financiamiento en el Chile de 1990 de 2.161.339.443, el
año 1991 se eleva bruscamente a obtener 5.696.335.961 y en 1992 se dispara lo
que el Estado chileno les aporta a 10.130.396.598 (Las ONGs durante la
Transición Chilena: Un análisis de su respuesta ideológica frente a su
incorporación en políticas sociales de índole neoliberal. Sandra Gruninger
Magíster en Antropología y Desarrollo. Universidad de Chile. Revista Mad. No.9.
Septiembre 2003. Departamento de Antropología. Universidad de Chile , http://rehue.csociales.uchile.cl/publicaciones/mad/09/paper06.pdf)
[19] “NADA DE ABORTO EN
BEIJÏNG”, PUNTADA CON HILO N° 11, AÑO 2, SEPTIEMBRE 1995
Archivo autónomo y
personal (victoria aldunate morales).
Según el CENSO
2017 (el último relativamente eficiente) la R.M. tendría 7.037 millones
de habitantes (40,50 %) mientras “La
Araucanía” tiene 869.535 habitantes (5,8%) en un país de 17.373.831, 869.535 (CENSO
2017).
La epicrisis de
Temuco. Zona crítica del Coronavirus en Chile, Fredi Velásquez, Leslie Ayala,
Francisco Siredey y Andrew Chernin, 04-04-2020, La Tercera Domingo,
La epicrisis de Temuco. Zona crítica del Coronavirus en
Chile, Fredi Velásquez, Leslie Ayala, Francisco Siredey y Andrew Chernin,
04-04-2020, La Tercera Domingo,
Como lo explicó y
denunció Hanna Arendt, sobreviviente del Holocausto (Sobre la violencia -On
Violence- 1969). Alianza Editorial, Madrid 2005,2006.